Ahora es «inevitable» establecer reglas para una nueva arquitectura financiera internacional, reclamada hace mucho por algunos sectores, ante la «crisis sistémica» que tuvo origen en Estados Unidos, afirmó el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mántega.
La necesidad de "regulación, límites y supervisión" se desnudó ante la crisis, que es sistémica porque "trabó el crédito" en todas partes, generando dificultades para todas las instituciones financieras, dijo el ministro este jueves en rueda de prensa con los corresponsales extranjeros en Río de Janeiro.
Sin nuevas reglas "no se restablecerá la confianza, que es vital para el sistema financiero", arguyó, informando que discutirá el asunto en el Fondo Monetario Internacional en una reunión que se celebrará en 10 días en Washington.
La crisis puede estar generando un nuevo escenario mundial, en el que "cambiará el papel de los países avanzados, en realidad sobrepasados" por su estancamiento económico y demográfico, con mayor protagonismo de los "países emergentes, que representan el futuro" por su población, sus riquezas y expansión económica, evaluó.
Ya no es posible mantener a países que hoy son "locomotoras del crecimiento mundial" con escasa o ninguna representación en los organismos internacionales, acotó, mencionando a los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), excluidos del Grupo de los Siete países más poderosos (G-7), en el que Rusia tiene sólo una participación "parcial".
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La crisis actual es resultado de la combinación de los problemas financieros en Estados Unidos y del alza de precios de los productos básicos, que alcanzaron su clímax en junio y julio, según Mántega, economista del gobernante Partido de los Trabajadores y allegado al presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
La crisis financiera ayudó a superar el "choque" de los precios, que declinan o suben menos desde agosto, ante el fin de la onda especulativa, pero 2009 aún será un año de dificultades para todos, previó el ministro.
Los efectos se sentirán más en los "países frágiles, que son los avanzados", directamente involucrados en la quiebra o las pérdidas de los bancos y fondos de inversiones estadounidenses y que tienen un mercado doméstico "en retracción" y, en algunos casos, fuertes déficit fiscales y comerciales, como Estados Unidos, aseveró.
Los "países fuertes" en la coyuntura son los "emergentes" que presentan un mercado interno en expansión, capaz de compensar la caída de las exportaciones, además de mejor situación fiscal, reservas cambiarias abultadas y sin los "activos podridos" con los que deben lidiar ahora los países ricos, comparó el ministro.
Los BRIC, con economías dinámicas, sufrirán efectos más moderados de la crisis, apenas desacelerando su crecimiento económico. En el caso de Brasil, el funcionario espera un producto bruto interno que crecerá "más de cuatro por ciento" en 2009, después de alcanzar entre cinco y 5,5 por ciento este año.
No hay comparación entre la "solidez" de la economía brasileña actual y la de la década pasada, cuando turbulencias limitadas, como las de Rusia y Asia, hicieron desaparecer en pocos días las reservas cambiarias del país y estancaron bruscamente la economía, señaló Mántega.
La actual caída de los precios de productos agrícolas y minerales afectará las exportaciones brasileñas, muy concentradas en esos rubros, pero serán compensadas por una devaluación de la moneda nacional ante el dólar, comentó. Antes del agravamiento de la crisis, los exportadores perdían ingresos por la fuerte sobrevaluación del real.
El ministro aprovechó para contrarrestar dos frecuentes reproches a la política económica de su gobierno, sosteniendo que las cuentas públicas "están mejorando", con un aumento del ahorro y no de los gastos públicos, como dicen los críticos.
En relación al déficit en las cuentas corrientes externas, que aumentó mucho este año, Mántega lo atribuyó principalmente a las remesas de utilidades y dividendos de las empresas transnacionales, para "cubrir necesidades de sus sedes" ante la crisis financiera.
Promover reformas en el sistema financiero internacional ahora, en una conferencia similar a la de Bretton Woods en 1944, no es viable, "porque no hay consenso" ni una fuerza hegemónica con "poder de imposición", como la que tenía Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial, comentó a IPS el economista Fernando Cardim de Carvalho, de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Cardim, que considera una "exageración" hablar hoy de crisis sistémica, cree que solo "un desastre monumental", más grave que el actual, podría producir un acuerdo mundial para establecer un nuevo orden financiero. Intentos anteriores, como del Comité de Basilea, fracasaron, recordó.
La crisis proseguirá, sin embargo, porque el modelo de organización financiera estadounidense, basado en instituciones independientes, "está muriendo" y la alternativa europea, del banco universal, no se ha probado eficiente. La incertidumbre imperará por un buen tiempo, porque ya nada más parece seguro, concluyó Cardim.