El estado brasileño de Amazonas es «una cantera de ideas y creatividad» y conquistó una posición de vanguardia por preservar 98 por ciento de sus bosques y adoptar una pionera Ley de Cambio Climático, dijo a Tierramérica su secretaria de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, Nádia D'Ávila Ferreira.
Esta bióloga con una maestría en biología de agua dulce y pesca interior y otro posgrado en gestión para calidad total, asumió en marzo la conducción de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable (SDS) de Amazonas, vasto territorio del confín noroccidental de Brasil y uno de los nueve estados amazónicos de este país.
Ferreira ya había ejercido importantes funciones en la misma SDS y en la Secretaría de Educación. Este un extracto de la entrevista que concedió a Tierramérica en Manaos.
TIERRAMÉRICA: — La Ley de Cambio Climático se aprobó en 2007. ¿Qué se ha hecho a partir de ella?
NÁDIA D'ÁVILA FERREIRA: — El gobierno (estadual) creó una fundación para desarrollar servicios ambientales en las Unidades de Conservación y el Centro Estadual de Unidades de Conservación (CEUC) y el de Cambio Climático, ambos inaugurados en abril de 2008. El CEUC hará la gestión de las 34 áreas de conservación que suman 17 millones de hectáreas, en asociación con entidades no gubernamentales.
— ¿Y en la cuestión del cambio climático?
— La ley prevé seis programas que el Centro Estadual de Cambio Climático debe ejecutar. Uno es el de la Beca Forestal, a cargo de la Fundación Amazonas Sustentable. Otro es el programa de energías alternativas.
La capacitación es otra actividad. Se acaba de concluir un taller con profesores de la red de enseñanza, sobre manejo forestal y cambio climático. Ya publicamos dos libros que en 2009 serán distribuidos a todos los profesores, casi 30.000, después de revisarlos y ampliarlos de forma participativa. Queremos mostrar que estudiantes de primaria y secundaria pueden tratar el tema climático.
También se hará un control ambiental, agregando indicadores específicos del estado, que redujo 63 por ciento la deforestación durante los últimos cinco años.
— Pero, ¿qué se hace contra la deforestación, que aumentó este año?
— Amazonas creó en mayo el Grupo Estratégico de Combate a Delitos Ambientales, con 31 efectivos que actuarán con inteligencia ambiental, en asociación con la policía y el ejército. Es necesario atacar focos bien identificados, porque inspeccionar la enorme extensión amazónica cuesta demasiado.
— ¿El cambio de matriz energética sólo será posible con el gasoducto que llevará gas natural de Urucum, en el interior de Amazonas, a Manaos, la capital, o se piensa en fuentes alternativas?
— Hoy los consumidores brasileños pagan cerca de 2.000 millones de reales anuales (1.250 millones de dólares) para subsidiar el petróleo empleado en Amazonas. Con el gas de Urucum dispondremos de energía continua, que estimulará a las empresas a instalarse en el interior.
El gobierno estadual busca inducir a las empresas a desarrollar potencialidades locales, como los frutos açaí, cupuaçú y castaña. Pero procesarlos exige energía. El gasoducto asegurará gas en Manaos, nuevas centrales termoeléctricas y más vehículos impulsados a gas natural, que hoy se limitan a 224 taxis.
— Pero los ambientalistas critican el gasoducto y el uso del combustible fósil. ¿No se podría incorporar el biodiésel?
— El gobierno federal estimula el biodiésel, pero será necesario comprobar que se lo puede producir a gran escala en la Amazonia. Algunas alternativas a partir de frutos amazónicos sólo podrán atender pequeñas comunidades aisladas.
Además, habrá beneficios sociales con el gasoducto, en cuyo trayecto hay 135 comunidades, 75 por ciento de las cuales aún están iluminadas por lamparillas de aceite o velas. Logramos en audiencias públicas cambiar el proyecto original, permitiendo salidas del gas en 126 kilómetros de ramales que abastecerán a los siete municipios locales. Y los cables ópticos para monitoreo del gasoducto servirán también para llevar Internet de banda ancha a las comunidades.
— ¿Cómo ve usted la propuesta de científicos que defienden abultadas inversiones para establecer investigadores en la Amazonia y salvarla?
— Son todos bienvenidos. Pero las investigaciones deben casarse con nuestras metas estratégicas. Necesitamos, por ejemplo, fortalecer las cadenas productivas, como las del caucho, la castaña y otros productos de la biodiversidad local. También utilizar maderas secundarias, porque las más conocidas se acaban rápidamente.
— Y sobre el conocimiento tradicional, ¿que hace su Secretaría?
— No se puede elaborar ninguna política pública sin escuchar a las poblaciones tradicionales. Son ellas las que preservan el ambiente. Mantenemos 98 por ciento de cobertura vegetal en Amazonas gracias a la concentración económica en Manaos, que, con su distrito industrial, responde por casi toda la recaudación impositiva del estado. Pero no hubo estímulo para desarrollar el interior, cuyas poblaciones sobrevivieron a costa de su trabajo y conocimiento, conservando la naturaleza, sin nuestra retribución.
El gobierno estadual dio el primer paso, reconociendo a esas poblaciones como "guardianes de los bosques" y remunerando sus servicios ambientales con la Beca Forestal. Es una iniciativa innovadora. Estamos seguros de que nuestros programas permanecerán porque fueron construidos con movimientos sociales y poblaciones tradicionales, con quienes discutimos cada política.
— ¿La Beca Forestal ambiciona convertirse en programa nacional?
— La lógica es que se amplíe. Los indígenas también reclamaron una beca forestal indígena, pero sus tierras son federales. Por ahora implantamos la beca en seis unidades de conservación estaduales, que serán 12 a fin de este año. Encaminaremos al Ministerio de Justicia la solicitud indígena. Si se autoriza, no hay por qué no atender a los primeros guardianes de los bosques.
— Por último, ¿qué papel juega la comunicación en sus planes?
— Estamos en la vanguardia ambiental, con experiencias que podrían divulgarse. Pero la prensa usualmente publica sólo hechos negativos, como la deforestación, y no, por ejemplo, que Amazonas es pentacampeón en reducirla.
La idea difundida es que acá sólo hay árboles, y no una gran diversidad cultural y étnica y el mayor polo industrial latinoamericano. Tenemos mucha agua y biodiversidad, pero lo más importante, la mayor riqueza de la Amazonia, es la gente.
* Publicado originalmente el 16 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.