El tipo de cambio competitivo, un pilar de la estrategia de recuperación económica argentina desde 2002, quedó a la deriva en los últimos meses, y el impacto se nota en sectores industriales que crecieron al amparo de la devaluación de la moneda nacional.
"La etapa de sustitución de importaciones para la industria se terminó y eso se ve sobre todo en el aumento de 40 por ciento de las importaciones en el último año", explicó a IPS Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica. "Este es el fin del período del dólar alto y estamos en una transición", describió.
En junio, la actividad industrial tuvo su peor desempeño en cinco años. Creció 1,8 por ciento respecto del mismo mes de 2007, pero se contrajo cuatro por ciento con relación a mayo, de acuerdo con estadísticas oficiales.
Desde 2002, cuando se puso fin a la paridad cambiaria de un peso por dólar y la moneda nacional cayó a tres unidades por cada divisa estadounidense, las autoridades la han mantenido deprimida, lo que dio competitividad a la industria y a las exportaciones agrícolas, fuente de enormes ingresos para el fisco.
Mientras, en el resto del mundo, el dólar ha experimentado un desplome continuo.
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Curiosamente, desde que se desató en marzo un conflicto de gremios agropecuarios contra el aumento de los derechos de exportación de ciertos cultivos, el peso argentino empezó a caer frente al dólar por un inesperado aumento interno de la demanda de divisas, atribuida a la inseguridad que generaba la crisis.
Para contrarrestar la tendencia, el Banco Central llevó a cabo una venta agresiva de divisas provenientes de las reservas del tesoro nacional, que cayeron de 50.517 millones de dólares en marzo, cuando estalló el conflicto, a 47.552 millones de dólares en julio.
Así, el peso argentino pasó de cotizarse a 3,18 unidades por dólar a 3,06, una apreciación que preocupa a la industria.
Además, Argentina tampoco ha escapado a la inflación internacional, impulsada por el aumento de precios de los productos básicos, el transporte y la energía. Según estimaciones de consultoras privadas, ésta ronda el 28 por ciento anual, una de las más altas de la región.
El aumento acelerado de precios, sumado a una política monetaria que mantiene el tipo de cambio casi fijo, neutralizó la ventaja competitiva de la devaluación de 2002. Los economistas advierten que el Estado tiene menos espacio fiscal para intervenir en el mercado monetario desde el Banco Central, y entonces esta herramienta está en crisis.
En una rueda de prensa el sábado 2 de agosto, la presidenta Cristina Fernández sostuvo que la industria es el sector que más ayudó al crecimiento sostenido de los últimos años, de cerca de ocho por ciento anual, y que generó la mayor cantidad de empleos. La desocupación bajó a un tercio de la de 2002.
Pero cuando fue consultada sobre la franja de valor ideal de la moneda frente al dólar y sobre cuál será la tendencia futura, la mandataria eludió las definiciones.
Argentina tuvo en los años 90 un régimen de convertibilidad por el cual cada peso equivalía a un dólar estadounidense.
En esa década, las importaciones fueron sustituyendo cada vez más la producción nacional, miles de pequeñas y medianas empresas cerraron sus puertas y el desempleo creció. En 2002, tras casi cuatro años de recesión, ese modelo colapsó y la moneda se devaluó. El país no tenía recursos ni crédito para exportar ni para importar.
Las autoridades sostuvieron entonces lo que llamaron el tipo de cambio competitivo como una herramienta que permitía recuperar la actividad económica y el empleo.
Ahora, esa política de mantener el dólar alto parece haber sido abandonada sin aviso y los primeros que sienten el impacto son los sectores industriales.
La Fundación Pro Tejer, de empresas del rubro textil, señaló que desde 2002 y 2007 el sector logró hacer un uso intensivo de la capacidad instalada, la producción aumentó 109 por ciento y se crearon 243.000 nuevos empleos.
En la década de 1990, las importaciones textiles tuvieron un pico de 1.112 millones de dólares en 1997. En cambio en 2002, tras la devaluación, cayeron a 253 millones. Desde entonces las compras al exterior suben y en 2007 superaron el máximo de 1997: llegaron a 1.170 millones de dólares.
Las principales compras se efectúan a Brasil (42 por ciento), que vende en el mercado argentino sin pagar aranceles por ser socio del Mercado Común del Sur, conformado también por Uruguay y Paraguay. El resto proviene de Asia, principalmente de China.
Con la industrialización del cuero sucede algo similar. "La preocupación central de nuestro sector es el incremento de las importaciones de oriente, sobre todo de China, que aumentaron cerca de 40 por ciento entre enero y junio últimos en relación a 2007", dijo a IPS Laura Barabas, de la Cámara de la Industria del Calzado.
Un informe de julio de la consultora Ecolatina explica que el tipo de cambio competitivo ese ha visto erosionado por la inflación. "Ya queda poco de este activo", el dólar alto, observó el director ejecutivo de la empresa, el economista Ricardo Delgado.
"El incipiente proceso de sustitución de importaciones está de nuevo amenazado por la penetración de oferta extranjera", sostuvo Delgado y señaló que del total de importaciones del último año, 63 por ciento corresponde a sectores en los que existe producción nacional. "La gravitación de estas compras crece a un ritmo preocupante", alertó.
El economista Eduardo Curia, crítico del régimen de convertibilidad de los años 90, ahora cree que el modelo de paridad competitiva "está perdido".
"Lamentablemente, esa paridad, que fue un eje de la estrategia económica de despegue, se perdió", dijo Curia a IPS. "Ya se empiezan a ver los impactos negativos en las importaciones que en algunos rubros crecieron en proporciones voraces", indicó.
"Pero el ariete que significaba un tipo de cambio competitivo ya es historia. Desde la devaluación de 2002 hasta ahora el valor nominal creció apenas 10 por ciento, es prácticamente un esquema de cambio fijo", consideró.
Los economistas coinciden en que es difícil pensar en una solución a la pérdida de competitividad si no se controla el alza de precios.
"Si nada de esto cambia en el corto plazo, para 2009 vamos a comenzar a notar el impacto en el empleo", vaticinó Curia.