LIBROS-IRAQ: Retrato de Muqtada al-Sadr

«Es un espía estadounidense», gritaron los milicianos frente al periodista británico Patrick Cockburn hace cuatro años en Kufa, al sur de la capital de Iraq. En aquel momento no podía imaginar que viviría para escribir un libro sobre sus secuestradores.

Afortunadamente para Cockburn, los hombres decidieron conducirlo al jeque local, quien, luego de hacer algunas llamadas telefónicas, permitió que él, su chofer y su traductor abandonaran el lugar.

Ese incidente es citado en los párrafos iniciales del libro de Cockburn, titulado "Muqtada", sobre el líder político y religioso chiita iraquí, pero no fue su única motivación para escribirlo.

"Hay muchos libros sobre Iraq, y varios exitosos, pero los que están escritos son sobre estadounidenses en Iraq, no sobre iraquíes", dijo Cockburn a IPS de visita en Washington.

Bajo el subtítulo "Muqtada al-Sadr, the Shia revival, and the struggle for Iraq" ("Muqtada al-Sadr, el renacimiento chiita y la lucha por Iraq"), el libro de este periodista del diario londinense The Independent es un relato analítico y muy informativo sobre la historia de la comunidad chiita iraquí, en especial en el último medio siglo.
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El volumen brinda una profunda comprensión sobre las raíces históricas del movimiento de Muqtada y del renacimiento chiita.

En los días posteriores a la caída del régimen de Saddam Hussein (1979-2003), el repentino surgimiento de Muqtada como poderoso líder de los chiitas pobres de Iraq, históricamente desamparados, conmocionó y sobrecogió a funcionarios estadounidenses, británicos e iraquíes.

También desacreditó al gobierno de Estados Unidos al dejar en evidencia su primer error de cálculo sobre el paisaje político iraquí más probable para la posguerra.

Muqtada y su base popular "simple, religiosa y muy peligrosa" se imaginó un sistema político muy diferente al planificado por quienes concibieron la guerra en Washington y Londres.

La historia política de la familia de Muqtada al-Sadr se remonta a los años 50. En esa época, su suegro, Mohammed Baqer al-Sadr, fundó el Partido Dawa ("llamado") cuando el nacionalismo secular y el marxismo dominaban el panorama.

Al establecer Dawa, Sadr I introdujo una nueva perspectiva en términos de la actitud de los clérigos sobre la vida política: la de la participación activa y la integración de la religión en la política y viceversa.

Saddam Hussein no toleró a Dawa ni al primer Sadr, quien fue brutalmente asesinado en 1980 junto a su hermana, la también dirigenta del partido Bint al-Huda, luego de ser sometidos a intensa tortura.

El régimen silenció a los chiitas mediante la fuerza. Pero apenas se registró la humillante derrota del ejército iraquí a manos de la coalición liderada por Estados Unidos en la Guerra del Golfo (1991), los chiitas se levantaron.

Ese fue el momento adecuado para que Mohammad Sadiq al-Sadr, padre de Muqtada, saliera a escena. Saddam Hussein confiaba, erróneamente, en que colaboraría con él y que los nacionalistas los mantendrían apartados del régimen chiita e islamista del vecino Irán.

Pese a la vigilancia de la policía secreta, Sadr II se las arregló para inspirar y unir a una comunidad chiita brutalizada y para revitalizar las redes religiosas en diferentes partes del país.

En esa época Muqtada estaba muy cerca de su padre. Dirigía la revista Al-Hawza, dedicada a la orientación religiosa.

El gobierno iraquí comenzó a tener sospechas sobre la fidelidad de Sadr II y se libró de él en febrero de 1999. Acribilló a balazos su automóvil en la ciudad santa de Najaf, unos 160 kilómetros al sur de Bagdad. Murieron él y dos de sus hijos, Mustafá y Muammal.

Muqtada decidió mantener la discreción. Pocos anticiparon su posterior surgimiento como protagonista en la política iraquí. Pero su debut no fue triunfal.

Un día después de la caída del régimen, el 10 de abril, los leales a Muqtada lincharon a Abdul-Majid al-Khoei, colaborador de Estados Unidos e hijo del gran ayatolá Abul-Qasim al-Khoei, otrora clérigo supremo de los chiitas iraquíes.

Desde entonces, el vínculo de Muqtada con otros actores en la escena política iraquí, como las tropas estadounidenses y británicas, el gobierno nacional y hasta con los partidos chiitas rivales, se caracteriza por la tensión y la inestabilidad de los reiterados ceses del fuego.

"Muqtada logró afirmar en unos pocos días su autoridad por sobre las fallas de división del Iraq chiita, gracias a su propia capacidad y al legado paterno. Pero también remontó una ola de autoafirmación chiita que fue tan abrumadora como inesperada", escribió Cockburn.

Cockburn cree que el principal error estadounidense-británico-iraquí a la hora de tratar con Muqtada fue "intentar marginarlo y suponer que eso sería posible. Eso equivalió a marginar a millones de iraquíes. Así que la base popular del gobierno iraquí será pequeña".

Ya desde su aparición en la escena, los medios occidentales desestimaron a Muqtada por considerarlo un "clérigo agitador". Pero Cockburn discrepa de esa descripción.

"Pienso que a Muqtada no se lo entiende para nada en los medios occidentales y, en cierto grado, tampoco en Iraq. En primer lugar, es un político muy astuto. De otro modo no habría sobrevivido. No le gusta enfrentarse con un adversario al que podría reclutar", dijo Cockburn a IPS.

A través de la retórica y de unas pocas acciones simbólicas, Muqtada intentó presentarse a sí mismo como un iraquí nacionalista-islamista.

Al mismo tiempo, su Ejército Mahdi se hizo conocido por su enfrentamiento con la comunidad sunita, incluida una sangrienta purga en vecindarios de Bagdad.

Cockburn no pudo dialogar directamente con el líder chiita.

"Era muy difícil. Pero tampoco quise decirles a los sadristas qué estaba haciendo yo. No se puede ni siquiera hablar con un comandante del Ejército Mahdi si saben que uno está escribiendo un libro sobre ellos", explicó el periodista.

Cockburn no brinda un relato detallado de los años de aislamiento de Muqtada, desde la muerte de su padre, hasta la guerra de 2003.

No da a los lectores ningún panorama de la vida personal de Muqtada, hoy radicado en la ciudad de Qom, hasta después de 2003, ni de la evolución de sus ideas y de su personalidad durante ese periodo en particular.

Pero algo resulta claro: a falta de cualquier otra resistencia viable y organizada a la presencia de Estados Unidos en Iraq, Muqtada sigue siendo el campeón de los chiitas contrarios a la ocupación.

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