POLÍTICA-MÉXICO: La izquierda busca luz para camino sombrío

El Partido de la Revolución Democrática (PRD), que hace 26 meses estuvo a medio punto porcentual de ganar la presidencia de México, se empeña en salir de su peor crisis en 19 años de vida y en despejar los augurios de un descalabro en las elecciones legislativas de julio de 2009.

El PRD comenzó el sábado su XI Congreso Nacional en un centro de convenciones de la capital mexicana. Hasta el domingo, los delegados alcanzaron varios acuerdos, pero el ríspido ambiente de las sesiones en las que chocaron corrientes moderadas y radicales impidió integrar sus organismos dirigentes como estaba programado.

Así, en la madrugada de este lunes declararon un receso que se prolongará hasta mediados de octubre.

"Estamos en el inicio de la salida de la crisis, las condiciones son ahora mejores, pero hay que trabajar mucho todavía", dijo a IPS Jesús Zambrano, un militante guerrillero en los años 70 que ahora coordina la corriente socialdemócrata Nueva Izquierda, dominante en el PRD.

Ese grupo se enfrentó en marzo en comicios internos para renovar la máxima dirigencia del PRD contra Izquierda Unida, el sector más radical, vinculado al ex candidato presidencial Andrés López Obrador.

Por las denuncias de múltiples irregularidades, entre ellas robo de casillas y alternación de actas, el proceso interno del PRD fue anulado y ese partido se sumió en la peor división desde su registro electoral como partido en mayo de 1989.

Diversas encuestas coinciden en que el PRD es ahora mal visto por la mayoría de los entrevistados. Su marcada caída en los sondeos se vincula a las disputas entre sus militantes, la reiteración de estrategias de fuerza como la toma de tribunas del parlamento, la negativa a negociar con otros partidos y la insistencia en desconocer como presidente de México al conservador Felipe Calderón.

Gran parte de los militantes del PRD sostienen que Calderón triunfó gracias a un fraude cometido contra sus candidato López Obrador en las elecciones presidenciales de julio de 2006. No obstante, la justicia electoral rechazó esa denuncia y dio el triunfo a Calderón por apenas medio punto porcentual de diferencia.

Desde el punto de vista del reparto del poder político, la izquierda mexicana vive desde 2006 su mejor momento: gobierna seis de los 32 estados en que se divide el país, entre ellos el distrito de la capital de México, y tiene el segundo grupo más numeroso de legisladores en la Cámara de Diputados, con 127 de sus 500 miembros, y el tercero del Senado, con 26 de los 128 escaños.

"Tenemos confianza en que aún estamos a tiempo de remontar la mala imagen del PRD y entrar en la competencia electoral de julio de 2009 con mejores posibilidades, incluso similares a las de 2006", señaló Zambrano.

Una encuesta en 1.000 hogares de distintas partes del país realizada a fines de junio por la firma privada Consulta Mitovsky indicó que el partido que despierta más aversión es el PRD con 43,1 por ciento de los consultados. En junio de 2006, ese indicador era de 27,7 por ciento.

En el presente, lo siguen en nivel de rechazo al PRD el histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI) con 27,1 por ciento, y el conservador y gobernante Partido Acción Nacional (PAN), con 23,8 por ciento.

En cuando a las preferencias electorales para las elecciones del 5 julio del año próximo, 13,3 por ciento de los consultados indicaron que votarían por el PRD, 27,1 por el PRI y 25,1 por el PAN.

En el Poder Legislativo actual, el PAN es la primera fuerza, seguida por el PRD y luego el PRI.

En julio de 2009 estarán en juego 1.505 puestos de elección entre seis gobernadores, 565 presidentes municipales, 434 diputados de congresos estatales y 500 diputados federales.

"En lo fundamental estamos ahora unidos en el PRD, aunque también debemos reconocer que aún existe un grupo de intolerantes con el que hay que trabajar", declaró Jesús Zambrano, el coordinador de Izquierda Unida.

Las resoluciones del aún inconcluso XI Congreso Nacional del PRD del fin de semana indican que ese partido sí podrá realizar a futuro alianzas electorales con el PRI o el PAN, postura que era rechazada por la corriente de López Obrador.

En otros puntos se comprometieron a investigar y sancionar a quienes echaron a perder las elecciones internas de marzo con "prácticas fraudulentas", a mantener su rechazo a las reformas legales del sector energético propuestas por el gobierno, el PAN y el PRI, que desde su punto de vista apuntan a privatizar la empresa estatal Petróleos Mexicanos.

En cuanto a la violencia ciudadana que afecta a México con crímenes a granel, niveles de crueldad sin precedentes y hasta un atentado contra civiles cometido el 15 de este mes, concertaron en llamar a un pacto nacional contra la inseguridad a todas las autoridades del país.

También pidieron la renuncia de los funcionarios del gobierno de Calderón encargados de la seguridad por considerarlos ineptos.

Para procesar sus divisiones internas, acordaron integrar un nuevo órgano de dirección con representantes de todas las corrientes internas del PRD y no dejar el comando del partido a un presidente y secretario electos. Tales figuras se mantendrán, pero sólo será ejecutoras de las decisiones del comité superior.

El nuevo cuerpo directivo será integrado en octubre, cuando se reanude el XI Congreso Nacional, igual que un consejo consultivo en el que participarán gobernadores, coordinadores del grupos parlamentarios y ex presidentes del partido.

El PRD fue fundado a fines de los años 80 por un sector disidente del entonces gobernante PRI, que se mantuvo en el poder entre 1929 y 2000. A ese grupo se le sumaron sectores y corrientes izquierdistas y socialdemócratas opositoras.

En este frente de grupos con tradiciones y orígenes diferentes, las confrontaciones han sido constantes en los últimos años, en algunos casos en forma violenta y con denuncias de corrupción.

"Sabemos que no es fácil, pero estamos en un proceso de recomposición que esperemos fortalezca a nuestro partido", dijo Zambrano, uno de los fundadores del PRD, ex legislador y ex secretario de ese colectivo.

Según el historiador Lorenzo Meyer, del colegio de México, un simpatizante declarado de López Obrador, la crisis "espectacular" del PRD "no es otra cosa que la confirmación de la persistencia de una gran fractura interna congénita que nunca se resolvió y que, finalmente, la traumática derrota de 2006 agudizó".

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