PAKISTÁN: No hay solución militar a ataques suicidas

Analistas políticos han alertado durante mucho tiempo a los gobiernos de Estados Unidos y de Pakistán de que no habrá soluciones militares fáciles en la «guerra contra el terrorismo», cada vez más intrincada.

Estas advertencias se reforzaron con el atentado con bomba en el Hotel Marriott en Islamabad el sábado pasado. Si no fue el ataque más devastador en este país, quizás es el más simbólico en términos de lugar y tiempo.

El número de ataques suicidas y sus víctimas fatales en Pakistán ha crecido en forma sostenida desde el primer atentado en 2002. El año más mortal hasta ahora ha sido 2007, durante el cual explosiones con bomba contra una procesión de la ex primer ministra Benazir Bhutto el 18 de octubre acabaron con la vida de 150 personas. Fue el mayor número de muertes en un solo ataque.

El año pasado terminó con el atentado del 27 de diciembre que mató a Bhutto. El número de muertes, unas 30, fue relativamente bajo, pero el ataque privó a Pakistán de esa líder, símbolo más visible de las aspiraciones democráticas y en la que muchos habían depositado sus esperanzas de un futuro mejor.

El atentado en el Marriot mató a unas 60 personas, cuando un solitario atacante suicida chocó su camión cargado con más de 600 kilos de explosivos de alta potencia contra la barrera de seguridad del hotel.
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La onda expansiva y el fuego demolieron al edificio, un importante símbolo de poder en Islamabad, por lo que muchos llaman al atentado "el 11 de septiembre de Pakistán", en alusión a los ataques terroristas en Nueva York y Washington de 2001.

Pakistaníes ricos y famosos han patrocinado este hotel de 290 habitaciones, situado en un área de alta seguridad donde se encuentran los centros de poder del país: el parlamento, la Corte Suprema, la sede de la presidencia y un enclave diplomático con varias misiones extranjeras, incluyendo las de Estados Unidos, Gran Bretaña e India, así como varias estaciones de televisión y radio.

Informes no confirmados señalaban que infantes de marina (marines) de Estados Unidos usaban el hotel como centro de operaciones encubiertas. Testigos vieron en la noche del 17 a marines descargando cajas de acero de un camión para llevarlas al hotel, el mismo día en que el primer ministro Yousuf Raza Gillani se reunió en Islamabad con el almirante estadounidense Mike Mullen.

El militar se habría comprometido ante Gillani a respetar la soberanía de Pakistán y detener las incursiones militares en su territorio. Pero, horas después, un avión estadounidense no tripulado disparó contra una casa en Waziristán del sur, zona tribal fronteriza con Afganistán, matando a media docena de personas.

Estados Unidos ha estado enviando este tipo de aviones desde sus bases en Afganistán contra las zonas tribales en Pakistán para bombardear supuestos escondites de la red extremista islámica Al Qaeda. Los militares pakistaníes protestaron el 3 de este mes cuando grupos de operaciones especiales de la Armada estadounidense ingresaron a las zonas tribales.

Analistas señalan que las amenazas del ejército pakistaní de responder a incursiones estadounidenses tienen poco peso ante el poder militar de Washington y ante la dependencia de Islamabad ante la ayuda del gobierno de George W. Bush.

La intrusión estadounidense del 3 de este mes, dos días después de que el nuevo presidente pakistaní Asif Ali Zardari tomó juramento, y los ataques subsiguientes sólo debilitaron la naciente democracia de este país, señalaron.

"Declaraciones de funcionarios civiles y militares de Estados Unidos sobre Pakistán con frecuencia se contradicen", señaló el analista de defensa Hasan Askari-Rizvi. "El patrón típico es que un funcionario estadounidense defienda las operaciones militares en áreas tribales, pero que al mismo tiempo hable de respetar la soberanía de Pakistán".

El ataque contra el Marriot fue perpetrado luego de una alocución de Zardari ante la Asamblea Nacional. Se cree que la gran seguridad montada en la zona con motivo de este discurso impidió que los atacantes lanzaran los explosivos contra la sede del parlamento y la residencia del primer ministro, que habrían sido los objetivos originales.

El atentado se produjo también en un momento simbólico desde el punto de vista religioso: durante el mes sagrado musulmán de Ramadán. El mensaje fue claro: pueden golpear la capital de Pakistán y no les importa ni la democracia ni la religión.

Ningún grupo se atribuyó el ataque, pero el primer ministro Gillani señaló al movimiento islamista Talibán y a Al Qaeda. Durante los últimos años, los talibanes, originarios de Afganistán, consolidaron baluartes en las zonas tribales pakistaníes del noroeste, con las que tienen lazos étnicos, lingüísticos e históricos.

Aunque Pakistán al principio parecía estar "ganando el juego", fue golpeado por el Talibán pakistaní cuando bajó la guardia, según el periodista Ahmed Rashid, autor del libro "Descent into Chaos: The United States and the Failure of Nation Building in Pakistan, Afghanistan, and Central Asia" (Descenso al caos: .Estados Unidos y el fracaso de la construcción de una nación en Pakistán, Afganistán y Asia Central).

"El año pasado, las milicias pakistaníes del Talibán desarrollaron su propia agenda política: ‘talibanizar’ el norte de Pakistán y crear un nuevo ‘estado sharia’ (bajo la ley islámica) que lleve a la ‘balcanización’ de Pakistán", indicó.

El atentado contra el Marriott lleva todas las firmas de la "insurgencia local", y fue perpetrado "por las mismas personas que atacaron el edificio de la FIA (Agencia Federal de Investigaciones) el año pasado y mataron a Benazir", dijo a IPS un militar retirado y analista de defensa, quien pidió mantener su nombre en reserva.

Pero "los habitantes de las zonas tribales no tienen esta experiencia, a menos que reciban ayuda de afuera", sostuvo.

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