Decenas de miles de civiles de la septentrional región srilankesa de Vanni, rehenes de los enfrentamientos entre los rebeldes tamiles y el ejército, recibirán esta semana los primeros suministros básicos desde el 16 de este mes, cuando las agencias humanitarias debieron abandonar la zona de conflicto.
Nagalingam Vedanayagam, representante del gobierno para la septentrional ciudad de Kilinochchi, declaró que un convoy de 60 camiones llegará a fines de esta semana a Vanni.
«Tuvimos varias rondas de conversaciones con el Programa Mundial de Alimentos y otros funcionarios de la ONU (Organización de las Naciones Unidas). Tenemos previsto mandar el convoy a fines de esta semana», anunció.
Funcionarios del foro mundial informaron que la caravana estará identificada con la bandera de la ONU e irá acompañada por personal internacional.
«Los suministros son vitales para decenas de miles de civiles obligados a abandonar sus hogares por los combates. Mientras sigan los enfrentamientos y deban permanecer lejos de sus casas, su situación empeorará», alertó el representante residente de la ONU en Sri Lanka, Neil Bhune.
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El convoy será el primero desde que las agencias humanitarias y las de la ONU debieron abandonar Vanni a instancias del gobierno y ante el rápido deterioro de la seguridad.
Pero los combates cerca de Kilinochchi obligan a que el convoy llegue por una ruta alternativa.
En vez de tomar la carretera A9, que atraviesa la región de Vanni, la caravana deberá desviarse hacia el este unos 35 kilómetros y rodear la ciudad para llegar hasta donde están los desplazados, al noreste de Kilinochchi, explicó Vedanayagam.
Hubo duros enfrentamientos al sur de Kilinochchi y el ejército dijo la semana pasada que sus unidades de avanzada lanzaban ataques cerca de la ciudad, controlada por los separatistas Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE).
Desde 1982, el LTTE lucha por un estado independiente para la minoría tamil en el norte y oriente de este país insular de Asia meridional, debido a la discriminación de la que, según ellos, son víctimas a manos de la mayoría cingalesa.
Sri Lanka tiene unos 20 millones de habitantes, 74 por ciento de los cuales pertenecen a la etnia cingalesa, la mayoría budista, y 18 por ciento a la etnia tamil, proveniente del sur de India y que practica el hinduismo.
Se estima que unas 75.000 personas han muerto en los más de 25 años de conflicto.
«El ejército lanzará su primera ronda de ataques contra Kilinochchi esta semana, pues los efectivos están a unos cuatro kilómetros de allí. Ya pueden verse algunos de sus edificios», informó el comandante del ejército, Sarath Fonseka.
La Fuerza Aérea intensificó sus incursiones sobre Kilinochchi e informó haber atacado la mañana del sábado un presunto centro de entrenamiento de atacantes suicidas mujeres, ubicado a tan sólo 1,5 kilómetros al este de la carretera principal que lleva hasta la ciudad.
El comandante de la Fuerza Aérea, Roshan Goonetilake, señaló que estaban tras el líder de los Tigres tamiles, Velupillai Prabhakaran.
«Recibimos información y datos de inteligencia acerca de su paradero. Seguiremos atacando sus escondites», señaló en una declaración.
Los últimos informes sobre la situación de los civiles indican que la mayoría comenzó a abandonar la ciudad asediada en dirección noreste.
«Están ubicados en la carretera principal al noreste de Kilinochchi», informó Goonetilake.
A pesar de que no se envían suministros a la región de Vanni desde el 16 de este mes, Vedanayagam señaló que todavía hay alimentos. «Si la demora persiste, tendremos problemas, pero por ahora la situación es manejable», aseguró.
Entre 200.000 y 230.000 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares en Vanni, según los últimos informes de las agencias humanitarias y las de la ONU.
El gobierno pidió a los civiles, mediante panfletos lanzados por sus aviones, que abandonaran la región de Vanni y buscaran refugio en el sur, controlado por el ejército. Pero muy pocos huyeron hacia allí y ninguno por la carretera.
«La población civil de Vanni está, en efecto, atrapada», indicó el Centro de Políticas Alternativas, con sede en Colombo, en un informe divulgado la semana pasada.
«Por lo menos en el último año, el LTTE impuso severas restricciones al desplazamiento de civiles. Las personas que quieran abandonar Vanni deben dejar un garante que asegure su regreso. En el marco de los actuales operativos militares, los civiles no pueden abandonar Vanni, sólo unos pocos lo lograron, principalmente vía marítima», añadió.
Las agencias humanitarias y las de la ONU que debieron abandonar la región informaron que el LTTE impidió la partida de su personal local.
«Unos 500 trabajadores de organizaciones no gubernamentales debieron quedarse en Vanni porque el LTTE no les dio pase de salida. La ONU todavía tiene 21 funcionarios en Vanni que no recibieron el permiso o que se quedaron por su familia», informó el Comité Permanente Interagencias, órgano que reúne a varias organizaciones humanitarias, incluidas las del foro mundial.
La presión internacional para que los Tigres tamiles permitan una mayor libertad de movimiento a los civiles se intensificó tras las reuniones que mantuvieron varias figuras internacionales clave con representantes de Colombo, en el marco de las sesiones de la Asamblea General de la ONU de la semana pasada.
«Instamos al LTTE a tomar medidas urgentes que permitan el desplazamiento de civiles», reza una declaración divulgada el viernes por los ministros británicos Lord Malloch Brown, de Relaciones Exteriores, y Shahid Malik, de Desarrollo Internacional.
El comunicado provocó la reacción del Foro Británico Tamil (FBT). Éste respondió que el gobierno de Sri Lanka era el que «restringía el libre desplazamiento de civiles hacia y desde la península de Jaffna, donde el ejército cingalés es una fuerza ocupante».
El FBT mencionó «restricciones degradantes impuestas a la comunidad tamil de los alrededores de Colombo y a periodistas que les impiden viajar por el país para informar acerca de la situación de seguridad y de las violaciones de derechos humanos y del trato inhumano que sufren las personas desplazadas, confinadas en centros de detención para impedir su circulación, en contravención con las prácticas humanitarias, la Carta de la ONU y las convenciones de Ginebra».
«Ambos bandos deben asegurarse que los civiles no quedan atrapados bajo el fuego cruzado, que dejen a las personas ir a lugares seguros y que los despachos humanitarios llegan a la gente afectada por los combates», señaló el secretario adjunto del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos para Asuntos de Asia Meridional y Central, Richard Boucher, tras la reunión de la Conferencia de Donantes de Tokio.
Los co-presidentes de la Conferencia de Donantes de Tokio, un colectivo de los principales donantes para Sri Lanka que incluye a la Unión Europea, Noruega, Japón y Estados Unidos, se reunieron para una discusión informal de la situación la semana pasada.
«La seguridad y la libertad de circulación de civiles debe ser primordial. Es fundamental que se garantice la llegada de suministros básicos y que su libre tránsito sea supervisado por agencias humanitarias independientes», subrayó la comisaria de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Benita Ferrero-Waldner, quien también participó del encuentro.