La proscripción y el congelamiento de las cuentas bancarias de la organización que reúne a las varias facciones del movimiento islamista afgano Talibán en las fronterizas áreas tribales de Pakistán no afectaron en lo más mínimo su visibilidad mediática.
Representantes de esa agrupación, la Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP), suelen llamar con regularidad a los medios de comunicación pakistaníes en lengua urdu para obtener publicidad gratuita.
Las medidas del gobierno no perjudicarán los intereses de TTP. Por el contrario, lo harán más fuerte, dijo a numerosos periodistas —a los que llamó por teléfono— su portavoz, Mohammad Omar, tras el anuncio de la proscripción el 25 de agosto.
"No tenemos cuentas bancarias. Tenemos todo, pero no cuentas", dijo a IPS desde una ubicación que no quiso revelar.
La renombrada abogada y presidenta de la independiente Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, Asma Jahangir, responsabilizó a los medios de dar voz al Talibán.
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"La descripción que se hace de la militancia (islamista) en periódicos y medios electrónicos envía un mensaje horroroso a la población", sostuvo Jahangir en entrevista telefónica desde la oriental ciudad de Lahore. "El Talibán, que mata a activistas de la sociedad civil mediante asesinatos selectivos, renueva sus fuerzas gracias a la cobertura mediática".
El Talibán es responsable de explosiones y atentados suicidas, y se adjudica rápido a través de la prensa la responsabilidad por la muerte de personas inocentes, apuntó. Los medios de comunicación deben hacer énfasis en las violaciones a los derechos humanos perpetradas por el movimiento islamista.
"Es deplorable el silencio del gobierno respecto del genocidio perpetrado por el Talibán", remarcó. El movimiento tiene libre acceso a los medios de comunicación e Islamabad no parece tener ningún apuro por detenerlo.
El académico Ashraf Ali, especialista en el Talibán de la Universidad de Peshawar, coincidió con Jahangir.
"La prensa promueve al Talibán con descaro", afirmó. "El líder del TTP está en la agencia de Waziristán del Sur", en las Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA).
"Todos los distritos de la Provincia de la Frontera Noroccidental y áreas tribales bajo control del TTP tienen portavoces disponibles para todos y cada uno de los periodistas", apuntó.
Incluso la cadena de televisión estatal PTV da espacio, sin condiciones, a portavoces del Talibán en el horario central de las noticias.
Para el ministro del Interior, Rehman Malik, la mayor preocupación es que el Talibán reconozca públicamente su papel en los atentados suicidas contra civiles.
"Los talibanes se hicieron responsables de varios ataques suicidas y el gobierno no puede dialogar con esa gente", sostuvo Malik.
A principios de este año, el gobierno federal se negó a respaldar conversaciones de paz entre los talibanes del valle de Swat y las autoridades de la Provincia de la Frontera de Noroccidental.
El gobierno local, en manos del Partido Nacional Awami, no pudo negociar una paz duradera, y la violencia recrudece desde junio en muchas partes de esta provincia y de las FATA.
Los medios impresos y electrónicos de este país informan con total libertad acerca de las actividades del Talibán.
Pero la ley antiterrorista de 1997 es muy clara respecto del papel de los medios de comunicación en la impresión, divulgación o publicación de todo material que incite al odio, así como en la cobertura de actividades de toda persona condenada por terrorismo u organizaciones proscritas.
"Se comete un delito si se imprime, publica o divulga todo material, ya sea audio o imágenes, por medios escritos, electrónicos, digitales, fotografías, grafitis, o cualquier otro método que incite al odio religioso, sectario o étnico o dé proyección a toda persona condenada u organización proscrita o bajo observación", reza la ley.
La ley estipula que toda persona culpable de este delito puede ser condenada a un máximo de seis meses de cárcel y una multa.
Pero nadie en los medios de comunicación se molestó en respetar la ley. En cambio, existe una insaciable voracidad por noticias relacionadas con el "terrorismo", muy bien vendidas en el ámbito local e internacional.
Periodistas ambiciosos arriesgan su vida para entrevistar a jefes de organizaciones proscritas, y algunos, incluso, dieron un paso más y se convirtieron en sus propios portavoces.
Los reporteros de las conflictivas FATA caminan por una línea delgada. Algunos fueron asesinados en circunstancias sospechosas y otros debieron escapar por razones de seguridad.
Los insurgentes tildan a los periodistas de "wajibul qatl" (pasible de morir). Si los profesionales divulgan cualquier información contraria a sus deseos, pueden ser ejecutados.
Analistas que no quisieron revelar su identidad creen que los medios perdieron todo sentido de imparcialidad.
Cualquier información difundida por organizaciones proscritas se acepta como noticia y se publica. En gran parte de la cobertura de operaciones militares y de hechos de violencia se valora a los combatientes islámicos.