El mulá Krekar, uno de los fundadores de la organización extremista kurdo-iraquí Ansar-al-Islam a quien Estados Unidos y la ONU acusan de terrorismo, demandó al Estado noruego ante Corte Europea de Derechos Humanos por no respetar su condición de refugiado
La extraña saga comenzó cuando Krekar, cuyo nombre de nacimiento es Najmuddin Faraj Ahmad, escapó de Iraq en 1991, al sobrevivir de un ataque de las fuerzas del ex presidente Saddam Hussein, quien gobernó ese país de 1979 a 2003 y fue ejecutado en la horca en 2006.
Krekar, quien integraba a la sazón un grupo islamista que luchó tanto contra el régimen iraquí como contra la mayor organización de la resistencia kurda (la Unión Patriótica de Kurdistán, UPK), se dirigió a Noruega, donde se le reconoció la condición de refugiado.
Pero no se quedó quieto, según Estados Unidos y autoridades del Kurdistán iraquí, territorio que, bajo la protección de la fuerza aérea británica, gozó de amplia autonomía del régimen de Saddam Hussein luego de la Guerra del Golfo (1991).
Estadounidenses y kurdos aseguran que el mulá Krekar regresó a Iraq en varias ocasiones a lo largo de los años 90, y que colaboró con organizaciones islamistas.
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En 2001, fue uno de los fundadores de Ansar-al-Islam, organización perteneciente a la corriente salafista del Islam sunita y supuestamente vinculada con la red Al Qaeda en Iraq.
Ansar-al-Islam impuso una estricta interpretación de la shariá (ley islámica) en las aldeas kurdas que controló.
En 2003, cuando trataba de lograr apoyo internacional para la invasión a Iraq, el entonces secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell aseguró a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que el grupo sirvió de nexo entre la red extremista Al Qaeda y el régimen de Saddam Hussein.
Esa información fue luego desestimada por el propio ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) George Tenet y por la comisión oficial a cargo de investigar los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington.
Pero Estados Unidos asegura que Ansar-al-Islam ayudó al otrora líder de Al Qaeda en Iraq, Abu Musab al-Zarqawi, a ingresar en ese país.
También se la responsabiliza de varias operaciones contra autoridades kurdas en 2001 y 2003, e incluso de atentados suicidas.
Sin embargo, nunca se probó que Krekar en persona los hubiera ordenado ni de que hubiera controlado una fábrica de armas químicas, como alega Washington.
Ansar-al-Islam fue incluida en la lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos en 2004. Krekar figura desde 2006 individualmente —por presión del gobierno de George W. Bush, según versiones de prensa— en una lista de la ONU por sus supuestos vínculos con Al Qaeda.
Pero, lejos de ocultarse, tuvo intenso contacto con la prensa de Oslo y tuvo tiempo para publicar en 2004 una autobiografía titulada "En mis propias palabras".
¿Cómo logró el mulá Krekar eludir la prisión para supuestos terroristas en la base naval estadounidense en Guantánamo, Cuba, o la cárcel en Noruega?
De ser cierta la información publicada por el diario estadounidense The Washington Post, no fue por falta de intentos del gobierno de Bush.
En 2002, Krekar, que ya entonces afirmaba haber abandonado Ansar-al-Islam, fue detenido en Holanda, cuando regresaba a Noruega desde Iraq. Las autoridades holandesas arguyeron que Jordania había pedido su extradición por narcotráfico.
Pero sus abogados alegaron que se trataba de acusaciones falsas difundidas por Estados Unidos y el dirigente kurdo recuperó su libertad cuatro meses después.
Noruega revocó el estatus de refugiado de Krekar tras su visita a Iraq en 2002 y de mala gana aceptó que regresara al país tras ser liberado por Holanda, pues no pudo encontrar ningún argumento legal para negarle el ingreso.
En 2003, el mismo año de la invasión a Iraq, agentes secretos de la CIA viajaron a Oslo para secuestrar al mulá kurdo, con el visto bueno del gobierno noruego, según The Washington Post.
Una fuente noruega anónima informó al abogado del dirigente sobre el operativo y se negoció una guardia policial.
Ese mismo año, la agencia de investigación de delitos financieros de Noruega investigó si Krekar había usado instituciones de este país para financiar al terrorismo. Una vez más, los cargos no prosperaron.
Por esos tiempos, Noruega también trató de deportarlo al Kurdistán iraquí por considerar que representaba una amenaza a la seguridad nacional. El caso dio vueltas por los tribunales hasta 2007, cuando la Corte Suprema de Justicia validó la medida.
Pero en Oslo rige la política de no expulsar extranjeros a países donde puedan ser torturados o ejecutados, lo que impidió que se cumpliera el dictamen. Observadores prevén que esta situación se mantenga en el futuro previsible.
Así es como Krekar ha vivido en un limbo legal en los últimos seis años.
"No tiene documentos de identidad. Tampoco goza de libertad de movimiento ni de beneficios económicos o sociales en este país. Está obligado a vivir en una situación similar a la de una detención domiciliaria, sin posibilidades de ganarse la vida", dijo este mes su abogado Brynjar Meling al periódico local Verdens Gang.
Krekar tiene que mantener a una esposa y cuatro hijos —todos ellos de nacionalidad noruega—, añadió Meling, quien representa al dirigente kurdo ante la Corte Europea de Derechos Humanos, con sede en la ciudad francesa de Estrasburgo.
El abogado acusó en ese tribunal a Noruega de violar el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, lo cual incluye cargos por "tratos inhumanos".
"Demando a Noruega para que verifique si gozo de todos los derechos que me corresponden", declaró Krekar a Verdens Gang. "Sólo reclamo lo que me corresponde y no me importa la reacción del público."
El dirigente asegura que se desvinculó de Ansar-al-Islam en 2002 y niega haber estado involucrado en actividades terroristas. Pero no teme hacer declaraciones polémicas.
En 2005 dijo a un canal de televisión noruego que el líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, es "la joya de la corona del Islam".
Al año siguiente se lamentó de las "malas noticias" sobre la muerte en un bombardeo estadounidense de Al-Zarqawi, de quien dijo sentirse "orgulloso porque se convirtió en mártir".
Este ex refugiado y escapista caldeará los ánimos de la gélida Noruega por mucho tiempo.