Si existía algún tipo de acuerdo tácito entre mafias y autoridades en México para no cruzar ciertos límites, como sostienen analistas, ya no hay duda de que está roto. Varias granadas explotaron en Morelia en plena celebración del grito de la independencia, dejando al menos ocho muertos y 100 heridos.
El tradicional acto que recuerda el inicio del proceso de independencia de México respecto de España, en 1810, y al que los mexicanos se vuelcan con entusiasmo en las plazas del país cada 15 de septiembre por la noche, quedó marcado por primera vez en la historia moderna con una acción de tipo terrorista, como lo calificaron observadores.
Las granadas fueron lanzadas contra de la multitud, que como es costumbre estaba reunida en la plaza central de Morelia, capital del occidental estado de Michoacán. Varios cuerpos ensangrentados quedaron sobre el piso, mientras los asistentes gritaban y corrían en diversas direcciones.
En esos mismos momentos en la capital de México, el presidente conservador Felipe Calderón, quien es originario de Michoacán, encabezaba un acto similar ante miles de personas en la plaza del Zócalo, y luego, también como es tradición, observaba junto a los asistentes un espectáculo de juegos pirotécnicos.
Las detonaciones en Michoacán se produjeron a menos de 200 metros de un balcón donde el gobernador de ese estado, Leonel Godoy, hacia sonar una campana en recuerdo al llamado que en su momento hicieran los próceres de la independencia para levantarse en armas contra la corona española.
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"Estamos sin duda ante un acto terrorista" y la principal hipótesis es que los responsables son parte "del crimen organizado", dijo Godoy, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática.
"Actos tan cobardes y reprobables como los ocurridos (en Michoacán), merecen el repudio de la sociedad entera y la reacción inmediata de las fuerzas del Estado para castigarlos conforme a derecho", señaló el gobierno nacional de Calderón en un comunicado distribuido la madrugada de este martes.
"Las bandas de delincuentes cruzaron todos los límites que existían, incluso los códigos no escritos que indicaban que con las fiestas patrias o la religión no hay que meterse", dijo a IPS Alejandro Córdova, politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Por su características, lo del lunes en la noche fue un acto terrorista, consideró este analista.
También el presidente de la estatal e independiente Comisión Nacional de Derechos Humanos, José Luis Soberanes, declaró que el ataque de la víspera en Morelia fue un típico acto terrorista. "Cuando hay una agresión a la población estamos hablando de terrorismo", expresó.
"Yo sí estoy muy preocupado porque no sabemos a dónde va a parar todo esto (la violencia de la delincuencia)", añadió.
México vive desde la llegada el gobierno de Vicente Fox en 2000, antecesor y correligionario de Calderón, una ola de creciente violencia que es atribuida a las bandas de narcotraficantes. Desde la asunción de la actual administración en diciembre de 2006 ha recrudecido hasta generar expresiones de indignación ciudadana como las marchas de protestas del 30 de agosto en varias ciudades.
En la gestión de Fox fueron asesinadas 9.000 personas y en la actual suman ya más de 4.000.
En las últimas semanas y a contracorriente de las promesas de autoridades de hacer hasta lo imposible por frenar la violencia y enfrentar el crimen, los hechos de sangre continuaron.
El viernes pasado fueron encontrados 24 cadáveres en una zona boscosa cercana a la ciudad de México. Todos eran hombres y presentaban el llamado tiro de gracia en sus cabezas.
Ese crimen se atribuyó a narcotraficantes que así se vengaban de otros, pero las investigaciones preliminares apuntan a que la mayoría de los asesinados no tenían nada que ver con las mafias, sino que eran inmigrantes campesinos que vivían cerca de la capital en unos cuartos rentados y que trabajaban de albañiles.
A ese hecho se sumaron otros que son cada vez más comunes. En los últimos días se hallaron cuerpos decapitados, policías fueron detenidos acusados de cometer secuestros y un asistente de un ministro del gobierno del estado de México, vecino a la capital, fue ejecutado dentro de su automóvil.
Sin embargo, las granadas detonadas este lunes, constituyeron un acto sin antecedentes. Hasta la fecha no se había atentado contra una multitud reunida en una acto público y menos que fuera relacionado a una fiesta patria.
Los reportes provenientes de Michoacán indican que gran parte de los heridos por las explosiones son mujeres y niños.
Para hacer frente a la violencia, Calderón desplazó a miles de militares y policías federales a diferentes estados desde que asumió el mando. No obstante, el problema continúa.
Si bien en la era del Partido Revolucionario Institucional (PRI), agrupación que gobernó sin interrupciones desde 1929 y 2000, la llamada delincuencia común y los narcotraficantes actuaban con violencia, su nivel era muy inferior al actual.
Según diversos analistas, entre ellos Córdova, existía en aquellos años una especie de acuerdo no escrito entre bandas de delincuentes entre sí y de ellas con las autoridades para no llevar la violencia a extremos.
Esta tesis indicaba que la hegemonía, el poder político del PRI y las relaciones que algunos de los miembros de ese partido habrían tenido con los delincuentes, permitía mantener vigentes esos acuerdos.
Con la llegada de Fox y Calderón al gobierno, los primeros mandatarios del conservador Partido Acción Nacional, la violencia ha subido de escala.
Las autoridades sostienen que es una reacción a la persecución de la delincuencia y a la decisión de aplicar la ley, pero también reconocen que su virulencia se facilita por la corrupción y la falta de preparación que exhiben los cuerpos de policía.
A diferencia de la era de los gobiernos del PRI, en la actualidad ningún partido político tiene mayorías en el parlamento ni ejerce controles hegemónicos en los estados y municipios.