Antinacional le dicen en India a alguien que está a favor del derecho a la autodeterminación de la población del estado de Jammu y Cachemira. Parecen ser cada vez más, aunque sus argumentos son de lo más variados.
En las últimas semanas aparecieron más columnas pidiendo a los indios que piensen lo que para muchos es impensable. "Dejen en paz a Cachemira" y "Estaremos mejor sin Cachemira", señalaron reconocidos profesionales de grandes periódicos nacionales.
Entre ellos, Vir Sanghvi, del periódico de gran circulación Hindustan Times, Jug Suraiya, del Times de India, el popular columnista Swaminathan A. Aiyar y la redactora y activista Arundhati Roy.
A juzgar por una encuesta de opinión, los periodistas reflejan un sentimiento cada vez más popular.
Times of India realizó una encuesta entre jóvenes profesionales de nueve ciudades. Treinta por ciento dijeron que si los costos económicos y humanos son tan altos, India no debería atarse a Cachemira.
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Pero 59 por ciento señalaron que la región debe mantenerse cueste lo que cueste.
Dos de cada tres entrevistados respondieron que "no" a la pregunta de si debía aceptarse la secesión del estado de Jammu y Cachemira, o de parte de él.
La situación en Cachemira volvió al tapete hace dos meses cuando Nueva Delhi propuso otorgar 40,5 hectáreas de bosque a una organización religiosa hindú de la zona meridional de Jammu, de mayoría musulmana.
La reacción a esta decisión hizo añicos el mito de que los cachemires de India se habían reconciliado con la idea de formar parte de este país.
Otro giro inesperado fue la idea de una división interna de Jammu y Cachemira entre nacionalistas hindúes y separatistas islámicos. Eso enterró el concepto de Kashmiriyat, el sincretismo cultural característico de ese estado.
La porción de Cachemira que forma parte de India está dividida en tres zonas distintas: Jammu, de mayoría hindú, el valle de Cachemira, musulmán, y Ladakh, habitada en gran parte por budistas.
Azad Kashmir (Cachemira libre) y el Territorio del Norte pertenecen Pakistán.
Desde su creación tras el fin de la colonia británica en 1947, India, de mayoría hindú, pero con Constitución laica, y Pakistán, musulmán, se disputan el control de ese territorio.
Las tres guerras libradas por ambos países no cambiaron el hecho de que dos tercios del territorio pertenezcan a India y el resto a Pakistán.
El "cansancio de Cachemira" parece ser el sentimiento que subyace la opinión pública actual.
"No se trata de que haya un reconocimiento del derecho legítimo de los cachemires a decidir, sino del sentimiento de exasperación respecto de que los mimados y consentidos cachemires sigan siendo antiindios", explicó el activista de derechos humanos Tapan Bose.
"La brillante India no quiere mancharse por tratar de mantener por la fuerza a los resentidos y enajenados cachemires", añadió.
En su artículo del 16 de agosto, Sanghvi mencionó ese asunto de forma sucinta.
"¿Qué recibe el gobierno por los favores especiales y los miles de millones de dólares gastados?", preguntó.
"Nada de gratitud, un odio activo contra India. Pakistán, un país pequeño de segunda categoría y ampliamente superado por India, de repente y como si fuera nuestro igual, nos da lecciones de derechos humanos", respondió.
"Tenemos un mundo por conquistar y los medios para hacerlo. Cachemira es un problema del siglo XX. No podemos dejar que nos arrastre y nos desangre mientras asumimos nuestro lugar en el mundo", sostuvo Sanghvi.
Por su parte, Swaminathan Aiyar y Jug Suraiya tienen una visión más liberal del asunto.
Aiyar reconoce que "la democracia en Cachemira ha sido una farsa desde hace casi seis décadas". Hay un paralelismo incómodo entre el poder colonial británico sobre India y el que Nueva Delhi ejerce sobre "los que se resisten a él" en ese estado.
Según Suraiya, la secesión de Cachemira hiere de muerte la idea de como sociedad democrática y Estado plural.
"India puede sobrevivir sin Cachemira si tiene que hacerlo. Pero no sobrevive sin la idea de un país donde la discrepancia en términos democráticos y la libre asociación de personas son principios centrales", señaló.
Por último, el artículo de Arundhati Roy, publicado por el periódico inglés The Guardian el 22 de agosto, propone una visión radicalmente distinta del asunto.
"India necesita azadi (liberarse) de los cachemires, tanto como los cachemires necesitan azadi de India", escribió.
"Las manifestaciones no violentas se nutren del recuerdo de años de represión", apuntó Roy.
"La ocupación militar india nos vuelve monstruos y permite que los xenófobos hindúes atenten contra, y discriminen a los musulmanes de India y los conviertan en rehenes de la lucha por la libertad de Cachemira", agregó.
Mientras la directora ejecutiva de Kashimir Times, Anuradha Bhasin Jamwal, se mostró sorprendida por las opiniones expresadas por personas que, salvo Roy, nunca habían defendido públicamente la azadi.
"Siempre abogamos por la azadi. Pero este no es el mejor momento. Nadie piensa en las repercusiones de la desintegración del estado por sus fronteras comunitarias, en especial Doda, Rajouri y Poonch", indicó.
"¿A la azadi de quién se refieren? Es necesario apagar las llamas y comenzar un diálogo en diferentes niveles", sostuvo.
En medio del aluvión de artículos, el Times of India publicó el 22 de agosto la opinión del analista estratégico K. Subrahmanyam, representante de una postura oficial en materia de seguridad, en la que expresa su posición totalmente contraria a redefinir las líneas fronterizas.
El conocido nacionalista advierte que si los cachemires se van a independizar "habrá que prever las consecuencias".
"Cuando se dividió el subcontinente indio en 1947, no se previeron las consecuencias y el resultado fue un baño de sangre que se cobró la vida de millones de personas y la limpieza étnica involucró a unas 15 millones más", señaló Subrahmanyam.
En un llamado a mostrar cierta responsabilidad y a hacer un esfuerzo por salvar a la Kashmiriyat, el veterano periodista Kuldip Nayar publicó un artículo el 29 de agosto en el Deccan Herald en el que sostiene que la independencia de Cachemira dejará el territorio a merced del movimiento islamista Talibán y de otros terroristas.
Por su parte, Harish Khare, advirtió el 28 de agosto en The Hindu sobre "no exagerar con la respuesta a los eslóganes provocativos que se escucharon en Lal Chowk", ajetreada zona comercial de Srinagar.
"No es necesario pedir disculpas por nuestras prácticas y valores democráticos". La sociedad cachemira todavía puede ser apartada de la violencia, la desconfianza y el recelo".
El editor del sitio de noticias de Internet New Age Islam, Sultan Shaheen, condenó la "irresponsabilidad" de los intelectuales al argüir a favor de la independencia de Cachemira.
"¿Qué hay de los musulmanes nacionalistas de Cachemira? La visión laica y plural de India fue la que los hizo venir a India. Cachemira es importante para los indios de a pie porque la Kashmiriyat es un prototipo para la Hindustaniyat, una combinación única de unidad en la diversidad ideológica", señaló.