La falta de transparencia informativa sobre el alcance y consecuencias del incendio que afectó a la central nuclear española Vandellós II opaca las actividades de las empresas y de los entes públicos del sector, a la vez que crece el temor de que ocurran accidentes de mayor envergadura.
Una encuesta realizada por el diario catalán La Vanguardia para evaluar la opinión de los ciudadanos respecto arrojó 88 por ciento de respuestas negativas a la pregunta de si hay transparencia en la información, en tanto que siete por ciento afirmó que sí y el cinco por ciento restante dijo ignorar si la había o no.
Lo que más preocupa a los consultados no es sólo que el conocimiento de las fallas podría haber posibilitado acciones preventivas, sino que se produjeron hechos más graves, como no llamar a los bomberos e impedir luego que éstos entraran al recinto donde se produjo el incendio el domingo.
Los bomberos sólo lograron ingresar tras discutir más de media hora con los guardias de seguridad y luego de estar un buen tiempo con sus seis vehículos parados haciendo sonar las sirenas en la puerta de la central nuclear ubicada en la provincia de Tarragona, en la nororiental Comunidad Autónoma de Cataluña, sobre el mar Mediterráneo,
Las autoridades de socorristas recibieron el alerta más de una hora después de que se detectara el incendio, cuando el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) decretó un plan de emergencia nuclear lo cual indujo al gobierno de Cataluña a movilizar el cuerpo.
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Una vez dentro del recinto, pudieron comprobar "importantes daños en la sala de turbinas y en la galería subterránea que hay bajo ella", según el testimonio de uno de los operarios de la empresa, que pidió no ser identificado, según el madrileño diario El Mundo.
Carlos Bravo, responsable de la campaña de Energía Nuclear de la organización ambientalista Greenpeace, declaró a IPS que trabajadores de la central habían informado varias veces que se producían vibraciones en el alternador, un sistema básico de la misma que al tener ese movimiento puede provocar un incendio e incluso provocar fugas radioactivas, "hecho que también informaron a sus superiores".
Bravo admitió que en el accidente del domingo no se registraron radiaciones, pero advirtió que en 1989 ya se produjo un incendio similar que estuvo a punto de convertirse en radioactivo y que "el gobierno tiene que cerrar de una vez todas las centrales nucleares, como se comprometió a hacerlo (el jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez) Zapatero en su campaña electoral".
Respecto de lo sucedido, el subdirector general de instalaciones nucleares del CSN, Javier Zarzuela, aseguró a IPS que la central dañada no emite radiaciones y que, ante el anuncio de que el alternador sufría vibraciones, la entidad dispuso en su momento que los equipos fuesen revisados por los técnicos, quienes lo hicieron y comprobaron que las mismas no llegaban a los límites que hubieran obligado a una intervención más rígida.
En todo caso, se indicó a la empresa que actuara a efectos de corregir el defecto, lo cual no hizo y ahora el CSN dispuso que un equipo técnico se traslade de inmediato a la central para investigar lo ocurrido, "que llevará varios días", concluyó Zarzuela.
En el incendio producido en 1989 en la central Vandellós I, que estaba próxima a la segunda, se destruyó el edificio de turbinas de la planta y parte de las instalaciones de seguridad.
Ante la gravedad de los daños, el CSN instó entonces al gobierno a que dispusiera el cierre definitivo. Por ello en los últimos años fue desmantelada en 80 por ciento, con el reactor encofrado con hormigón y será desmontado recién cuando su actividad radioactiva baje, lo que llevará varias décadas. España fue uno de los primeros países del mundo en contar con central nuclear. La primera fue instalada en 1968, una década después de que se construyera la primera del mundo, y hace dos años dejó de funcionar y fue desmantelada.
Ahora hay seis plantas en funcionamiento en España, con un total de ocho reactores que producen entre el 25 y 30 por ciento de la energía eléctrica que consume el país, según el CSN. La más antigua de ellas está en funcionamiento desde 1971.
En esas centrales se registraron 93 incidencias en 2007, las cuales fueron clasificadas como nivel cero de la Escala Internacional de Hechos Nucleares (INES), o sea sin radiaciones, excepto una que llegó al nivel dos. El máximo, más peligroso, es el siete.
El CSN, además de enviar el equipo de técnicos a investigar en terreno lo sucedido ahora en Vandellós II, decidió convocar una reunión del Comité de Enlace, en el que están representadas todas las empresas propietarias de centrales u otros elementos vinculados a la energía nuclear con el objetivo de analizar los incidentes ocurridos en los últimos tiempos en las plantas y los planes de actuación que tienen las mismas.
Las organizaciones no gubernamentales, encabezadas por Greenpeace y Ecologistas en Acción, reiteraron su demanda al gobierno del socialista Zapatero, pidiéndole que cumpla su compromiso preelectoral de cerrar todas las centrales nucleares y sustituirlas por energías más limpias, más seguras y menos costosas.
Más optimista se mostró el alcalde de Vandellós y Hospitales, de Tarragona, Joseph Castellnou, quien restó importancia al problema, destacando que el incendio se produjo lejos del núcleo del reactor y que fue controlado con medios propios de la empresa "en unos 10 minutos".