SOCIEDAD-PORTUGAL: Racismo y segregación en cóctel fatal

La disputa es entre pobres y por añadidura involucra a dos etnias de comunidades discriminadas por las sociedades europeas durante siglos.

Africanos y gitanos no logran reconciliarse y en las cuatro calles de viviendas sociales de Quinta da Fonte, un barrio pobre ubicado en Loures, a 30 kilómetros de Lisboa, se observa la tensa calma que suele anteceder a las tempestades.

Las interpretaciones de ostracismo y de mutua discriminación de las dos comunidades no son aceptadas por los sociólogos y politólogos opuestos a las políticas oficiales de crear estos barrios, que califican de "segregacionistas y estigmatizantes".

Entre ellos se destaca la voz crítica del dirigente de SOS-Racismo, José Falcão, al asegurar que lo que se está verificando en Loures es el resultado de "un racismo que en el fondo es institucional, alentado por el Estado".

El primer choque se produjo el 11 de este mes en Quinta da Fonte, del barrio Apelação de Loures, cuando, por riñas de bar y peleas callejeras, africanos atacaron con armas de fuego a los apartamentos de luso-cíngaros, que horas más tarde comenzaron a responder con la misma moneda.

Esos disturbios fueron filmados por un vecino del barrio y las imágenes chocantes resultantes fueron ampliamente difundidas por los canales de televisión en varios países de Europa.

En los días sucesivos, los enfrentamientos fueron bajando de tono, debido a la presencia disuasiva de la Policía de Seguridad Pública (PSP). Pero no por eso cesaron y las riñas continuaron hasta que los africanos lograron imponer su primacía a mediados de la semana pasada.

En franca minoría y diciendo temer por sus vidas, los gitanos se batieron en retirada, abandonando sus casas y levantando tiendas de campaña en la plaza central de Loures, a fin de exigir a la alcaldía y al gobierno nacional ser realojados en otro lugar, pues consideran que la reconciliación con los africanos es imposible.

El gobierno del primer ministro socialista José Sócrates y la alcaldía local rechazaron la petición, ante lo cual José Fernandes, portavoz de la Comunidad Gitana de Quinta da Fonte, aseguró en la víspera que estaban en condiciones de convocar a una manifestación de gitanos de todo el país si no son realojados en otros barrios antes del fin de esta semana.

El ministro de Interior de Portugal, Rui Pereira, aseguró el mismo día que "el gobierno y las fuerzas de seguridad no reciben ultimátum ni ceden en ninguna situación, a presiones y coacciones".

"Todos los ciudadanos, sean de la etnia que sean, deben respetar la ley portuguesa", advirtió.

Pocas horas después, a las 06:15 (05:15 hora GMT) de la madrugada de este martes, la policía desalojó a las 53 familias gitanas que se mantenían inflexibles en la plaza de Loures, conduciéndolas sin violencia al barrio de Apelação, pese a que algunas personas consultadas por IPS acusaron a los agentes de apuntar sus armas contra menores.

Las familias gitanas siguen rechazando regresar a la Quinta da Fonte y se han concentrado debajo de un puente de la localidad, donde se hizo presente el dirigente de SOS-Racismo, a quien IPS solicitó una evaluación de los hechos.

"Lo que aquí se registró, no fue un racismo de negros contra gitanos ni de gitanos contra negros. Lo que se constata es el resultado de un racismo institucional, del Estado, que construye estos barrios segregacionistas, en lugar de promover una política de integración", precisó Falcão.

Enviar a la policía a desocupar la plaza ubicada frente a la alcaldía de Loures, "es otra muestra de este racismo estatal, que usa dos pesos y dos medidas, según de quien se trate", añadió.

Recordó, a modo de ejemplo, que "hace algunas semanas el gobierno permaneció indiferente, para después negociar, con empresarios del transporte que bloquearon carreteras y autopistas del país, pero no hesitan en mandar a la fuerza pública a desalojar personas que no causaban daño a nadie, de una plaza donde tenían derecho a estar".

El presidente de Portugal, Aníbal Cavaco e Silva, al lamentar el lunes los incidentes hizo un llamamiento para una solución a los problemas de ese tipo, "que evite la creación de ghettos étnicos".

Según cifras de la oficina del alto comisionado para las minorías étnicas, este país con 10,2 millones de habitantes cuenta con una comunidad luso-cíngara calculada en unas 40.000 personas, 7.200 de las cuales residen en condiciones precarias y entre estas ellas, 4.200 son nómades.

En cuanto a su actividad productiva, los gitanos portugueses se dividen en dos grupos: los comerciantes ambulantes que recorren todo el país vendiendo en especial vestuario y calzado en las ferias populares, y los domadores de caballos de la región meridional de Alentejo.

Sin embargo, muchas veces a la opinión pública sólo pasa la imagen de los grupos minoritarios de gitanos que trafican drogas, debido al amplio destaque de los medios de comunicación social, que raramente informan sobre las actividades regulares de esta minoría étnica lusitana.

Por su parte, los inmigrantes africanos, principalmente de las ex colonias portuguesas, forman un universo de unas 300.000 personas, en su gran mayoría de Cabo Verde, secundados en este orden, por originarios de Angola, Santo Tomé y Príncipe, Guinea-Bissau y Mozambique.

Sin embargo, la llamada "comunidad africana" no corresponde exactamente a esa denominación, ya que gran parte de los hijos y nietos de los inmigrantes son nacidos en Portugal, a los que se une el que este país es el más mestizo de Europa, producto de los esclavos traídos desde 1444 y luego del arribo masivo de ciudadanos de las ex colonias, que poco a poco fueron asimilados como "afro-lusitanos".

Una anciana respetada miembro de la comunidad gitana, que no se deja filmar ni fotografiar por los numerosos periodistas presentes, dijo a IPS, bajo condición de respetar su anonimato, que "ni hablar del regresar a nuestras casas, porque todo puede ocurrir en el barrio y no queremos más enfrentamientos".

El portavoz de la comunidad, por su parte, reafirmó que no regresarían a la Quinta da Fonte, porque, mientras hacían un recorrido de rastreo de las condiciones de seguridad en el barrio el lunes, "fuimos insultados por la población africana que allí residente".

Consultado sobre el preanuncio el lunes de una gran manifestación de luso-cíngaros en Loures, Fernandes admitió el peligro de enfrentamientos de gran dimensión, porque "puede suceder cualquier cosa y nosotros no deseamos llegar a ese punto".

Reconoció que una protesta nacional de gitanos "es una posibilidad remota, pero no deja de ser una hipótesis" y sólo un compromiso firmado por el ministro de Interior, la gobernadora del Distrito de Lisboa y el alcalde de Loures, que garantice la seguridad de personas y bienes, "podrá hacer que la población gitana regrese a sus casas".

Una posibilidad que, empero, no convence a Maria Quaresma, de 29 años y cuatro hijos de entre cuatro y 12 años, porque "hace años que pedimos una comisaría de policía y nadie nos escuchó". "Ahora tal vez es demasiado tarde, porque si regresamos puede haber muertos de los dos lados", puntualizó.

Consultadas sobre los principales aspectos que les dividen de los africanos, muchos de ellos ya portugueses de segunda y tercera generación, un grupo de cuatro mujeres de diversas edades sostuvieron a coro: "nuestras hijas e hijos". Y muy en especial, señala la de más edad que no acepta ser identificada, "son nuestras muchachas".

Al contrario de otras, las jóvenes "gitanas somos educadas en el recato y, como se sabe, la virginidad para nosotras es muy importante, razón por la cual nuestras muchachas son insultadas y amenazadas por los africanos y por eso, ellas se encierran en casa", explicó.

Los intentos de reconciliar a las dos comunidades, encabezados por diversas organizaciones de derechos humanos, antirracistas y las iglesias Católica, protestantes y evangélicas, incluyeron la realización de una marcha por la paz en la noche de la víspera.

Sin embargo, además de los activistas humanitarios y sacerdotes que llegaron de otros puntos del país, sólo marcharon africanos y luso-africanos, en especial jóvenes. Los gitanos no aparecieron, una actitud ya anunciada por Fernandes, quien dijo no creer en esas iniciativas.

El domingo, al declinar la invitación a marchar por la paz, el portavoz gitano explicó que "la paz empieza por la seguridad y cuando hay paz, no es necesaria la existencia de policías en la calle".

Afonso Vaz Ferreira, un estudiante universitario hijo de inmigrantes de Guina-Bissau, dijo a IPS que los jóvenes africanos "han ido donde los gitanos para pedirles que vuelvan a sus casas, pero la tensión continúa y ellos no quieren regresar, a pesar de que no todos dejaron el barrio".

Muchas familias "continúan en sus casas, en total calma y absoluta tranquilidad", concluyó el estudiante africano con optimismo sobre lo que considera "una deseable reconciliación entre negros y gitanos".

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