GRUPO DE LOS OCHO: Club selecto

El Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo se mantendrá como tal al menos por un año más. Todavía no está definido si la próxima cumbre, que se realizará en Italia en 2009, tomará una decisión sobre la admisión de Brasil, China, India, México y Sudáfrica a este selecto club.

La reticencia frente a la ampliación quedó de manifiesto este martes, durante el segundo día de las deliberaciones de los líderes del G-8 en Toyako, una localidad de la septentrional isla japonesa de Hokkaido.

Un alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón dijo que la expansión del grupo no figuraba en la agenda, pero que "uno de los participantes" colocó el tema sobre la mesa. Un breve debate reveló que la posición de la mayoría fue no alterar el actual formato del G-8.

Entre las razones esgrimidas se citó que sus integrantes comparten ciertos valores comunes, dijo a IPS Kazuo Kodama, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores japonés. También se señaló que la ampliación tendría un efecto negativo en la calidad de las discusiones del grupo.

Kodama se negó a revelar el nombre del país que planteó el tema de la ampliación. El G-8 está integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
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Pero se cree que podrían haber sido el presidente francés Nicolas Sarkozy o el primer ministro británico Gordon Brown, defensores de la idea de la ampliación.

La estructura actual refleja la realidad económica de los años 70, cuando el entonces presidente francés Valéry Giscard d'Estaing (1974-1981) organizó la primera cumbre económica en 1975.

Seis naciones participaron en ese encuentro: Alemania Occidental (el país se reunificó en 1990), Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón. En la agenda figuraron la volatilidad del sistema monetario internacional y la crisis petrolera.

Los líderes reunidos en esa cumbre señalaron en una declaración que tenían "la determinación de resolver el alto desempleo, la persistente inflación y los serios problemas energéticos". La disparada de los precios de los combustibles también es un tema central de la reunión del G-8 en Hokkaido.

Aunque la mayoría de sus miembros quieren mantener al grupo como un "club exclusivo", existe consenso sobre la importancia fundamental de un diálogo con algunas de las más poderosas naciones que no integran el G-8.

Esta cumbre, que finalizará mañana, registra un récord de participantes: 14 jefes de Estado y de gobierno, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, representantes de la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la Unión Europea y de su equivalente de la Unión Africana.

La ampliación del G-8 no es considerada la única alternativa. Una propuesta plantea dejar de lado las reuniones del grupo en su formato actual, reemplazándolas por encuentros centrados en un tema, que se realizarían dos o tres días antes de la sesión de la Asamblea General de la ONU el próximo septiembre.

Esas "cumbres" serían organizadas por diferentes grupos de países, una vez por año o cada dos años.

El debate sobre la ampliación del grupo coincide con una discusión sobre el estado de la economía mundial. Un documento aprobado este martes señala que aunque los países del G-8 la dominan, están mostrando signos de nerviosismo ante el sostenido y robusto crecimiento de algunas naciones emergentes.

"Las economías emergentes aún están creciendo fuertemente, mientras la expansión en las nuestras se ha moderado", señala el texto.

Pero, al mismo tiempo, la disparada en los precios de las materias primas, alimentos y combustibles en especial, dice el documento, tiene serias consecuencias para los países en desarrollo más débiles e incrementa las presiones inflacionarias a nivel global.

Los miembros del G-8 resolvieron promover "un ajuste suave de los desequilibrios globales a través de un sólido manejo macroeconómico y políticas estructurales tanto en nuestros países como en las economías emergentes y las naciones productoras de petróleo".

Las economías de mercado emergentes son definidas como las que tienen un ingreso por habitante bajo o medio. Esos países, que incluyen a Brasil, China, India, México y Sudáfrica, representan aproximadamente 80 por ciento de la población mundial y 20 por ciento del producto bruto global.

El G-8 quiere que las economías emergentes que muestran crecientes superávits en sus balanzas de cuenta corriente ajusten el tipo de cambio de sus monedas al de las naciones ricas, lo que en algunos casos implicaría una revaluación, algo que se viene reclamando a China desde hace tiempo.

La balanza de cuenta corriente es un indicador de las cuentas externas de una nación, que registra el saldo, positivo o negativo, de sus exportaciones frente a sus importaciones, más los flujos financieros, por ejemplo por pagos de su deuda externa.

A cambio de ese ajuste, el G-8 promete atender diversos desafíos políticos, económicos y sociales para que los beneficios de la globalización sean accesibles para todos.

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