LISBOA, 12 ago (IPS) La muerte de un brasileño y las graves heridas causadas a su compañero de igual nacionalidad por tiradores de elite de la policía portuguesa en la represión de un asalto a un banco, la semana pasada, desencadenó una polémica con ingredientes a favor y contra la inmigración.
Los dos sudamericanos, de 35 y de 23 años, al ver frustrado el robo al banco, optaron por capturar rehenes, que mantuvieron por ocho horas, en un acto desesperado en busca de una vía de fuga.
Durante los 20 minutos finales antes del trágico desenlace, los dos hombres se asomaron a la puerta del banco para mostrar sus pistolas apuntadas a la cabeza de los cautivos, que eran un cliente y una funcionaria del Banco do Espirito Santo (BES). En un momento de descuido de los asaltantes, los efectivos del cuerpo de tiradores selectos de la Policía de Seguridad Pública (PSP) abrieron fuego, matando al brasileño de más edad con un certero disparo en la cabeza e hiriendo gravemente en el tórax al más joven, quien ahora se debate entre la vida y la muerte en un hospital de Lisboa.
En la operación filmada en directo por los tres canales de televisión, participaron unos 120 agentes y se estima que ha sido la transmisión con mayor audiencia en los últimos cinco años, desatando una polémica de resultados imprevisibles.
Las críticas más suculentas a la "nueva criminalidad", traída a Portugal presuntamente por ciudadanos del mayor país lusófono del mundo, fueron proferidas por Francisco da Moita Flores, ex inspector-jefe de la Policía Judicial (PJ) y actual alcalde de Santarém, 100 kilómetros al norte de Lisboa, una de las principales ciudades del país.
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Según Moita Flores, la operación policial "acabó mal, pero acabó bien, porque ganaron los buenos y solo uno de los malos murió" en una acción que describe de "síntomas de gran criminalidad, síntomas peligrosos".
El ex policía, que también ejerce una cátedra de criminología en una universidad local, afirmó que "este tipo de criminalidad está apareciendo en Portugal y llegó para quedarse".
Sin embargo, las opiniones de Moita Flores divulgadas por un canal privado de televisión fueron repudiadas por expertos y a través de cartas de lectores y televidente. En declaraciones al matutino Público, de Lisboa, el sociólogo Hugo Seabra recuerda que "los extranjeros están ayudando al crecimiento del país, pero lo que vende son las noticias sobre la participación de inmigrantes en prácticas criminales".
El diario publica este martes un estudio de Seabra y de Tiago Santos, en el cual se demuestra que, en términos proporcionales a la población nacional y a la cantidad de inmigrantes, "la criminalidad de los extranjeros es igual a la de los portugueses".
En 2005, ambos sociólogos calcularon los índices brutos de criminalidad, de 11 condenas por cada 1.000 portugueses, es exactamente igual al de idéntico número de extranjeros, tomando en cuenta el mismo sexo (masculino), la edad y sus condiciones laborales.
"La mayor criminalidad de los extranjeros frente a los portugueses se revela así una falacia", concluyen los sociólogos, desvirtuando el presunto rigor académico de Moita Flores. En la larga vigilia del asalto, los reporteros de radio y de televisión en el lugar de los hechos registraron frases de alto tenor nacionalista, tales como "mátenlos a todos, maten a esos brazucas, término despectivo para referirse a brasileños, equivalente a sudacas, la manera xenófoba usada en España para tildar a los inmigrantes latinoamericanos.
En la calle, en Internet y en los debates abiertos en los medios audiovisuales, la mención a la nacionalidad de los asaltantes dominó los comentarios, con muchos mensajes de odio y racistas, en un claro intento de asociar criminalidad e inmigración.
El investigador del Centro de Estudios Geográficos, Jorge Macaísta Malheiros, citado por el diario, estima que los tres casos criminales más citados por la prensa involucra a minorías étnicas o extranjeros: caboverdianos, brasileños y gitanos, que han merecido primeras páginas y aperturas de noticieros
"Son fenómenos puntuales que adquieren gran visibilidad" y que terminan por poner en evidencia "manifestaciones encubiertas de racismo", estima el investigador.
Sin embargo, a juzgar por la reacción de las audiencias televisivas al programa donde participó Moita Flores, muchos portugueses que no comparten su visión.
La mayor cantidad de los portugueses que se han manifestado en los foros públicos comparten la opinión de Eliana Bibas, presidente de la Casa do Brasil, cuando aseveró que la inmensa mayoría de la comunidad residente, calculada en unos 120.000 inmigrantes entre documentados e indocumentados, no se identifica con el asalto.
Bibas hace especial hincapié en que se trata de un caso aislado, pero admite que "este fenómeno negativo puede tener más repercusión que todas las cuestiones positivas y los beneficios que los brasileños han traído a Portugal".
El telespectador Daniel de Oliveira, en un mensaje enviado al canal privado de TV Sociedade Independente de Comunicações (SIC), critica al ex inspector de la Policía Judicial, al que califica de "especialista en especulación criminal y alcalde en las horas libres" por haber llamado la atención sobre la nacionalidad de los secuestradores.
Oliveira fustiga al alcalde "cuando optó por teorizar, al sostener que estos crímenes están asociados a extranjeros, porque ellos vienen de una cultura diferente a la nuestra, mucho más violenta".
"¿Diferente a la nuestra? ¿Y las innumeras declaraciones de identidad histórica, lingüística y cultural entre Portugal y Brasil de los más altos dirigentes políticos de ambos lados del (océano) Atlántico no son más que pura demagogia?", comentó a IPS Eduardo Tavares de Lima, ex presidente de la Asamblea General de la Casa do Brasil en Lisboa.
La cronología de los secuestros en los últimos años en Portugal demuestra que en los casos anteriores "eran casi todos portugueses, sólo que nadie recordó, por supuesto, mencionar su nacionalidad", concluyó por su parte con ironía Oliveira.
Otro telespectador que sólo se identifica como portugués sostiene que las afirmaciones del alcalde, "ya comienzan a producir efectos devastadores aquí en mi barrio", debido al tenor de su discurso en "el que se reconocen características fascistas".
"Usted, sabiendo esto, debería pagar por cada barbaridad dicha o firmada, porque este tipo de periodismo de investigación criminal promueve la instigación de la gente por medio de la agitación social", añade.
"Es evidente que, respecto de lo ocurrido en el BES, estamos todos de acuerdo en repudiar este tipo de asalto, realizado por brasileños, como podrían haber sido ucranianos y, perdone Dr. Moita Flores, podrían haber sido portugueses".
Por su parte, otro telespectador, que se identifica no como portugués sino como "tuga" (equivalente nacional a "brazuca"), pide al ex policía no olvidar que "los migrantes portugueses son de los más antiguos, ¡con 500 años!".
Al consultar la opinión de dos trabajadoras brasileñas, IPS constató opiniones diametralmente opuestas.
"Estamos en una tierra que no es la nuestra, pero cuando enfrentamos dificultades económicas hay que intentar resolverlos de la mejor manera posible, sin recurrir a la delincuencia", opinó Solange Días, residente en Portugal desde 2001 y hoy funcionaria de una oficina informática "Articopy", de São João do Estoril, en el distrito de Lisboa.
La forma como los dos asaltantes brasileños actuaron "es horrible, poniendo en peligro la vida de dos inocentes, insistiendo en amenazarles inclusive cuando vieron que todo estaba perdido y que no había otra salido que entregarse", expresó la inmigrante proveniente de São Paulo.
La PSP, "como cualquier otra policía en cualquier país del mundo, hizo lo que se hace en estos casos, que es proteger la vida de los rehenes por sobre la de los criminales", concluyó.
Una opinión divergente tiene Luciane Gonçalves, quien trabaja en "A Casa do Café" a pocos metros de distancia de donde lo hace su compatriota, y que hace seis años llegó a Portugal desde su Recife natal.
"Ellos no eran asaltantes profesionales, que querían dinero fácil y que, en cambio, lo único que lograron fue uno morir y el otro quedar malherido", dice Gonçalves, quien condena el acto desesperado, pero también a la PSP, "porque existen otros métodos, que deberían haberse agotado antes de dispararles, como si fuesen animales".
Días y Gonçalves coinciden en que el caso afectará más que nada a los inmigrantes brasileños, pese a que ambas aseguran que desde el asalto al BES, nada ha cambiado y continúan siendo bien tratadas por los portugueses.