La pasión culinaria del primer ministro de Tailandia, Samak Sundaravej, resultó ser la receta equivocada para el paladar de los nueve miembros de la Corte Constitucional.
Cumpliendo un fallo de la Corte, Samak renunció este martes. Pero sólo se metió en el congelador: volverá al poder en pocos días, durante los cuales la mayoría parlamentaria recalentará, sin modificarlo, el acuerdo de coalición vigente.
Los jueces consideran que el primer ministro violó la ley al recibir dinero por trabajar en un programa televisivo de cocina, en el que prepara sus platillos favoritos, y le ordenaron renunciar, no a los woks en los que mezcla verduras y condimentos sino a su cargo político.
El fallo es un bocado de cardenal para la oposición, encolumnada tras la Alianza Popular para la Democracia (APD), que lleva meses de protestas callejeras y actividades de desobediencia civil con el objetivo de desplazar al gobierno elegido en los comicios de diciembre pasado.
Pero existe un ingrediente en ese dictamen que pone en duda el resultado final de este platillo de la cocina judicial tailandesa: no le impide que reasuma su cargo en unos pocos días.
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"Existe algo teatral, algo irreal y estrafalario en este fallo judicial", dijo a IPS Michael Nelson, académico alemán experto en la cultura política tailandesa.
"El tribunal obliga al primer ministro a renunciar a causa de una cuestión menor, sabiendo perfectamente que puede ser reinstalado en el poder por la coalición gobernante en cuestión de días", agregó.
Pero este no es el único costado absurdo de la crisis política de Tailandia, que amenaza convertir al país en el hazmerreír de la región.
El drama, o tragicomedia, que ya lleva varios actos en los que se enfrentan los manifestantes antigubernamentales y el gobierno de Samak, ha registrado otros episodios surrealistas, como condenas a la policía por tratar de hacer cumplir la ley y elogios al ejército por desobedecerla.
Sólo falta una batalla en la que los protagonistas se arrojen pasteles de crema.
Los intentos del gobierno de apelar a la ley para controlar las protestas callejeras de la APD no han dado ningún resultado. Los líderes opositores, apoyados por la clase media urbana, millonarios, partidarios de la monarquía y algunos sindicalistas, se han rehusado a acatar las órdenes judiciales.
Esa actitud ha recibido el apoyo de académicos, organizaciones de la sociedad civil, legisladores opositores y algunos medios de prensa.
La alianza opositora no se ha mostrado tímida a la hora de revelar su programa político, el cual pone en duda su adhesión a la "democracia" que su propio nombre denota.
La Alianza Popular para la Democracia quiere que apenas 30 por ciento de los parlamentarios sean elegidos en las urnas y que el restante 70 por ciento sea designado "a dedo".
Esta receta, bautizada como "nueva política", apunta a impedir que gobiernos como el encabezado por Samak y el ex primer ministro Thaksin Shinawatra, depuesto por un golpe militar en 2006, puedan volver al poder.
Ambos ganaron las elecciones por el masivo apoyo que les ofrecieron las masas rurales pobres.
Nelson no espera que el fallo judicial contra el chef que se convirtió en jefe de gobierno cambie los planes que están en la cocina de la APD.
"Buscan una reforma estructural de la política tailandesa. No estoy seguro de que el dictamen contra Samak tenga algún peso en lo que aspiran obtener", agregó.
El fallo contra el 25 primer ministro desde que Tailandia se convirtió en una monarquía constitucional hace 76 años, en los que hubo 18 golpes militares, confirma que los jueces toman con más seriedad los casos de conflictos de intereses que involucran a parlamentarios y figuras políticas poderosas.
Hace un mes, un tribunal penal condenó por evasión impositiva a Pojaman Shinawatra, esposa de Thaksin, quien poco después se exilió con su familia en Londres para eludir otras causas pendientes en su contra.
"Se confirma una tendencia. Quienes están en el poder, sin importar quiénes sean, no pueden violar la ley y esperar salirse con la suya", dijo Sunai Phasuk, de la organización de derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Nueva York.
Este año hubo una serie de fallos contra ministros y contra el presidente del parlamento, por causas como fraude electoral, la omisión de la declaración obligatoria de patrimonio antes de los comicios y violación de una cláusula constitucional que requiere la aprobación legislativa de los acuerdos internacionales.
En comparación, los cargos presentados contra Samak por un grupo de senadores son menores, casi dietéticos. El programa de cocina en el que aparecía lo tuvo como principal estrella durante siete años.
Mientras mezclaba ingredientes y condimentaba sus platillos, muchos de ellos de su propia creación, comentaba temas políticos.
"Fui contratado para aparecer en el programa y me pagaban de tanto en tanto. Presenté mi show de cocina y me pagaron por mi actuación", declaró Samak, quien parece deslizarse desde el wok hacia el fuego.