Nguyen Van Minh acaba de dejar un cargamento de manzanas procedentes de China en el mercado de Long Bien de la capital de Vietnam, a donde cada noche llegan cientos de camiones con frutas y verduras desde provincias distantes y países vecinos.
"Para llegar aquí, gasté en combustible 200.000 dongs (12 dólares) más de lo que antes del alza de la semana pasada", dijo a IPS mientras fumaba un cigarrillo junto a su camión Hyundai.
"El transporte es una actividad muy dura, que da muy poca ganancia. Traje 11 toneladas, aunque se supone que mi camión debe cargar un máximo 3,5. Es ilegal, pero tengo que hacerlo", agregó.
Incapaz de mantener los gastos que le deparan los subsidios al combustible, el gobierno comunista de Vietnam aumentó 36 por ciento los precios internos el 22 de julio, sin aviso.
Sólo en marzo, el régimen había congelado los precios de los combustibles junto con el de otros nueve productos "esenciales", como cemento, acero, aranceles escolares y hospitalarios, agua, electricidad y carbón.
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Y a comienzos de julio, se comprometió a no aumentar la gasolina y el diésel hasta fin de año. Pero poco después se vio obligado a romper la promesa.
Vietnam se convirtió en el séptimo país asiático, detrás de China, India, Indonesia, Malasia, Bangladesh y Sri Lanka, que recorta los subsidios a los combustibles como respuesta al aumento de los precios internacionales del petróleo.
El Banco Asiático de Desarrollo redujo la estimación de crecimiento económico de Vietnam para 2008 del 7,0 calculado en abril a 6,5 por ciento, en un informe que coincidió con la subida de los combustibles.
La inflación llegó a dos dígitos en noviembre, y en julio alcanzó 27 por ciento anual, el registro más alto desde el periodo de convulsión económica de inicios de los años 90.
Pero no todo es negativo. El precio de las exportaciones arroceras de Vietnam se duplicó a 700 dólares por tolelada en marzo, por obra de la crisis alimentaria mundial.
El primer ministro Nguyen Tan Dung debió restringir las exportaciones arroceras para estabilizar el suministro interno, pero los precios se mantuvieron altos e ingresaron en áreas no alimentarias.
Aunque no se registraron luego otros aumentos en el rubro de alimentos, expertos calculan que el encarecimiento del combustible tendrá un efecto cascada sobre todos los bienes en cuestión de semanas.
Expertos prevén que, a pesar del alza del combustible, el gobierno deba gastar al cabo de este año hasta 3.200 millones de dólares en subsidios en caso de los precios mundiales del crudo se mantengan en alrededor de 145 dólares por barril de 159 litros.
Vietnam es exportador de petróleo, pero depende casi totalmente de las importaciones para colmar su demanda de combustibles refinados, pues carece de capacidad para producirlos.
En la primera mitad de este año, el país gastó casi 6.000 millones de dólares en la compra de combustible.
"Cuando los precios internacionales del petróleo son tan elevados, debe aplicarse el principio de la responsabilidad colectiva, compartida entre el gobierno, las organizaciones y los consumidores", declaró el Ministerio de Finanzas poco después de anunciar el alza.
Pero esa declaración no sirve de consuelo a transportistas como Van Minh, que deben afrontar un aumento de 14,3 por ciento en el precio del diésel, que llega a 15.950 dongs (97 centavos de dólar) por litro.
Con una subida de 31 por ciento en los precios de la gasolina (el litro de 92 octanos se elevó a 19.000 dong, equivalentes a 1,13 dólares), los taxistas de Hanoi se quedan en los "bia hois" (restaurantes locales que sirven cerveza vietnamita barata) pues ya no pueden afrontar los costos.
Varias compañías de taxis aumentaron las tarifas hasta 30 por ciento. Por razones de escala, los taxistas independientes no pueden absorber un alza de esa magnitud. "Realmente no quiero trabajar ahora", dijo a IPS Nguyen Thanh, uno de ellos.
Algunos taxistas vieron reducida a un tercio la ganancia de hasta 200.000 dongs (12 dólares) que obtenían un día antes del aumento de los combustibles.
El público opta por viajar en autobús, pues los boletos todavía no subieron, o en motocicleta, el medio de transporte personal más popular.
El Departamento de Transporte de la ciudad de Ho Chi Minh (ex Saigón) reportó un aumento de 20 por ciento en el uso del servicio y dispuso subsidios para mantener bajo el precio del boleto.
A diferencia de las empresas de autobuses y de las compañías de taxis, los conductores independientes y los de las ubicuas "xe om" (motocicletas que funcionan como taxis) no disfrutan de ningún subsidio.
Muchos se sobreponen con un estoicismo formado en los años de escasez.
"Hemos sufrido mucho en los años de la guerra y en los posteriores. Esto no es tan malo", dijo Vu Cau Cuong, un conductor de "xe om" mientras la estaciona junto al lago de Hoan Kiem, en el centro de la ciudad.
Las autoridades también aumentaron, el 29 de julio, el impuesto a la compra de automóviles, como parte de un esfuerzo por reducir el consumo de combustible. Aunque es una nación de motociclistas, los automóviles son cada vez más comunes en Vietnam, aunque sean inaccesibles para la mayoría.
Mientras, la humilde bicicleta vuelve a escena.
A comienzos de año, se pusieron de moda entre los más jóvenes los modelos BMX, adornados con luces, diminutos parlantes por los que se escucha música tecno, matrículas personalizadas e incluso juguetes enormes en el manubrio.
La tendencia finalizó hace unos meses. Algunos esperan un segundo renacimiento de la bicicleta, aunque menos colorido.