Los últimos ataques aéreos de Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán, en un nuevo esfuerzo contra la insurgencia talibán, sólo han incrementado el número de muertes civiles, alertó este lunes la organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW).
El informe de 43 páginas "Troops in Contact: Airstrikes and Civilian Deaths in Afghanistan" (Tropas en contacto: ataques aéreos y muertes civiles en Afganistán) alertó que el costo de las bajas en la población podría poner en riesgo la estrategia toda de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que ocupa ese país hace casi siete años.
"El daño causado por los ataques aéreos no está limitado a las inmediatas bajas civiles", señala el estudio, que también denunció la destrucción de casas y de propiedades, así como el desplazamiento de sus ocupantes.
"Las muertes civiles de los ataques aéreos actúan como una herramienta para el reclutamiento del (movimiento islamista) Talibán y amenazan con socavar fatalmente el esfuerzo internacional de proveer seguridad básica al pueblo de Afganistán", dijo Brad Adams, director de HRW para Asia.
Citando estadísticas de HRW, un editorial el sábado del periódico The New York Times fue más allá, y señaló que las muertes civiles favorecen al Talibán y a otros insurgentes. "Estados Unidos está perdiendo rápidamente la batalla por los corazones y las mentes (de la población). A menos que el Pentágono (Departamento de Defensa) adopte una mejor estrategia, Estados Unidos y sus aliados podrían perder la guerra", sostuvo.
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Tanto el diario como el informe de HRW indicaron que el incremento en los ataques aéreos y sus "daños colaterales" se debieron en parte a la relativa falta de soldados de la OTAN y de Estados Unidos en el terreno, cuyo fuego se considera más efectivo a la hora de discriminar el impacto.
Tanto miembros del Pentágono como líderes del opositor Partido Demócrata estadounidense han insistido durante meses sobre la importancia de desplegar por lo menos 10.000 soldados más en Afganistán, pero no han logrado vencer la intransigencia de los altos mandos militares en Iraq quienes, respaldados por el presidente George W. Bush, se resisten a perder a algunos de sus 144.000 efectivos.
Las tropas estadounidenses están tan desplegadas en todo el mundo que sólo se podría enviar fuerzas adicionales a Afganistán movilizando a las instaladas en territorio iraquí.
Las fuerzas de ocupación incrementaron sus bombardeos como respuesta al avance de la insurgencia talibán y grupos asociados. Los combates en Afganistán se incrementaron drásticamente en el último año. Al menos 540 civiles han muerto desde enero en el conflicto, un fuerte aumento respecto del año anterior. Las bajas entre las fuerzas de la OTAN y de Estados Unidos también se multiplicaron este año.
Las fuerzas de Estados Unidos y de la OTAN, según el informe, lanzaron 362 toneladas de explosivos sobre Afganistán durante los primeros siete meses de este año, incluyendo una oleada de bombardeos en junio y julio que por sí sola casi iguala el total de peso en bombas disparadas por las fuerzas de la coalición solo en 2006.
"Aunque los ataques del Talibán y de otros grupos insurgentes continúan siendo responsables de la mayoría de las bajas civiles, las causadas por la OTAN y Estados Unidos con bombardeos casi se triplicaron entre 2006 y 2007 (de 116 a 321)", indica el informe.
Esto llevó al presidente afgano Hamid Karzai a exigir cambios en las tácticas militares, incluyendo el uso de municiones más pequeñas, suspender ataques en casos que civiles pudieran resultar heridos y encargar las búsquedas casa por casa al Ejército Nacional Afgano.
Esos cambios fueron efectivamente adoptados por la Fuerza Internacional de Asistencia en Seguridad (ISAF), liderada por la OTAN, con el resultado de que, a pesar del aumento en los bombardeos en los primeros siete meses de este año, menos civiles murieron (119) respecto del mismo periodo de 2007.
Pero esa cifra no incluye un polémico ataque aéreo el 22 de agosto en la occidental aldea de Azizabad, en el que, según el gobierno y un equipo de investigación de la Organización de las Naciones Unidas, murieron 90 civiles, la gran mayoría de mujeres y niños. Las fuerzas estadounidenses, responsables de la operación, insisten en que fueron 42 las personas que perdieron la vida, y 35 de estas eran insurgentes.
Algunos bombardeos de la OTAN y de Estados Unidos, según el informe, habrían violado las leyes de la guerra, en particular el principio de tomar todas las precauciones posibles para evitar bajas de no combatientes.
El informe de HRW sugiere que es fácil identificar a los principales responsables de esto. Un alto número de civiles murieron en bombardeos solicitados por las fuerzas de Estados Unidos, que tienen su propio comando bajo la Operación Libertad Duradera. Sus reglas, incluyendo cuándo pueden pedir apoyo aéreo, son menos estrictas que las de la OTAN.
Las mayores bajas civiles se producen cuando las fuerzas estadounidenses son sorprendidas por insurgentes, y por tanto piden apoyo aéreo. El término militar para alertar estos ataques sorpresivos es "tropas en contacto", que da el nombre al informe de HRW.
En respuesta a estas situaciones, las fuerzas estadounidenses por lo general persiguen a los insurgentes, que se esconden en las aldeas cercanas tomando como rehenes a civiles. El apoyo aéreo occidental, que ya ha sido solicitado, bombardea esas poblaciones de donde recibe fuego hostil. Esto es lo que habría ocurrido en Azizabad.
El informe de HRW condenó al Talibán por usar escudos civiles y poner a la población afgana bajo riesgos innecesarios para, además, aprovechar los incidentes como propaganda antiestadounidense.
Pero también indicó que las fuerzas de Estados Unidos no están excusadas por esto de las leyes de la guerra.
El estudio incluyó varios casos en las que hubo cuestionables respuestas aéreas rápidas. En uno de ellos, dos combatientes fueron vistos ingresando a un complejo de viviendas que luego fue bombardeado, causando la muerte a nueve civiles.
Estados Unidos aseguró haber matado a los dos insurgentes, pero una autoridad local lo negó, y periodistas que visitaron el lugar de los hechos dijeron no encontrar evidencias de esa afirmación.
Más aun, residentes informaron y soldados estadounidenses admitieron que las fuerzas occidentales habían visitado el lugar un día antes, por lo que sabían que había civiles presentes.
"La información disponible sobre el ataque en particular la evidencia sugiriendo que las fuerzas estadounidenses sabían que la casa era habitada por civiles y que sólo dos combatientes ligeramente armados podían estar allícausa seria preocupación sobre el hecho de que los bombardeos violaron el derecho humanitario internacional y (en particular) la prohibición de ataques desproporcionados", sostiene el informe.