La firme actitud de China en las fracasadas negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Ginebra no tuvieron tanto que ver con su postura política sino más bien con su obsesión por la seguridad alimentaria, según expertos.
Echando por la borda un largo periodo de silencio en la Ronda de Doha, China unió filas con las naciones en desarrollo y permitió que el desacuerdo sobre los aranceles agropecuarios descarrilara las gestiones.
"Los últimos disturbios por (la crisis de) alimentos en varios países hicieron que los líderes chinos se dieran cuenta aun más que antes de que la seguridad alimentaria debe ser resuelta en forma interna", sostuvo Meng Zhou, investigador independiente de Beijing, en una columna publicada en el diario Xinjingbao.
"Si el suministro de alimentos depende de las importaciones, entonces nunca se podrá garantizar la estabilidad social, e incluso se podría socavar la soberanía nacional. Esto sirve para explicar la línea dura adoptada esta vez por China en las negociaciones comerciales", añadió.
Con él coincidió Chen Taifeng, experto en estudios chinos de la Universidad Qinghua
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"El aumento drástico de los precios pusieron muy nerviosos a los países. Antes de abrir enteramente sus mercados agrícolas, China necesita garantizar que puede depender de mecanismos de salvaguarda para proteger su propia producción", indicó.
Las negociaciones en Ginebra colapsaron a fines del mes pasado luego de que los países miembro no llegaran a un acuerdo sobre permitir a las naciones en desarrollo usar aranceles especiales de salvaguarda para proteger a sus productores de las inundaciones de importaciones baratas.
Con sus grandes exportaciones, China se ha beneficiado generosamente del comercio liberalizado, a través del cual ha enviado a diversos mercados sus productos baratos manufacturados. En conversaciones previas en la Ronda de Doha, este país asiático decidió mantener un perfil bajo, si no de observador silencioso, en las negociaciones entre naciones ricas y el Sur en desarrollo.
Pero en una señal de profunda ansiedad sobre la seguridad alimentaria, esta vez China compartió la oposición de India a un acuerdo que según este país podría afectar a sus millones de granjeros pobres.
Este cambio se produce en momentos en que Beijing afronta el desafío de alimentar a sus 1.300 millones de habitantes, mientras se reduce su tierra cultivable y se agrava una escasez de agua.
Las naciones ricas lideradas por Estados Unidos acusaron a India y a China de no ceder suficiente terreno en las conversaciones para la liberalización del comercio y bloquear así las soluciones a la reciente escasez de alimentos y al continuo espiral en el aumento de precios.
La representante de Comercio de Estados Unidos, Susan Schwab, criticó a los países en desarrollo por aferrarse a actitudes proteccionistas. "Frente a la crisis de los alimentos, es irónico que el debate se haya reducido a cuánto y cuán rápidas naciones pueden levantar sus barreras a las importaciones", dijo.
Pero Beijing acusó a los países industrializados de matar las conversaciones. El ministro de Comercio, Chen Deming, dijo al Peoples Daily, periódico oficial del Partido Comunista, que China no debía ser responsabilizada del fracaso de las conversaciones de la OMC.
"Somos nuevos miembros de la OMC y todavía debemos disfrutar un tratamiento como tales. El colapso de las negociaciones no tienen nada que ver con China", indicó.
Chen, quien representó a su país Ginebra, calificó de "duro golpe" el fracaso de las conversaciones.
En sus primeras declaraciones tras el colapso en esa ciudad suiza, Chen señaló que "tras satisfacer sus propias demandas, Estados Unidos le demandó al mundo en desarrollo un precio tan alto como el cielo".
Estados Unidos objetó detalles de un "mecanismo especial de salvaguarda" diseñado para proteger a los agricultores del Sur en desarrollo contra los embates temporales de importaciones de algodón, arroz y azúcar.
China ha insistido en proteger el sustento de sus agricultores. El país pasó de 750 y 800 millones de productores, casi el doble de toda la población de la Unión Europea. La mayoría sobreviven con dos dólares al día.
"Es injusto apoyar a los ricos propietarios de granjas en Occidente, regularmente subsidiados por los ministerios de Finanzas de sus países, contra los millones de pequeños agricultores desprotegidos de China", señaló Meng Zhou.
"Los productos y la agricultura todavía son los pilares de la economía de muchos países en desarrollo. Sin embargo, en Occidente, los campesinos representan sólo una fracción de la población, y la agricultura responde por una pequeña porción del presupuesto", añadió.
Editoriales de algunos periódicos chinos acusaron a Estados Unidos de hacer "compromisos hipócritas" en la mesa de negociaciones de la Ronda de Doha. Ese país aceptó poner tope en 14.500 millones de dólares a sus subsidios agrícolas, pero un editorial del periódico chino 21st Century Business Herald señaló que este compromiso carecía de sentido.
"Como el productor de granos más eficiente, con 40 por ciento de las exportaciones mundiales, Estados Unidos es el que más se beneficia de los altos precios de los alimentos", indicó.
"Estados Unidos calculó que los altos precios de los granos compensarán la disminución de los subsidios agrícolas. De hecho, el año pasado, Estados Unidos invirtió sólo 9.000 millones de dólares en esos subsidios", añadió.