El colapso de las negociaciones comerciales multilaterales de la Ronda de Doha, conducidas por la OMC, originó en India sentimientos contradictorios.
No contar con ningún acuerdo es mejor que tener uno malo, según algunos analistas. Pero otros apuntan que el nuevo escenario perjudica más a los países en desarrollo, por lo que India debió haber sido más flexible en la ronda de la OMC (Organización Mundial del Comercio).
Estados Unidos acusó a China e India de ser "extremadamente proteccionistas" a la hora de abrir sus puertas a una amplia gama de importaciones, desde alimentos hasta automóviles, pasando por los productos químicos.
Por otro lado, muchos países en desarrollo señalaron que los subsidios agrícolas estadounidenses y europeos expulsan de sus mercados a sus propios agricultores. Eso determina una ulterior reducción de la producción local y una mayor vulnerabilidad de esos países ante aumentos de precios como los registrados en los últimos meses.
El ministro de Comercio de India, Kamal Nath, dijo que Estados Unidos velaba por las ventajas de sus grandes corporaciones agropecuarias, mientras que los países en desarrollo querían proteger "el medio de vida de sus agricultores".
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Washington, según Nath, forzó "un punto muerto en un tema que no tiene que ver con el comercio sino con la posibilidad de que los agricultores se ganen la vida".
Nueva Delhi está dispuesta a negociar, pero sin aceptar concesiones que afectan a los campesinos pobres, no sólo en su país sino en otras 100 naciones en desarrollo, agregó.
La Ronda de Doha de la OMC colapsó por la falta de acuerdo en torno de los detalles del Mecanismo Especial de Salvaguardas en el Acuerdo sobre Agricultura, que permite a un país aumentar sus impuestos aduaneros ante un aumento en el volumen de importaciones o un marcado descenso en los precios.
China e India propusieron admitir ese instrumento si las importaciones crecían 10 por ciento, mientras que Estados Unidos elevó sus pretensiones a 40 por ciento.
La posición del gobierno indio fue apoyada por las asociaciones empresariales de ese país.
"Es desalentador que las negociaciones hayan fracasado por ese asunto, pero incluso el 10 por ciento propuesto por Nueva Delhi y otros países en desarrollo era ya muy liberal", dijo R. Gopalakrishnan, presidente de la comisión sobre acuerdos comerciales de la Confederación India de la Industria.
En la Ronda de Doha se intentó atender las preocupaciones de los países pobres a través de "un tratamiento especial y diferenciado" en materia de reducción de aranceles. También se señaló que las naciones ricas recortarían los suyos de forma más marcada. Pero nada de esto ocurrió y es improbable que suceda en el corto plazo.
Que Estados Unidos finalmente culpara a China e India por el fracaso de la Ronda de Doha, iniciada en la capital de Qatar en noviembre de 2001, refleja la cambiante ecuación del poder económico en el mundo.
Más significativo resultó que las naciones ricas no hayan podido "comprar" a algunos países en desarrollo con concesiones, como había sido común en anteriores negociaciones.
La Ronda de Tokio y la Ronda Uruguay se extendieron durante seis y más de siete años, respectivamente. La diferencia fue que en esta ocasión el mundo en desarrollo se mantuvo unido.
Los países ricos buscaron llegar a acuerdos especiales con algunas naciones, pero no llegaron a concretarse. Washington y Bruselas ofrecieron considerar la posibilidad de ofrecer más visas temporarias de trabajo para profesionales calificados de India, algo que Nueva Delhi reclamaba desde hacía tiempo.
Por su parte, cuatro países de África occidental —Benin, Burkina Faso, Chad y Mali— presionaron para que Estados Unidos recortara los subsidios a su sector algodonero.
Hubo una luz de esperanza el 22 de julio, cuando el director general de la OMC, Pascal Lamy, sugirió que se habían registrado avances en las conversaciones entre ministros de comercio de 30 naciones: Estados Unidos y Europa reducirían los subsidios agrícolas, mientras que los países en desarrollo bajarían los aranceles.
Pero ese intento también fracasó. Cuando Washington ofreció reducir el monto anual de sus subsidios agrícolas de 42.500 a 15.000 millones de dólares, un miembro de la delegación brasileña dijo sarcásticamente que se trataba de un "buen intento", pero agregó que esa suma era "aún demasiado alta".
Tres cuartas partes de los pobres del mundo dependen de la agricultura para su supervivencia, mientras que 95 por ciento de los pequeños granjeros, o marginales, viven en países en desarrollo. En Estados Unidos, en cambio, los beneficiarios de los enormes subsidios son menos de seis millones.
"Me alegra que los países en desarrollo no hayan podido ser divididos o intimidados, pero no me alegra el fracaso de las negociaciones", señaló Biswajit Dhar, presidente del Centro de Estudios sobre la OMC del Instituto Indio de Comercio Exterior, con sede en Nueva Delhi.
En una entrevista con IPS, Dahr agregó que el colapso de la Ronda de Doha revela que el multilateralismo en el comercio internacional se encuentra bajo un ataque severo.
"En la OMC cada uno de sus 153 miembros cuenta con un voto, que no depende de su tamaño o el volumen de su comercio exterior. Esto asegura que no prevalezca la voluntad de los grandes y poderosos, lo que es bueno para los países en desarrollo", dijo.
Desde el fin de la Ronda Uruguay en 1994, se han firmado 80 tratados bilaterales de libre comercio y la OMC estima que podrían llegar a 400.
Al mismo tiempo, no se verificó en la práctica el pronosticado aumento del comercio internacional, que pasó de 7,6 billones de dólares en 2001 a 13,6 billones en 2006.
En 2001, el Banco Mundial había anticipado que una exitosa conclusión de la Ronda de Doha incrementaría el comercio en 850.000 millones de dólares al año, pero desde entonces redujo esa cifra a apenas 50.000 millones de dólares.
Dhar señaló que los países ricos no desean un terreno de juego equilibrado ni reformas sustanciales al sistema de comercio internacional, a pesar de sus declaraciones en contrario. Otros analistas, en cambio, opinan que la posición en materia de reducción de los subsidios adoptada por Brasil, India y China no beneficiará a los países en desarrollo importadores de alimentos.
"A medida que los precios aumentan en Estados Unidos y Europa, muchos países pobres que dependen de esas importaciones, incluidos varios africanos, se verán muy afectados y esto causará más pobreza, tensión social y agitación política", dijo a IPS T.K. Bhaumik, presidente de la comisión de Economía de la Unión de Cámaras de Comercio e Industria de India.
"¿Por qué sólo estuvieron activamente involucrados en las conversaciones representantes de 30 países? ¿Quién defendió los intereses de los otros 123 miembros? Las negociaciones en la OMC se han vuelto una broma", agregó.
Las deliberaciones comerciales, aseguró Bhaumik, "son un juego entre participantes desiguales. Los países ricos actúan como matones, pero los emergentes no son precisamente vacas sagradas que se esfuerzan para mejorar las condiciones de vida de sus campesinos".
A su juicio, "no deberíamos derramar lágrimas de cocodrilo, ni plantear metas demasiado ambiciosas para la reducción de los subsidios agrícolas en Estados Unidos y Europa", concluyó.