Amornchai Sirisai es un asiduo visitante de la frontera entre Tailandia y Camboya, cerca de donde se yergue un templo hindú del siglo X, en lo alto de un profundo acantilado.
Trabaja para dos organizaciones no gubernamentales que se dedican a despejar de minas terrestres del lado tailandés de la frontera, cerca del templo en la septentrional provincia camboyana de Preah Vihear, donde el Jemer Rojo dio su última batalla, antes de rendirse en 1998.
El área está marcada por cráteres resultantes del estallido de proyectiles y minas antipersonal que son despejadas por la Alianza Japonesa para el Apoyo Humanitario de Despeje de Minas (Jahds, por sus siglas en inglés) y la Organización Mekong para la Humanidad, para hacer que el templo sea más accesible a los visitantes locales y extranjeros.
El templo fue construido por los reyes jemeres que gobernaban Camboya.
Pero por estos días, lo que preocupa al gerente de proyecto de la Organización Mekong para la Humanidad es que el templo ha estado en el centro de una amarga disputa luego que este mes Camboya obtuvo la aprobación internacional para reconocerlo como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
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El comité que dio a Phnom Penh el visto bueno para integrar esa lista está afiliado a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Las tensiones entre los dos vecinos de Asia sudoriental llegó a un nivel peligroso el 17 de este mes, cuando cientos de efectivos militares fueron instruidos por sus países para mantener la vigilia cerca de la frontera.
Alimentando esta atmósfera tensa hubo cientos de tailandeses pertenecientes a una organización contraria al gobierno que se apresuró a llegar al lugar para entonar eslóganes nacionalistas, declarando que el templo de Preah Vihear pertenecía a Tailandia y había sido "robado" por Camboya.
"Aquí la situación se está poniendo mala. Antes no era así", dijo Amornchai durante una entrevista telefónica desde Si Sa Ket, la provincia de la frontera tailandesa hacia la que mira el templo.
"Ambos países ordenaron a sus soldados apostarse cerca de la frontera. Están enfrentados entre sí", agregó.
La creciente ola de estridente nacionalismo tailandés, y de eslóganes anticamboyanos, asestó un duro golpe al gobierno del primer ministro Samak Sundaravej.
El ministro de Relaciones Exteriores, Noppadon Pattama, fue obligado a renunciar luego de regresar de Bangkok, el 10 de este mes, tras la reunión del comité de Patrimonio Mundial, que falló por ocho a uno a favor de que Camboya obtenga el antiguo templo, dedicado a la deidad hindú Shiva.
Más allá de la frontera, el Partido del Pueblo Camboyano (CPP), del primer ministro Hun Sen, ha estado usando la aprobación de la Unesco para listar al templo como sitio de Patrimonio Mundial para avanzar en su campaña hacia las elecciones parlamentarias programadas para el 27 de este mes.
Los tailandeses moderados dicen que los nacionalistas se niegan a aceptar la historia reciente y los hechos que fortalecen los reclamos camboyanos sobre el templo, esgrimidos en 1962 por la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya.
En 1963 la entonces dictadura tailandesa aceptó el veredicto, pero reclamó la propiedad de una pequeña área entre el templo y la frontera tailandesa, que ofrece la principal ruta de acceso al sitio histórico.
"Como miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Tailandia tuvo que aceptar el fallo y entregar el templo a Camboya. En las décadas posteriores no hubo ningún intento legal de reclamar el sitio", escribió Supalak Ganjanakhundee en un comentario publicado el jueves en el periódico The Nation.
"En el idioma de la ley, de facto y de jure, el templo hindú de Preah Vihear pertenece a Camboya", señaló.
Pero el reciente estallido de tensiones en ese punto particular de la frontera entre Tailandia y Camboya no es el primero. En noviembre de 2004, se ordenó a los soldados que patrullaran su lado de la frontera por otro desacuerdo en relación a la tajada de tierra de nadie.
Y en los últimos siete años hubo momentos en que los habitantes del lugar y los extranjeros buscaron ingresar al templo desde el lado tailandés y funcionarios camboyanos les negaron el acceso.
La disputa es vista como un legado de la colonización francesa de Indochina. Tailandia, que nunca estuvo bajo la égida de París, fue una zona intermedia entre los colonos franceses, hacia el oriente, y los británicos, hacia el occidente y el sur. La actual frontera que separa a Tailandia y a sus dos vecinos orientales fue trazada por funcionarios franceses.
Pero la frontera que separa a Tailandia de Camboya y Laos está señalada con áreas grises que desataron disputas en el pasado.
Hacia fines de 1987, efectivos militares de Tailandia y Laos se enfrentaron en torno a un territorio que el segundo alegaba era parte de su provincia de Xaignabouri, mientras que los tailandeses decían que el área pertenecía a su provincia de Phitsanulok.
Para el momento en que se declaró un cese del fuego, en febrero de 1988, habían muerto unos 1.000 soldados, la mayoría tailandeses.
La actual disputa que amenaza con agriar las relaciones entre Tailandia y Camboya no podía llegar en peor momento para Bangkok, puesto que se prepara para asumir la presidencia de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), el bloque regional que integran ambos países, junto a Birmania, Brunei, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur y Vietnam.
En noviembre, los líderes de la Asean firmaron un estatuto para el organismo regional que buscaba una mayor integración para crear una comunidad unificada a nivel político, económico y social para 2015. Este documento legalmente vinculante constituyó un intento por reafirmar la relevancia del bloque en el escenario mundial.
La Asean fue creada en 1967 para frenar la propagación del comunismo en la región e impulsar las políticas de libre mercado. Pero su utilidad comenzó a desvanecerse con el fin de la Guerra Fría a comienzos de los años 90 y con la crisis financiera a mitad de camino en esa década.
Ahora, una creciente ola de nacionalismo plantea otro desafío al nuevo capítulo sobre unidad regional más fuerte que la Asean quiere escribir.
"El nacionalismo herido está estimulando sentimientos de odio entre tailandeses y camboyanos. El sentimiento anticamboyano crece más fuerte mientras los tailandeses —que se consideran superiores a sus vecinos sudorientales— sienten que se han desprestigiado (a causa del templo)", dijo Supalak.