AMBIENTE-BRASIL: La deforestación se frena

Finalmente, el desastre augurado no se produjo. La deforestación en Brasil no se disparó, como se pronosticaba hace algunos meses, según datos no concluyentes.

Los cálculos del no gubernamental Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (IMAZON) divulgados el viernes trajeron alivio. La entidad registró en julio una deforestación de 276 kilómetros cuadrados, 54 por ciento menos que en el mes anterior y 71 por ciento menos que en julio de 2007. Julio y agosto son "decisivos" en el resultado anual, porque es cuando más se talan bosques aprovechando el estiaje, explicó Adalberto Veríssimo, uno de los coordinadores del Sistema de Alerta (SAD) desarrollado por IMAZON para seguir de cerca la deforestación y orientar acciones de contención.

En su boletín sobre julio, IMAZON calculó un área acumulada de 5.030 kilómetros cuadrados deforestados en 12 meses, poco menos que los 5.331 kilómetros cuadrados del período de agosto de 2006 a julio de 2007, indicando que el total no variará mucho.

Sin embargo, esas cifras difieren claramente de las del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), que también hace seguimiento "en tiempo real" por imágenes satelitales, y registró una tala de 8.147 kilómetros cuadrados en el periodo 2007-2008, es decir, 62 por ciento más que IMAZON.

Entre noviembre y mayo, el INPE divulgó datos sorpresivamente elevados, ya que se trata de meses lluviosos en que la deforestación es usualmente menos intensa que entre junio y septiembre. Eso alimentó temores de una catástrofe para el año 2007-2008.

Un aumento sería lógico, ante el alza de precios de productos como la soja y la carne vacuna, que usualmente empuja la frontera agrícola sobre los bosques amazónicos. Además, los empresarios agrícolas ejercían en el gobierno una influencia que ayudó a la renuncia de la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, en mayo.

El agravamiento de la devastación de los bosques amazónicos afectaría la imagen internacional de Brasil, que venía enarbolando el éxito de los tres años anteriores, cuando logró reducir en 59 por ciento la pérdida anual de bosques amazónicos.

La condena moral de la devastación forestal se intensificó después de conocidas las perspectivas del recalentamiento planetario y sus efectos climáticos en las próximas décadas. En Brasil, 75 por ciento de las emisiones de gases del efecto invernadero provienen de la deforestación, según el inventario nacional de 2004.

IMAZON presentó datos muy inferiores posiblemente porque sólo evalúa a los bosques arrasados, mientras que el INPE agrega a los degradados, sostuvo Veríssimo. De todas formas, las dos mediciones son imprecisas, porque se basan en imágenes parciales, que excluyen áreas cubiertas de nubes y no detectan deforestación en pequeñas zonas.

En el caso de SAD, por ejemplo, áreas menores de 12,5 hectáreas no son contempladas en las estadísticas. Pero la precisión no es el objetivo de esas mediciones "casi en tiempo real" de IMAZON y del INPE, sino ofrecer información y tendencias para la actuación de las autoridades ambientales.

La evaluación total más precisa es elaborada por el Programa de Cálculo de Deforestación de la Amazonía (PRODES), desarrollado por el INPE, que no presenta datos mensuales y cuyo resultado anual sólo se conoce algunos meses después de terminado el año de referencia, en julio.

En el periodo 2006-2007, PRODES calculó 11.532 kilómetros cuadrados de bosques perdidos en la Amazonía, 18 por ciento menos que en el lapso previo.

El resultado del último año debe ser similar, 10 por ciento más o menos, pronosticó Veríssimo, basado en sus propios estudios y en la estimación de julio, un mes crítico en que la inesperada reducción del área deforestada debe confirmarse, ya que las nubes sólo impidieron tener imágenes de 17 por ciento de la Amazonía.

Pero eso no tranquiliza ni representa una tendencia de estabilización, porque la dinámica de la deforestación este año se mostró "imprevisible", con altibajos inusuales, como la fuerte caída en julio, dijo a IPS.

El investigador de IMAZON maneja dos posibles razones para ese resultado. Primero que las medidas adoptadas por el gobierno contra la deforestación, especialmente las de carácter económico, como prohibición del crédito a hacendados con denuncias ambientales, mostraron ser eficaces.

Agricultores y ganaderos habrían suspendido la tala por temor a las sanciones, como el embargo de propiedades, "una novedad como medida de control", sostuvo Veríssimo.

Por otro lado, se intensificó la producción de carbón vegetal, para atender la demanda de la industria siderúrgica en la Amazonía oriental, y también la especulación con tierras que presentan buenas perspectivas económicas futuras. Eso significa apropiación a veces ilegal y eliminación de bosques para valorizar la tierra.

Esos dos procesos explican la reducción del área talada en el norte del central estado de Mato Grosso, donde predomina la actividad productiva, y el aumento en partes del septentrional estado de Pará en que se desarrolla la siderurgia y pasan carreteras, observó Veríssimo.

IMAZON señalo que 76 por ciento de la deforestación de julio se realizó en Pará. Mato Grosso, el campeón durante varios años, respondió por sólo 12 por ciento.

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