Organizaciones de ex combatientes de Estados Unidos en Afganistán e Iraq no pueden ocultar su satisfacción por la ley de beneficios sancionada por el presidente de ese país, George W. Bush.
"Es difícil creer que lo hemos logrado", dijo a IPS Patrick Campbell, director legislativo de la asociación Veteranos de Iraq y Afganistán.
"Hay veteranos en todo el país que ahora sueñan con cosas mejores. Cuando estábamos en Afganistán e Iraq siempre hablábamos de lo que haríamos al volver a casa. Y ahora sé que muchos, como ahora pueden, piensan en asistir a la universidad que quieran, a la mejor que puedan acceder, no sólo a la que puedan pagar", afirmó.
La nueva norma copia el modelo de la aprobada durante el gobierno del ex presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt (1933-1945) para asistir a los veteranos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), conocida popularmente como Ley del GI (por las siglas en inglés de soldado de infantería).
El texto garantiza que los veteranos de las guerras de Afganistán e Iraq, al igual que cualquier ciudadano estadounidense que haya servido en las fuerzas armadas durante un mínimo de tres años, recibirá una beca completa en cualquier universidad pública estatal, una suma mensual para gastos de vivienda y dinero para libros y materiales de estudio.
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La ley más que duplica el valor de los beneficios en educación usuales, de 40.000 a 90.000 dólares.
Campbell, miembro de la Guardia Nacional que sirvió en Iraq mientras obtenía un título de la Universidad Católica de Washington, señaló que la ley permitirá que los veteranos se gradúen libres de deudas, lo que cambiará las perspectivas de su futuro profesional.
"Tengo una deuda de más de 100.000 dólares en préstamos estudiantiles. Debía preocuparme en devolverlos y esto habría marcado el tipo de trabajo que podría obtener en el futuro", explicó.
"Ahora los veteranos no tendremos este problema. Podremos ingresar a trabajos de servicio público y dedicarnos a ellos, sin preocuparse sobre la devolución de estos agobiantes préstamos estudiantiles", dijo Campbell.
El gobierno de Bush se había opuesto inicialmente a esta ley, con el argumento de que representaría una carga de decenas de millones de dólares sobre las finanzas públicas.
El presidente también señaló que, si se mejoraban los beneficios en educación, los soldados abandonarían el servicio al finalizar el periodo en lugar de volver a enlistarse para cumplir otro, y quizás combatir en una nueva guerra.
En Estados Unidos el servicio militar no es obligatorio y sus fuerzas armadas están integradas por voluntarios. Dejando de lado el cuerpo de oficiales —militares de carrera— la inmensa mayoría de la tropa está compuesta por miembros de las comunidades más desfavorecidas de la población: afroestadounidenses y cada vez más hispanos.
Pero esa posición negativa resultó difícil de mantener cuando los veteranos lograron captar la atención de la prensa. Diarios a lo largo y ancho de Estados Unidos reprodujeron artículos de opinión criticando a Bush.
Entre los más duros figura el publicado el 28 de mayo en The New York Times. "Tras haber cargado a las fuerzas armadas con una guerra chapucera e imposible de ganar, tras haber despilfarrado la vida de los soldados y haberles fallado de tantas diversas formas, ahora el comandante en jefe de la nación se resiste a dar a las tropas la posibilidad de un futuro mejor cuando ya no vistan el uniforme", señaló.
"Tan generoso a la hora de pedir el sacrificio de otros, tan temerario para derramar los recursos del tesoro nacional en las arenas de Iraq, el señor Bush sigue siendo tan bajo e indigno como siempre cuando se trata de ayudar a la gente de su país", agregó el periódico.
Otro problema para Bush fue que la mayoría del opositor Partido Demócrata en el Congreso legislativo incluyó los beneficios para los veteranos dentro de una ley general que autorizaba a gastar 162.000 millones de dólares en las guerras de Afganistán e Iraq.
De ese modo, el presidente debía aprobarla en su totalidad o sumergirse en un complejo y prolongado proceso parlamentario para el que se encontraba en minoría.
Hablando desde el Salón Oval, su despacho privado en la Casa Blanca, con vista al Jardín de las Rosas, que se remueven cada vez que comienzan a marchitarse para que siempre luzcan espléndidas, Bush señaló que la ley "paga una deuda de gratitud a las familias militares de nuestro país", que "nos ayudará a reclutar y recompensar al mejor ejército sobre la Tierra".
Pero a pesar de la sanción de la ley por parte de Bush, los veteranos de Iraq recibieron una mala noticia del juez federal de San Francisco Samuel Conti, él mismo un combatiente de la Segunda Guerra Mundial designado por el ex presidente conservador Ronald Reagan (1981-1989).
El magistrado falló en contra de una demanda colectiva presentada por el grupo Veteranos por el Sentido Común, que habían iniciado esa acción contra el gobierno de Bush por no otorgar adecuada atención médica y subsidios por discapacidad a soldados heridos en Afganistán e Iraq.
En el transcurso del juicio, el gubernamental Departamento de Asuntos de los Veteranos (VA, por sus siglas en inglés) se vio obligado a revelar documentos que demuestran, entre otras cosas, que cada día se suicidan 18 ex combatientes.
En un mensaje de correo electrónico conocido en el jucio, el director de la División de Salud Mental del VA, Ira Katz, recomendó a un portavoz de la agencia ocultar a los periodistas el dato de que un millar de los veteranos atendidos por ella intentan suicidarse cada mes.
La carta de Katz, médico de profesión, comienza con tres letras entre signos de exclamación: "¡Shh!"
"Nuestros coordinadores de prevención de suicidios identifican alrededor de 1.000 intentos de suicidio al mes entre los veteranos. ¿Es algo que podamos decir para que alguien tropiece con eso?", advierte el e-mail.
Otros documentos revelaron que en los seis meses anteriores al 31 de marzo de 2008, 1.467 veteranos murieron esperando saber si el gobierno iba a aprobaría sus pedidos de ayuda por discapacidad.
También se hizo público que quienes apelaban el rechazo a esa petición debían aguardar, en promedio, 1.608 días, casi cuatro años y medio, para obtener una respuesta.
En su fallo de 83 páginas, difundido el 25 de junio, el juez Conti escribió que, aunque las estadísticas eran "preocupantes", los demandantes "no probaron la existencia de una negativa sistemática o irracional demora en los tratamientos psicológicos".
Veteranos por el Sentido Común ya anunció que apelará ese veredicto.
Los ex combatientes han organizado diversas jornadas para denunciar las guerras de Afganistán e Iraq, denominadas "Soldado de Invierno".
La denominación alude a una frase escrita en 1776 por Thomas Paine, héroe de la independencia estadounidense.
"Estos son tiempos que ponen a prueba el alma de los hombres. El soldado de verano y el patriota de los días soleados pueden, en esta crisis, abandonar el servicio a su país. Pero el que se mantiene firme, merece el amor y la gratitud de los hombres y las mujeres", escribió Paine.
El término fue usado por primera vez en un sentido pacifista en 1971 por veteranos de la guerra de Vietnam (1964-1975), unidos para denunciar públicamente y ante las autoridades los abusos y crímenes cometidos por las tropas estadounidenses.
"La sanción de la ley por parte de Bush es el comienzo de una exhaustiva, y desesperadamente necesaria, reforma del Departamento de Veteranos", dijo a IPS Paul Sullivan, director de Veteranos por el Sentido Común.
Esa reestructura es necesaria porque "actualmente 600.000 veteranos de todas las guerras deben esperar, en promedio, más de seis meses para obtener sus beneficios por discapacidad".
"Según los documentos internos del VA, 25 por ciento de los cinco millones de sus pacientes aguardan más de un mes para ser atendidos por un médico", agregó.
"Esperamos que el cambio de posición del presidente respecto de la atención de los veteranos", concluyó Sullivan, lo lleve a instruir al Departamento (ministerio) de Defensa y al VA para que reformen el sistema de atención de la salud y beneficios por discapacidad de los veteranos, tal como lo hizo en materia de educación al firmar la Ley del GI".
* El corresponsal de IPS Aaron Glantz es autor, entre otros libros, de dos de próxima aparición: "The War Comes Home: Washington's Battle Against America's Veterans" (La Guerra Llega a Casa: la Batalla de Washington contra los Veteranos Estadounidenses) y "Winter Soldier, Iraq and Afganistan: Eyewitness Account on the Occupations" (Soldado de Invierno, Iraq y Afganistán: Relatos de Testigos Presenciales de las Ocupaciones).