El concepto de comercio justo es tan viejo como la ética misma. Pero su actual sustento teórico choca con el consumo masivo.
La literatura francesa en materia de comercio justo tiene mucha afinidad con "La ética a Nicómaco", obra del filósofo griego Aristóteles en la que postula que la ética depende del contexto.
Lo mismo puede decirse del comercio justo, un concepto en constante evolución.
Muchas ideologías en boga durante el siglo XIX en Estados Unidos y Europa llevaron a la creación de comunidades y aldeas autosustentables, de acuerdo con los principios del socialismo utópico del filósofo francés Claude-Henri de Rouvroy, más conocido como Conde de Saint-Simon, quien abogaba por relaciones comerciales equitativas como pilar de la armonía social.
La mayoría de esas experiencias duró poco.
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Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), muchos de los que profesaban una visión del comercio ético del siglo XX se inspiraron en la religión.
En Estados Unidos, el Comité Central de los Menonitas comenzó a vender artesanías de las naciones en desarrollo en tiendas de beneficencia en 1946.
Asimismo en Francia, el abate Pierre (1912-2007), sacerdote católico e incansable luchador de los derechos de las personas sin hogar, creó la primera red de comercio justo, Emaús, donde se vende vestimenta usada y otros productos en beneficio de muchas causas.
Pero esas encarnaciones morales del comercio se parecen más a donaciones benevolentes y caritativas que a actividades empresariales. En su concepción de trabajo humanitario, el comercio justo se volvió secular en la década de los años 60.
El término propiamente dicho fue acuñado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) de 1968, realizada para "maximizar oportunidades de comercio, inversión y desarrollo en las naciones pobres", bajo el lema "comercio, no ayuda".
Organizaciones no gubernamentales como la británica Oxfam Internacional y la francesa Artisans du Monde, comenzaron a comprar, distribuir y vender a consumidores occidentales mercancías adquiridas mediante comercio justo a través de sus tiendas.
El perfil del típico consumidor del comercio justo cambió de forma drástica y dejó de ser el religioso de buena voluntad característico del periodo de posguerra.
En una época en que las colonias europeas se independizaban de sus metrópolis, comprar bienes que garantizaran un precio decente a los agricultores pobres de las naciones en desarrollo se volvió un acto político.
Pero el volumen de los intercambios de comercio justo no se disparó sino hasta la década pasada. Aumentó casi 10 veces desde 2000 y superó los 3.000 millones de dólares en 2007, según la asociación sin fines de lucro Fairtrade Labelling Organisations International, que fija criterios de comercio justo.
"En Francia, las ventas por concepto de comercio justo aumentaron cerca de 30 por ciento al año", señaló Julie Maisonhaute, coordinadora de Plateforme pour le commerce equitable (Plataforma para un comercio equitativo), que reagrupa a 39 organizaciones.
El comercio justo moderno comenzó con el café de América Latina, un producto básico que sigue siendo el más vendido, pero hay nuevos bienes que son responsables del boom. Pero muchos de ellos son muy polémicos.
Los últimos avances en la variedad de mercancías justas contribuyeron a la expansión del sector, señaló Nicolas Messio, director general de Alter Mundi, cadena parisina de tiendas glamorosas dedicadas a este tipo de productos.
"El comercio justo dejó atrás a los flautines peruanos. Lanzamos una colección prêt-à-porter para jóvenes, que ahora representa cerca de 2.000 productos en nuestras tiendas", señaló.
"Tras varios escándalos por la explotación de trabajadores en fábricas de grandes corporaciones de la vestimenta, la gente se volvió más sensible al asunto de las condiciones laborales de quienes elaboran su ropa", explicó. "Pero siguen queriendo comprar zapatillas y camisetas a la moda creadas por jóvenes diseñadores con conciencia" social.
La mayor conciencia social que existe en el mundo de la moda es la responsable del auge del comercio del algodón "justo" procedente de África occidental, una región históricamente rezagada respecto de América Latina y Asia.
También aumentó el comercio justo de productos como artesanías y café africanos en los últimos años.
"La venta de cosméticos verdes y justos también aumenta con rapidez", apuntó Messio. "Eso es porque afecta a la imagen de la gente, nadie quiere ponerse cosas en la cara sin saber de dónde vienen."
El comercio justo no sólo amplía la variedad de productos ofrecidos, sino también cambia la esencia misma del negocio. Los principales supermercados y cadenas de venta directa cada vez tienen más productos calificados de "éticos".
Max Havelaar, uno de los mayores distribuidores de productos justos, encabeza una tendencia que muchos consideran como el paso que de forma definitiva dejará atrás el tradicional comercio con conciencia social por una distribución profesional.
El distribuidor tiene acuerdos con varias de las cadenas de supermercados más grandes de Francia.
Esa decisión avivó las discusiones dentro del movimiento de comercio justo.
"El comercio justo en los supermercados es una contradicción en sí misma", explicó Michel Besson, director de Andines, distribuidor francés de productos justos a través de Internet.
"Desde el punto de vista estructural, las grandes cadenas de distribución apuntan a maximizar las ganancias y minimizar los costos. Eso atenta contra el objetivo de lograr un precio justo, y salarios decentes, para el trabajo de pequeños productores", arguyó.
"La nueva tendencia está a años luz de los ideales originarios de autogestión, transparencia y justicia", alegó.
"La distribución especializada en comercios exclusivos tiene un impacto limitado, sólo llega a activistas", replicó Elodie Martin, de Max Havelaar. "Para aumentar las ventas y marcar una diferencia, necesitamos recurrir a grandes distribuidores y supermercados"..
En el marco de los acalorados debates entre las organizaciones dedicadas al comercio justo, las autoridades francesas organizaron una mesa redonda para crear un criterio legal. Pero tres años después de agitadas discusiones no hay consenso.
"Un criterio que tenga respaldo del gobierno es conveniente para todos", apuntó Maisonhaute. "Dará tranquilidad a los consumidores y habilitará las ofertas públicas, pero todos tienen diferentes criterios acerca del comercio justo."
Ante la falta de consenso, el Ministerio de Economía de Francia creó una Comisión Nacional de Comercio Justo en 2005. Pero por ahora sólo existe en los papeles.
La falta de regulación puede ser el motivo del crecimiento exponencial del comercio justo en Francia, a pesar de que la polémica al respecto es cada vez más dura.