La mayoría de los sindicatos estadounidenses se encolumnan, como es tradicional, detrás del Partido Demócrata, esta vez con Barack Obama, su virtual candidato presidencial para las elecciones de noviembre.
El seguro aspirante del gobernante Partido Republicano, el también senador John McCain, tiene pocas esperanzas de lograr un apoyo significativo entre los trabajadores organizados.
Hasta el momento, 10 sindicatos de alcance nacional han expresado su apoyo a Obama y se espera que otros 12, que apoyaron a la senadora Hillary Rodham Clinton en las elecciones primarias demócratas, expresen formalmente su preferencia por el triunfador en esa contienda.
Los lazos que unen a los sindicatos y el Partido Demócrata se remontan a la década del 30, cuando el entonces presidente Franklin Delano Roosevelt (1933-1945) obligó a las empresas a cumplir leyes sobre salarios mínimos, negociaciones colectivas de trabajo y seguro de desempleo.
"Creo que McCain tenía la estima de nuestros afiliados por su servicio" en la guerra de Vietnam (1964-1975) y los años que permaneció allí como prisionero de guerra, dijo a IPS Max Vekich, presidente del área de acción legislativa del sindicato de estibadores.
[related_articles]
"Apreciaban su patriotismo, pero jamás votaron por él. McCain sirvió a su país, Dios lo bendiga, pero esto no resolverá nuestros problemas económicos", agregó..
El sindicato de estibadores, que cuenta con 50.000 afiliados, expresó su apoyo a Obama a fines de febrero. Según Vekich, los miembros tienen razones personales para oponerse a McCain.
En 2002, el presidente George W. Bush "apeló a una ley antisindical, en lo que consideramos un intento de quebrar a nuestra organización y McCain, como senador, lo apoyó", señaló. "Nuestros afiliados no lo olvidan."
Las últimas encuestas revelan que las dificultades económicas constituyen la mayor preocupación del público estadounidense sin distinción de partidos, más aun que la guerra en Iraq.
La debilidad del dólar, la disparada de los precios del petróleo y la crisis financiera causada por el estallido de la burbuja especulativa inmobiliaria, extendida del mercado de créditos hipotecarios a toda la economía, acabaron con gran cantidad de empleos.
El galón (3,78 litros) de gasolina ahora cuesta cuatro dólares en Estados Unidos, y en el occidental estado de California el precio llega a cinco. Esto, junto al encarecimiento de los alimentos y la pérdida de empleos que se transfieren al exterior, donde los costos laborales son mucho más bajos, agravan las dificultades económicas del país y las de los asalariados muy especialmente.
Cuarenta y cuatro por ciento de los entrevistados para una encuesta publicada el mes pasado por la revista Time creían que Obama era el más capacitado para hacer frente a los problemas económicos, frente a 37 por ciento que optó por McCain.
Un sondeo realizado por la cadena televisiva ABC y el diario The Washington Post también en junio indica que 52 por ciento de los encuestados confiaban más en Obama para el manejo de la economía, y 36 por ciento en McCain.
"Obama se vincula muy bien con nuestros afiliados. Habla con ellos sobre los asuntos que les interesan", dijo Phil Smith, director de comunicaciones del sindicato minero. Esta organización, de 105.000 miembros, declaró en mayo su apoyo al senador demócrata.
"Está a favor de conservar los empleos estadounidenses en Estados Unidos y nosotros, obviamente, coincidimos con eso, así como con su oposición a que se apliquen recortes a las pensiones de retiro, sus propuestas en materia de cobertura de salud y de seguridad en las minas", agregó.
Smith no cree que McCain logre algún apoyo dentro del movimiento obrero organizado.
"Ya es muy tarde para eso. Pienso que nuestros afiliados sólo lo respetan por haber servido a su país en la guerra con honor. Están agradecidos por eso, pero desde que se convirtió en legislador ha sido amigo de las grandes empresas y nada hizo por los trabajadores", afirmó.
Los sindicatos estadounidenses resurgen luego de décadas en que su influencia se redujo a la mínima expresión. En 1960, uno de cada tres trabajadores estaba afiliado a un sindicato, pero esa proporción cayó en picada. Las organizaciones sindicales representan hoy a alrededor de 15 por ciento de la fuerza laboral.
Muchas razones explican esa pérdida de poder: problemas financieros y luchas internas entre dirigentes, especialmente en los años 50 y 60, campañas contra los sindicatos y la desregulación económica que caracterizaron a la presidencia del republicano conservador Ronald Reagan (1981-1989), la globalización de la economía y la pérdida de empleos trasladados hacia mercados del exterior.
Pero las organizaciones laborales han demostrado su capacidad y su poder político nuevamente en la presente campaña electoral.
Los sindicalistas ven 2008 como el año en el que podrán jugar un papel de importancia en la economía estadounidense e incluso en la definición de políticas a partir del 20 de enero de 2009, si Obama logra instalarse en la Casa Blanca.
La oposición a los acuerdos de libre comercio es una de las prioridades sindicales. McCain está, en parte, de acuerdo con esa óptica, pero, al contrario que Obama, apoya el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta-TLCAN), vigente desde 1994 entre Canadá, Estados Unidos y México.
Dirigentes sindicales atribuyen a esta zona de libre comercio parte de la pérdida de empleos que migraron hacia las maquiladoras mexicanas.
En un debate por las elecciones primarias del Partido Demócrata, el 21 de enero, Obama, quien no era legislador cuando se aprobó el Nafta-TLCAN, calificó el tratado de "devastador" y "erróneo".
El acuerdo fue aprobado en el gobierno del también demócrata Bill Clinton (1993-2001), esposo de Hillary Clinton, la adversaria de Obama en esa polémica televisada.
El senador por el estado de Illinois también se opone a un acuerdo de libre comercio pendiente de aprobación con Colombia, pues considera que no ofrece suficiente protección a los trabajadores de ese país sudamericano.
La mayor central sindical de este país, la Federación Estadounidense del Trabajo-Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO, por sus siglas en inglés), que representa a más de 70 organizaciones y 13 millones de trabajadores, ya anunció su apoyo a la candidatura de Obama.
"Los trabajadores son concientes de que vamos en la dirección equivocada. La gente busca un líder que ponga a los trabajadores primero y creemos firmemente que el senador Obama hará eso", dijo a IPS el portavoz de la AFL-CIO, Steve Smith.
"Esta elección no gira sólo en torno de los sindicatos. Obama tiene un plan para rejuvenecer la economía y McCain no. Si no pudo ganar las internas republicanas en los estados con una gran base electoral trabajadora tampoco podrá triunfar en los comicios presidenciales", señaló.
Pero no todos los analistas están dispuestos a restar toda posibilidad a McCain.
A pesar de la mayoritaria identificación de los trabajadores con el Partido Demócrata, "alrededor de un tercio de los afiliados a los sindicatos votan a los republicanos", dijo Michael Turner, del centro de estudios progresista Instituto Cato de Washington.
"En muchos casos, están a favor de la tenencia de armas, contra el aborto y son conservadores en muchos temas sociales, por lo que los han votado en las últimas elecciones", recordó.