El primer ministro de Pakistán, Yousuf Raza Gilani, de visita en Estados Unidos, se esfuerza por frenar las críticas a los polémicos servicios de inteligencia de su gobierno (ISI) debido a su fracaso en la «guerra contra el terrorismo» en la vecina Afganistán.
El presidente afgano Hamid Karzai y líderes del otro vecino pakistaní, India, han acusado insistentemente a los ISI de estar detrás de diferentes atentados terroristas.
Islamabad tuvo que defender a sus servicios de inteligencia cuando fueron responsabilizados por un intento de asesinato contra Karzai en abril, y por un ataque suicida con bombas el 7 de este mes contra la embajada India en Kabul que mató a 58 personas, incluyendo a dos altos diplomáticos indios.
Se sabe que los ISI, bajo control militar y con respaldo encubierto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, han ayudado a entrenar y proveer de armas a los mujaidínes (combatientes islámicos) para pelear en los años 80 contra la ocupación soviética de Afganistán.
Más tarde, en los años 90, los ISI facilitaron la creación del movimiento radical islámico Talibán en Afganistán y le ayudaron a tomar control del país. Pero, después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, Pakistán, al menos oficialmente, dejó de respaldar a ese grupo y se unió a la "guerra contra el terrorismo" liderada por Washington.
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Los esfuerzos de Gilani para transformar a los ISI por ahora parecen inútiles. Horas después de presentar una notificación oficial que transfería esa agencia a control del Ministerio del Interior, altos mandos militares exigieron al gobierno el domingo que se retractara.
No está seguro si los ISI, con frecuencia descritos como un estado dentro del Estado, ahora funcionarán bajo control civil o seguirán bajo la égida militar. Una declaración gubernamental el domingo aclaraba que la notificación previa sólo tenía el objetivo de "hacer énfasis en una mayor coordinación entre el Ministerio del Interior y los ISI en relación con la guerra contra el terrorismo y la seguridad interna", y anunció que una "completa notificación" pronto aclararía el punto.
Gilani, quien se reunió este lunes con el presidente estadounidense George W. Bush, debió reafirmar el compromiso de Islamabad en la guerra contra el Talibán y contra la red extremista islámica Al Qaeda en la frontera afgana. Su visita se produjo cuando aumentan los temores de que las fuerzas estadounidenses preparan una serie de redadas en las zonas tribales fronterizas.
Los operativos transfronterizos contra las áreas tribales pakistaníes se convirtieron en una fuente de frustración y de preocupación para los líderes estadounidenses, que han responsabilizado directamente a Islamabad por el resurgimiento del Talibán.
Islamabad desplegó 80.000 soldados en las Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA), pero la situación aún está lejos de ser estable.
El 17 de julio, Karzai amenazó con enviar a su ejército para capturar o matar a los líderes talibanes pakistaníes en sus propias casas. La amenaza estuvo en particular dirigida al mulá (intérprete de la religión islámica) Mohammad Omar y a sus tenientes pakistaníes Baitullah Mehsud y Maulana Fazlullah.
Gilani condenó las declaraciones de Karzai, y señaló que la diatriba del mandatario afgano podría frustrar los esfuerzos de Islamabad para combatir el terrorismo.
El periodista y experto en asuntos afganos Rahimullah Yousafzai cree que Karzai estaba de hecho hablando en nombre de Estados Unidos. El presidente de Afganistán "no pudo haber hablado sin la bendición de Washington. Hay claros indicios de que el gobierno de Bush está orquestando la estrategia de garantizar que el nuevo gobierno en Pakistán revierta su política", dijo Yousafzai a IPS.
Por su parte, el escritor y analista Hasan Askari Rizvi predijo que durante la visita de Gilani a Washington, Bush tendrá sólo una pregunta para él: si tiene la voluntad de manejar el problema de las áreas tribales.
Según el analista militar Talat Masoos, la raíz del problema es el acuerdo de paz que el nuevo gobierno pakistaní firmó con el Talibán y con los combatientes pakistaníes vinculados con Al Qaeda, especialmente en momentos en que los radicales islámicos incrementan sus actividades terroristas en Afganistán contra la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Masood dijo a IPS que "los estadounidenses son muy escépticos sobre estos acuerdos de paz y se remiten a las pasadas experiencias de 2005 y 2007, cuando los combatientes del Talibán aprovecharon la firma de estos tratados para consolidar y expandir su influencia en las áreas tribales y con el fin de fortalecer sus capacidades para lanzar ataques transfronterizos contra la OTAN".
Mostrando su molestia por estos pactos, el Departamento de Defensa de Estados Unidos divulgó un comunicado señalando: "Pakistán debe asegurarse de que los acuerdos no valgan más que el papel en que están escritos".
El 10 de junio, semanas después de que se alcanzaron estos acuerdos, un ataque con misiles de Estados Unidos en las FATA mató a 27 pakistaníes, entre ellos 13 soldados, lo que agravó el sentimiento antiestadounidense en las zonas fronterizas con Afganistán, sobre todo después de que Washington se negó a presentar una disculpa.
El 25 de este mes se celebró en Islamabad una reunión con representantes de los principales aliados en la "guerra contra el terrorismo", destinada a analizar el problema de los combatientes islámicos. En una sesión maratónica, a la que asistió el jefe del ejército pakistaní, Ashfaq Kayani, se alcanzó el consenso de que se debe negociar con los combatientes en las zonas tribales en lugar de apelar sólo a la fuerza.
En rueda de prensa al término del encuentro, la ministra de Información pakistaní Sherry Rehman señaló que los participantes habían asumido el desafío de enfrentar al extremismo a través de la participación política. Sin embargo, añadió que "los socios de la coalición subrayaron que no se permitirá que el territorio pakistaní sea usado para ataques terroristas, y que no serán tolerados incursiones de fuerzas externas en suelo soberano pakistaní".
Para el canciller Shah Mahmood Qureshi, el problema es la diferencia de percepciones entre Washington e Islamabad sobre la "guerra contra el terrorismo".
"Pakistán cree que las fuerzas de Estados Unidos y de la OTAN no están atendiendo los reales problemas en Afganistán que fortalecieron al Talibán para dominar varias provincias en el sur, y que son la raíz de la militancia radical islámica. No se han hecho esfuerzos para fortalecer las estructuras estatales en el sur, sureste y suroeste", señaló.
Además, "la comunidad internacional ha prestado poca atención a la repatriación y rehabilitación de los refugiados afganos en Pakistán, y esa situación continúa siendo una fuente de potencial militancia e inestabilidad", sostuvo.
"Por el contrario, se culpa a Pakistán de todos estos problemas. Mientras, al apostar más a la potencia aérea y menos a las operaciones en el terreno, las fuerzas de Estados Unidos y de la OTAN obligan a los combatientes a trasladarse al lado pakistaní, y luego esperan que nosotros libremos esta guerra con todas sus consecuencias, incluyendo sus daños colaterales", añadió.