Los sindicatos de Estados Unidos, tradicionales aliados del Partido Demócrata, tienen aun más razones para rechazar al gobernante Republicano tras la pérdida de más de un millón de empleos en la industria manufacturera.
En 2000, antes de la primera presidencia de George W. Bush, 2.832.000 trabajadores sindicalizados estaban empleados en la industria manufacturera en todo el país.
Después de siete años de gobierno de Bush, esa cifra cayó en picada 39 por ciento hasta llegar a 1.734.000. Es decir que se perdieron unos 1,1 millones de puestos de trabajo.
El movimiento obrero asumió un papel central en la campaña presidencial del candidato del Partido Demócrata, Barack Obama.
Obama adhirió al proyecto de ley de Libre Elección de los Empleados, que habilita a los trabajadores la creación de sindicatos en sus lugares de trabajo, a diferencia de su rival del Partido Republicano, John McCain, quien se dedicó a atacar el proyecto.
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"El movimiento obrero sufrió un sostenido ataque corporativo y derechista en la mayoría de los últimos 60 años, acentuado en las eras republicanas" de Ronald Reagan (1981-1989), George Bush (1989-1993) y George W. Bush, señaló el economista Sheldon Friedman, investigador de la central sindical Federación Americana del Trabajo-Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, por sus siglas en inglés).
"En ese contexto, es sorprendente que exista un movimiento obrero en este país. Es fácil, pero fundamentalmente incorrecto responsabilizar a los sindicalistas por la nefasta situación de la clase trabajadora", añadió.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o Nafta, por sus siglas en inglés) abrió paso a la fuga de puestos de trabajo de Estados Unidos a otras naciones como México, pero aumentó el déficit comercial con ese país y con Canadá, lo cual, según el Instituto de Política Económica, también costó un millón de puestos de trabajo.
Dos de cada tres de esos empleos se perdieron en el sector manufacturero. Esa cantidad incluye empleos de trabajadores sindicalizados y no sindicalizados, explicó Friedman.
"El senador Obama dijo que si era presidente renegociaría el Nafta para ofrecer más protección a los trabajadores, a los consumidores estadounidenses y al ambiente", remarcó Friedman.
"La AFL-CIO con seguridad estará a favor. En cambio McCain fue y sigue siendo un fuerte partidario del Nafta que tenemos ahora", añadió.
El presidente de la central sindical, John Sweeney, considera que la plataforma de Obama permitirá la recuperación de empleos en Estados Unidos,
Entre las medidas que tienden a ese objetivo, según Sweeney, figuran los controles a las empresas del sector financiero para proteger ahorros y pensiones, un recorte de impuestos para la clase media, inversiones en fuentes limpias de energía y límites a los grupos de presión corporativos.
"Además terminará la guerra de Iraq para que podamos construir nuestro propio país, nuestros puentes, nuestras carreteras y nuestras escuelas, que se vienen abajo", añadió. "Estados Unidos no tiene que ser un país donde la gente que trabaja duro tenga que luchar para sobrevivir."
Obama garantizó la aprobación de virtualmente casi todos los sindicatos de Estados Unidos, pequeños y grandes.
Frente a la caída del gran banco de inversiones Lehman Brothers Holdings Inc. y la calificadora de riesgo Merrill Lynch & Co., el candidato demócrata atacará, de llegar a la presidencia, "los desequilibrios del poder que se generaron entre trabajadores y corporaciones", señaló Friedman.
"La productividad laboral se elevó 20 por ciento desde 2000, pero luego de casi ocho años de malos manejos de Bush, el ingreso promedio de las familias es hoy aun más bajo que antes", agregó.
"Nueve millones de estadounidenses perdieron su cobertura de salud. Los desalojos se dispararon, se evaporaron viviendas de trabajadores por valor de miles de millones de dólares, los precios del combustible están en la estratosfera y el sistema financiero está al borde de su crisis más seria desde la gran depresión de los años '30", observó.
El presidente del sindicato del sector automovilístico (UAW) Ron Gettlefinger, dijo en un acto del Día de los Trabajadores, 1 de septiembre, en Detroit que "28 millones de sindicalistas ya han elegido" a Obama.
"Amamos a nuestro país tanto como para no aceptar el actual estado de las cosas", afirmó. "Barack Obama puede contar con los trabajadores organizados, que lo apoyarán en el camino hacia el cambio."
Por su parte, Obama dijo a la muchedumbre: "Creo en el movimiento sindical. Creo en los trabajadores estadounidenses. Creo que tienen el derecho a organizarse, a la negociación colectiva. Creo que es importante tener un presidente que no se atragante con la palabra 'sindicato'. Y creo que necesitamos un Departamento (ministerio) de Trabajo que crea en los trabajadores."