GEORGIA: Divergencias se ramifican en Asia central

El reconocimiento ruso de Osetia del Sur y Abjasia como estados independientes de Georgia dejó al descubierto divergencias de intereses geopolíticos dentro de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), bloque de seguridad integrado por seis naciones.

El Kremlin buscó, con la creación de la OCS, forjar un contrapeso a alianzas occidentales como la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). Pero el conflicto con Georgia reveló un juego de conflictivas lealtades entre Rusia, China y Occidente.

De frente a su primer conflicto militar serio desde su fundación en 2001, la OCS no logró adoptar una posición clara, si bien escondió su ambigüedad detrás de declaraciones de preocupación sobre la tensión en la región.

Esas declaraciones incluían encomios al papel jugado por Rusia, pero al mismo tiempo evitaban condenar a Georgia por supuestamente encender el conflicto, a instancias de China y los restantes cuatro miembros de la organización, las repúblicas ex soviéticas de Kazajstán, Kirguizstán, Tayikistán y Uzbekistán.

Así, ninguno de esos países llegó a reconocer la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, como sí lo hizo Rusia el 26 de agosto.
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Beijing consideró que su respuesta a la crisis era coherente con la histórica política china de negarse a apoyar a ningún movimiento separatista.

Pero analistas chinos atribuyeron el inequívoco apoyo a Rusia por parte de China a otras dos razones: su deseo de evitar escaladas antioccidentales en la región y su temor a que el conflicto en Georgia pueda ser un preludio de otro enfrentamiento prolongado entre Rusia y Occidente.

"¿Nos dirigimos a otra Guerra Fría?", preguntó Liang Qiang, investigador sobre temas de Rusia y Asia central en la Academia China de Ciencias Sociales.

"Todavía no lo sabemos, pero es la primera vez desde el colapso de la ex Unión Soviética que Rusia decide desplegar sus fuerzas militares de ese modo. El conflicto entre con Georgia muestra que la expansión hacia el oriente que busca la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no es algo que Rusia esté dispuesta a observar de brazos cruzados", sostuvo.

El analista Fang Yan especuló en su columna en el periódico Beijing News que el conflicto de Rusia y Georgia es meramente la "semifinal" de un juego geopolítico donde el oponente real de Moscú es Washington. "No podemos evitar preguntarnos cuál es la próxima Osetia del Sur", planteó.

Beijing puede haber rehuido de criticar a Rusia por su apoyo a la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, pero su ansiedad es evidente.

Con minorías étnicas inquietas en Tíbet y en la noroccidental provincia musulmana de Xinjiang, China se enfrenta con sus propios reclamos separatistas, y ya expresó reiteradamente su "preocupación" por los acontecimientos entre Rusia y Georgia.

"Somos plenamente conscientes de la complicada historia y actualidad de Osetia del Sur y Abjasia, y dada nuestra consistente posición en la materia esperamos que los países relacionados resuelvan estas cuestiones de modo adecuado a través del diálogo", dijo a la prensa en Beijing el portavoz de la cancillería, Qin Gang.

Expertos chinos en asuntos rusos alegan que a Moscú no le tomaron por sorpresa las intenciones de Tiflis, y que el Kremlin demostró estar preparado para afrontar las consecuencias del reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia.

El argumento subyacente es que a Rusia no le resulta imprescindible la ayuda de China para solucionar la actual crisis.

"Rusia es muy consciente de que cuenta con sus recursos petroleros para negociar su posición. En contraste, Occidente tiene opciones limitadas para castigar a Moscú", dijo Qiang Xiaoyun, experto en asuntos rusos del Instituto de Relaciones Internacionales de Shanghai.

"A partir de las acciones adoptadas por Rusia hasta ahora —prohibir las importaciones avícolas desde Estados Unidos y congelar la cooperación con la OTAN—, se advierte que Moscú estaba más que preparado para el conflicto", agregó.

China no puede darse el lujo de que la vean apoyando alianzas que pueden perjudicar su posición diplomática como país responsable en el escenario global. Comparada con Moscú, Beijing depende más del mundo exterior, dada su demanda de petróleo y de recursos naturales y sus inversiones.

En los últimos 30 años, los líderes chinos han trabajado de modo continuo para asegurarse de que nada alterará el pacífico avance del país hacia la concreción del sueño del renacimiento nacional.

Además, China acaba de obtener buenas calificaciones por preparar y ser anfitriona de los XXIX Juegos Olímpicos, lo cual es visto dentro del país como la culminación de sus esfuerzos por reintegrarse a la comunidad internacional y ser reconocida como una nación importante.

"Sería difícil imaginar que China hubiera hecho algo que estropeara esa impresión y debilitara su hazaña al entrometerse en el medio de la disputa de Rusia con Occidente", comentó el diario en inglés China Business Journal.

El conflicto también parece haber promovido inadvertidamente los intereses energéticos de China en la región.

Los expertos creen que la prolongada inestabilidad y tensión en Georgia puede llevar a las repúblicas centroasiáticas a abandonar los planes de vender sus recursos energéticos a Rusia y recurrir, en cambio, a China.

Tanto Rusia como Occidente vienen cortejando a las repúblicas de Asia central por su riqueza de petróleo y gas.

Pero China se ha movido mucho más rápidamente que sus competidores: ya acordó la compra de hasta 40.000 millones de metros cúbicos de gas anuales a Turkmenistán y actualmente construye un gasoducto para transportarlo a través de Uzbekistán y Kazajstán hacia China occidental.

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