Las cifras no mienten y son alarmantes. Los más diversos informes de instituciones internacionales sobre el desarrollo económico, social y educacional son recibidos como un balde de agua fría en Portugal.
El gobierno del primer ministro socialista José Sócrates, pese a todo, continúa enviando un mensaje optimista a una población cada vez más escéptica y agobiada por las premuras económicas, y por el espejo de una sociedad que los datos la reflectan como la más injusta de la Unión Europea (UE).
Cada vez que se divulga un estudio transnacional, de la UE, del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial, Portugal sale mal parado. Esta vez le correspondió a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) enviar el tirón de orejas a Lisboa.
Una investigación ampliamente difundida este martes de esta institución con sede en Paris ubicó a Portugal en el segundo país del grupo con más empleados sin ningún tipo de calificación. Sólo fue superado por Turquía entre los 30 países miembros.
La OCDE esta integrada por Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Corea del Sur, Dinamarca, Eslovaquia, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Hungría, Irlanda, Islandia, Italia, Japón, Luxemburgo, México, Nueva Zelanda, Noruega, Polonia, Portugal, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Republica Checa, Suecia, Suiza y Turquía.
Con un analfabetismo de 9,2 por ciento, seis de cada diez trabajadores portugueses no cuentan con ninguna formación específica, un indicador sólo superado por Turquía, donde según la OCDE alcanza a 64 por ciento.
Los indicadores elaborados en base a datos de 2006 colocan también a Portugal en los últimos lugares en lo referente a empleados con grado universitario, compartiendo 13 por ciento con Italia y superando a Turquía, con poco más de 10 por ciento.
En los tres primeros lugares del extremo opuesto se ubican Canadá, donde casi la mitad de quien trabaja cuenta con formación universitaria , secundado por Israel, con 46 por ciento, y Estados Unidos, con 39 por ciento.
En lo que respecta a la mano de obra calificada, Portugal nuevamente se coloca en el penúltimo lugar con 28 por ciento, superando otra vez a Turquía, que tiene 25 por ciento, en un listado encabezado por Holanda, con poco más de 50 por ciento, Australia, casi alcanzando 50 por ciento, y Suiza, con 48 por ciento.
Después de estos tres países, se ubican Holanda, Suecia, Finlandia, Noruega e Islandia, mientras al final de la lista, pero antecediendo a Portugal y a Turquía, aparecen Polonia, Italia, República Checa, Hungría, España y Eslovaquia.
La relación entre desarrollo económico y social con la educación es también destacada en el informe de la OCDE. Portugal se coloca en el lugar 22 en un listado de 33 países, ya que el elenco incluye también a Brasil, Chile y Rusia, aunque no son miembros de la organización.
Portugal invierte 5.964 dólares anuales por alumno, en un promedio calculado entre la educación primaria, secundaria y universitaria, frente 12.780 dólares de Estados Unidos, que encabeza el grupo, seguido en ese orden por Suiza, Noruega, Austria, Dinamarca y Suecia, con valores que van desde los 12.070 a los 9.160 dólares por alumno.
La lista de los 33 países es cerrada por Brasil, que destina 1.400 dólares anuales por alumno, antecedido por Estonia, Polonia, Eslovaquia, Chile, México y Rusia, que gastan entre 3.830 y 2.000 dólares anuales por estudiante.
"El futuro del desarrollo en un país depende un gran parte de la educación, la posterior formación y la consecuente especialización, todo lo cual se traducirá en una evidente alta productividad de la mano de obra laboral", comentó a IPS el economista Mario Torres, ex funcionario de la cooperación internacional en Mozambique.
Sin embargo, "estos elementos no son los únicos requisitos para el desarrollo". "También hay que considerar el incentivo social, las personas deben sentirse bien, trabajar a gusto, ver que su remuneración corresponde a su esfuerzo", apuntó.
Lo que ocurre, en cambio, "es que hay un gran desencanto de personas pésimamente pagadas, que leen diariamente noticias sobre salarios obscenos que reciben algunos administradores de empresas públicas o con alta participación del Estado, donde los gobiernos tienen una palabra que decir", añadió el economista.
En efecto, la noticia que aparece este martes en todos los medios de comunicación, informando que un médico que trabaje ininterrumpidamente urgencias de un hospital estatal puede llegar a recibir 3.550 dólares en un solo día de trabajo, sería uno de los casos "obscenos" referidos por Torres.
Esta información comparte las páginas de los periódicos este mismo día en que el Instituto Nacional de Estadísticas revela que el año pasado 151.000 personas no ganaron más de 440 dólares líquidos por mes y que 46 por ciento de los 1,7 millones de trabajadores ganan menos de 850 dólares mensuales.
Según los criterios gubernamentales, para entrar en la calificación de pobre en Portugal se debe ganar igual o menos de 525 dólares al mes. Se estima que 22 por ciento de los 10 millones de habitantes de este país sobreviven en la frontera de la pobreza.
"Quien debe administrar su vida con el salario mínimo nacional de 605 dólares, con precios de alimentos, gasolina, electricidad, gas y agua superiores a los de España y de algunos países de la UE, no son precisamente felices con la situación que enfrentan y con la vitrina de la riqueza excesiva que ven cotidianamente", explica Torres. También este martes fueron divulgados datos de la estatal Caixa Geral de Aposentações (Caja General de Jubilaciones), revelando que las llamadas "pensiones de lujo" de más de 5.700 dólares por mes aumentaron en 640 por ciento en los últimos 12 años.
Tan sólo este año, 207 funcionarios del Estados se jubilaron con pensiones de más de 5.680 dólares, encabezando la lista el inspector general de Correos y Telégrafos, con 11.360 dólares, seguido por dos jueces, que percibirán 8.520 dólares mensuales cada uno.
En la vitrina que contemplan los portugueses que hacen parte de ese 22 por ciento de precarios "están los sueldos millonarios de las personas en activo", enfatiza Torres, un decidido defensor de que la mala distribución de la riqueza es uno de los problemas básicos del estancamiento económico luso, "que aún no es recesión, pero podrá serlo".
En un extenso reportaje publicado en el último número del semanario Sábado, de Lisboa, bajo el título de "Entre los mejores pagados", el caso más notorio es el del presidente ejecutivo de Portugal Telecom (PT), Zeinal Bava, con un ingreso de 196.067 dólares mensuales.
Una cifra astronómica, pero aun así Bava recibe 67.500 dólares menos que su predecesor, Henrique Granadeiros, quien según un reportaje publicado a comienzos de este año por el semanario Visão cada mes depositaba en su cuenta bancaria el equivalentes al salario de 128 administradores de nivel medio de PT. Torres recordó que en su mensaje de Año Nuevo 2008, el presidente de Portugal, Aníbal Cavaco e Silva, pese a ser un conservador, cuestionó los "salarios injustificados y desproporcionados" de los administradores.
El mensaje del presidente cayó en saco roto, con la excepción de Fernando Pinto, presidente ejecutivo de TAP (Transportes Aéreos Portugueses), que por voluntad propia redujo su sueldo en 10 por ciento, un caso único entre los altos cargos de empresas públicas.
Al concluir su diálogo con IPS, el economista puntualizó que el presidente de TAP "ni siquiera necesitaba hacerlo, porque goza de gran prestigio y hasta simpatía en la opinión pública, ya que salvó a la compañía de una bancarrota segura".
"Un ejemplo que debería ser seguido por los gestores nacionales, porque, como se sabe, Pinto no es portugués sino brasileño", sentenció.