«Durante un tiempo tomé alcohol todos los días con mis amigos. Peleaba constantemente, tuve problemas con mis parejas y mi familia, engordé y me cansaba más rápido. Después de las borracheras, sudaba helado y tenías náuseas todo el día», recuerda el joven chileno Nicolás Requena.
Sus primeros tragos de cerveza los tomó cuanto tenía 17 años. "Me gustaba porque me pasaban cosas distintas", contó a IPS Requena, hoy con 25 años. Luego probó destilados, como vino, ron, vodka y martini, y empezó a consumir con mayor frecuencia. Al cabo de un tiempo, se tornó tan irascible que ni él mismo aprobaba sus conductas, relata.
El año pasado, este santiaguino ex estudiante universitario decidió dejar de beber sin necesidad de pedir ayuda externa. Estuvo cinco meses sin probar ni una sola gota de alcohol. Se sintió tan bien, que asegura haber entendido que consumir en exceso es un problema. Hoy toma de forma moderada, afirma.
En ese tiempo "tenía ansias de catarsis, de locura, de euforia", confiesa Requena. "En todos los ámbitos en los que me desenvuelvo, las personas que más beben alcohol son los más populares. Tomar en exceso no es visto como algo malo, al contrario", reflexiona.
"Si tú bebes poco, los demás siempre te preguntan ¿por qué no estás tomando? Como si fuera una obligación. Creo que no se dimensiona la magnitud del problema", señala.
A Requena no le extraña que el alcoholismo sea la principal causa de invalidez y muerte prematura en Chile, como informó el 3 de este mes la ministra de Salud, María Soldad Barría, al dar a conocer una serie de estudios llevados a cabo por esa cartera con el fin de orientar las políticas sanitarias del país.
Según estas investigaciones, el alcohol es responsable de más de 450.000 años de vida perdidos en 2007 por discapacidad y muerte prematura. Le siguen el sobrepeso y la obesidad, asociados a unos 230.000 años de vida perdidos, y la presión arterial, con más de 200.000.
La dependencia al alcohol y la cirrosis hepática, así como los traumatismos y las muertes vinculadas a los accidentes de tránsito son algunas de las principales preocupaciones de las autoridades.
Si se reduce el consumo promedio de alcohol en 20 por ciento se evitarían 1.380 muertes anuales y 105.063 años de vida perdidos por discapacidad y muerte prematura, plantean los estudios.
Según estadísticas de la gubernamental Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito, 21 por ciento de las 1.645 personas fallecidas en accidentes de tránsito en 2007 le deben directa o indirectamente al alcohol su trágico final.
Hasta el 7 de este mes, 1.302 personas habían muerto en el país a raíz de siniestros automovilísticos. A la misma fecha de 2007 eran 1.138 los fallecidos.
"En Chile, las mujeres tienen una esperanza de vida al nacer de 81 años y los hombres de 76 años. Creemos que gran parte de esa diferencia se debe al alcohol", comentó a IPS la ministra Barría.
"El país ha pasado de una etapa de enfermedades infecciosas ligadas al subdesarrollo" a otra donde predominan las dolencias neurosiquiátricas y cardiovasculares, causadas en gran medida por el consumo excesivo de alcohol, tabaco y sal, explicó.
Hasta ahora, los jóvenes menores de 20 años tienen garantizado en el sistema público y privado de salud el tratamiento contra el consumo perjudicial y la dependencia de alcohol y drogas. Lo mismo ocurre con las personas de más de 15 años que sufren depresión, una enfermedad asociada a estas adicciones.
Ahora se requieren "políticas públicas generales que releven el tema del alcohol como un problema" nacional, planteó Barría.
En este momento, el Ministerio de Salud espera que se apruebe un proyecto de ley sobre alcoholes que se discute en el Senado, indicó la funcionaria de gobierno.
La iniciativa legal pretende que se coloquen advertencias preventivas en todos los envases de bebidas alcohólicas, que se restrinja la publicidad en medios de comunicación y que se eliminen los avisos en actividades deportivas y culturales.
Estas medidas han generado resistencias entre las empresas productoras y los deportistas, los cuales suelen tener grandes dificultades para conseguir auspicios.
Además, la cartera de Salud se encuentra elaborando con el Ministerio de Transportes un proyecto de ley que busca modificar los niveles de alcohol permitidos en los automovilistas. Estos son medidos por las autoridades tanto de forma preventiva como después de ocurrido un accidente de tránsito.
"El consumo de alcohol está muy incorporado a la cultura nacional, casi normalizado, no sólo en sectores populares", indicó a IPS la asistente social Rocío Velásquez, quien trabaja en "María Ayuda Corporación de Beneficencia. Proyecto Centro Educacional Familiar", que funciona en la populosa comuna de Puente Alto, en la capital chilena.
El alcohol ha pasado a ser una forma de "socialización" para los chilenos, sostiene la profesional. Pero este "consumo social" pronto se convierte en "consumo abusivo", mezclándose con drogas ilícitas como la marihuana y la cocaína.
Su experiencia le indica que niños de 12 años ya beben alcohol frecuentemente, sobre todo los fines de semana.
Según datos del gubernamental Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes, 38 por ciento de los escolares chilenos consumió alcohol en 2007.
Entre las causas de esta adicción, Velásquez identifica "la desesperanza y la evasión de la realidad". Asimismo, las personas "que sienten que su vida es plana, sin expectativas de mejorar", también son propensas a caer en ella, plantea la profesional.
A Velásquez, que trabaja con niños, niñas y jóvenes vulnerables, además le preocupan las consecuencias del alcoholismo, principalmente la violencia doméstica.