El gobierno de George W. Bush no tomó ninguna medida para impedir la huída de Osama bin Laden y otros líderes de la red extremista Al Qaeda desde Afganistán hacia Pakistán tras el 11 de septiembre de 2001, según ex funcionarios estadounidenses.
El gobierno, aseguraron, priorizó la planificación de una guerra con Iraq, en lugar de concentrarse en la acción militar contra Al Qaeda en Afganistán.
En consecuencia, Estados Unidos tenía insuficientes tropas y recursos en el terreno para cubrir todas las posibles rutas de escape a través de la frontera entre esas dos naciones.
Los militares estadounidenses no recibieron orden de preparar un plan que cubriera esa posibilidad. Y rechazaron en noviembre de 2001 la oferta del entonces presidente pakistaní, Pervez Musharraf (1999-2008), de desplegar 60.000 soldados en la frontera para interceptar a Bin Laden y los líderes de Al Qaeda, afirmaron los ex funcionarios.
El 12 de noviembre de 2001, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) tuvo información de que Bin Laden huía hacia unas cavernas en las montañas Tora Bora, cerca de la frontera con Pakistán.
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El general Tommy Franks, comandante de la fuerza multinacional liderada por Estados Unidos que invadió Afganistán, no contaba con recursos para bloquear esa retirada.
Franks le preguntó al Comando Central del ejército, a cargo del teniente general Paul T. Mikolashek, si podía enviarle refuerzos, pero no existían ni uniformados ni la capacidad de transporte aéreo para trasladarlos al lugar de la acción, según el coronel retirado David Lamm, jefe de las tropas estadounidenses estacionadas en Kuwait.
Aparentemente, Franks también tomó conciencia de que necesitaría la ayuda de Pakistán para cortar la retirada de Al Qaeda. Bush indicó en privado que sería necesario "presionar a Musharraf" para que colaborara.
Franks viajó a Islamabad para formular el pedido al presidente pakistaní. Según el teniente general Mike DeLong, subordinado inmediato de Franks, Musharraf dijo que no podía hacer tal cosa, ya que corría el riesgo de desatar una guerra civil en su país.
Pero la ex embajadora de Estados Unidos en Pakistán, Wendy Chamberlin, quien estuvo presente en el encuentro entre Franks y Musharraf, ofreció a IPS una versión diferente sobre lo que ocurrió en esa reunión.
Según Chamberlin, Musharraf dijo que los militares estadounidenses habían subestimado los recursos necesarios para impedir la huida de Bin Laden de Afganistán.
Aunque el presidente pakistaní admitió que su gobierno nunca había controlado las áreas fronterizas, agregó que era un buen momento para comenzar a hacerlo y ofreció desplegar 60.000 soldados, agregó la ex diplomática. Pero pidió a Estados Unidos aviones para transportarlos.
Según Lamm, eso era logísticamente imposible. Se hubiera necesitado una brigada de aviación completa, incluidos cientos de helicópteros y tropas de apoyo. Sencillamente, no se contaba con esos recursos.
La escasez de medios era tan marcada que en un momento dado Estados Unidos empleó aviones comerciales para trasladar suministros a Afganistán, agregó.
Franks logró enviar 1.200 infantes de marina a Kandahar, el 26 de noviembre, para tomar control de la base aérea. Fueron transportados por los helicópteros de un portaaviones que se trasladó desde el océano Pacífico hasta el golfo Pérsico o Arábigo, según Lamm.
Los infantes de marina (marines) patrullaron las rutas del área con la esperanza de interceptar a miembros de Al Qaeda que huían a Pakistán. Pero DeLong, hoy ya retirado del ejército, dijo en una entrevista que no eran suficientes para patrullar 1.500 kilómetros de frontera.
Además, las tropas estadounidenses se hubieran enfrentado muy probablemente con la resistencia armada de las poblaciones tribales en las áreas fronterizas que, según DeLong, "apoyaban a Bin Laden porque les dio millones de dólares".
Si la prioridad del gobierno de Bush hubiera sido capturar a la cúpula de Al Qaeda, hubiera desplegado las tropas terrestres y recursos logísticos suficientes meses antes de comenzar la invasión de Afganistán, pero eso, según Lamm, implicaba postergarla hasta la primavera de 2002.
Sin embargo, algunos funcionarios clave descartaron esa posibilidad desde el inicio. El entonces secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, y el subsecretario del área, Paul Wolfowitz, dejaron de lado ese tipo de planes para Afganistán porque querían que la Casa Blanca interviniera militarmente en Iraq en forma rápida.
Incluso luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, Rumsfeld, Wolfowitz y el vicepresidente estadounidense Dick Cheney se opusieron a enviar tropas a Afganistán, al tiempo que promovían la guerra contra Iraq.
La directiva secreta de Bush del 17 de septiembre de 2001 para la invasión de Afganistán también ordenaba al Departamento de Defensa comenzar la preparación de los planes para invadir Iraq, según señaló el periodista James Bamford en su libro "Pretext for War".
La posibilidad de evitar la huída de Bin Laden a Pakistán se perdió a causa de la obsesión por obtener una rápida victoria en Afganistán y proceder con la invasión de Iraq.
*Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005 y reeditado en 2006.