Dos de los más prominentes expertos en política exterior de Estados Unidos elogiaron la participación de este país en un diálogo multilateral con Irán, pero pidieron al presidente George W. Bush que deje de lado su demanda de que Teherán abandone su programa de enriquecimiento de uranio como precondición para iniciar negociaciones más amplias.
El general retirado Brent Scowcroft, quien se desempeñó como asesor de seguridad nacional de los presidentes Gerald Ford (1974-1977) y George Bush (1989-1993) y Zbigniew Brzezinski, quien ocupó el mismo cargo durante la presidencia de Jimmy Carter (1977-1981), urgieron al actual mandatario que ofrezca incentivos inmediatos a Irán a cambio del congelamiento de su programa atómico.
Scowcroft y Brzezinski advirtieron que las reiteradas amenazas de Washington respecto del uso de la fuerza contra Teherán son contraproducentes y fortalecen a los sectores de línea dura liderados por el presidente Mahmoud Ahmadineyad.
Asimismo, señalaron que un ataque militar, ya sea por parte de Estados Unidos o Israel, sería desastroso para los intereses de Washington en la región.
"Una guerra con Irán será seguramente una calamidad", dijo Brzezinski, quien mencionó el impacto sobre los precios del petróleo y las consecuencias negativas de la creación de un nuevo frente, que se sumaría a las dos guerras que ya está peleando Estados Unidos, en Afganistán e Iraq.
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La evaluación de Brzezinski "es un poco más pesimista que la mía, pero no mucho", dijo Scowcroft a IPS luego de la exposición que ambos realizaron en el Centro para la Seguridad y Estudios Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), con sede en Washington. "Convertiría a la región en una caldera de conflictos, resentimientos y odio. Volcaría al mundo musulmán contra nosotros", agregó.
Ambos han sido muy críticos de la política de Estados Unidos en Medio Oriente, especialmente de la decisión de invadir Iraq en 2003. Brzezinski hizo más pública su discrepancia, porque Scowcroft continúa siendo íntimo amigo de George Bush, padre del actual presidente.
Brzezinski y Scowcroft son dos miembros prominentes de los llamados "realistas" en materia de política exterior y actualmente están colaborando en la preparación de un libro que será publicado en septiembre.
El subsecretario de Estado (vicecanciller) para Políticas, William Burns, participó este sábado de un encuentro entre representantes de Irán y los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) —China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia— más Alemania.
La aparición conjunta de Brzezinski y Scowcroft en el CSIS fue anunciada la semana pasada, luego de la confirmación oficial de la asistencia de Burns a esa reunión. Quedó la impresión de que intentaron señalar que existía un fuerte apoyo bipartidista —Scowcroft pertenece al oficialista Republicano, Brzezinski al opositor Demócrata— a la continuación de negociaciones con Teherán.
La participación de Burns en las conversaciones del sábado marcó el contacto público a más alto nivel entre Estados Unidos e Irán desde que ambos países rompieron relaciones diplomáticas en 1979. También parece señalar que existiría la voluntad de suavizar la demanda de que los iraníes abandonen su programa de enriquecimiento de uranio como precondición para sostener un diálogo directo.
Esto se suma a informes acerca de que Washington planea abrir una "sección de intereses" en Teherán y a una serie de advertencias sobre las consecuencias de un ataque contra Irán formuladas por almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos.
Se considera que la presencia de Burns en esa reunión fue una señal acerca de que el gobierno de Bush tomó la decisión estratégica de recurrir a la diplomacia con Irán, tal como lo hizo a fines de 2006 con Corea del Norte, otro de los miembros de lo que Bush denominó "eje del mal".
Los representantes de la línea dura fuera del gobierno, estrechamente asociados con el vicepresidente Dick Cheney, no ahorraron críticas desde que se anunció la participación de Burns en ese diálogo. El semanario neoconservador Weekly Standard consideró que la decisión era "vergonzosa" y el ex embajador ante la ONU, John Bolton, señaló que constituía una prueba del "completo colapso intelectual" de la administración de Bush.
Aunque esas protestas constituyen una evidencia de que se tomó la decisión estratégica de emplear la diplomacia con Irán, muchos analistas permanecen en la incertidumbre.
La Casa Blanca enfatizó que la presencia de Burns en esas negociaciones era "por única vez". Y la secretaria de Estado (canciller), Condoleezza Rice, estableció luego del encuentro un plazo de dos semanas para que Teherán responda a la oferta de congelar su programa de enriquecimiento de uranio a cambio de que la ONU no imponga nuevas sanciones.
Rice dijo que el grupo envió a Irán un "claro mensaje" acerca de que debía "tomar una decisión", sugiriendo que Washington impulsaría la adopción de sanciones si no existía una respuesta satisfactoria en ese plazo.
Algunos observadores consideran que el tono y las palabras de Rice indican que se siente vulnerable, sobre todo por la ausencia de respuesta del representante iraní en la reunión de Ginebra, Saeed Jalili, a la propuesta que le formularon.
Scowcroft señaló que la respuesta de Teherán había sido "decepcionante", pero también indicó que los comentarios de Rice podrían fortalecer a los sectores duros del gobierno de Irán. Brzezinski opinó que el ultimátum "no ayuda al proceso negociador".
Scowcroft dijo que la presencia de Burns en Ginebra era "alentadora", mientras que Brzezinski consideró que se trató de un paso en la dirección correcta, aunque insuficiente para superar el cuello de botella creado por las precondiciones del gobierno para iniciar conversaciones directas. También señaló como contraproducente la reiteración de que "todas las opciones", incluido un ataque militar, permanecen sobre la mesa.
"Eso empuja a los iraníes a una posición más nacionalista y dogmática", advirtió. Para Scowcroft, ofrece "la ilusión de una solución clara" a lo que esencialmente es "un muy complicado problema diplomático".
Pero, al mismo tiempo, ambos apoyaron el uso de sanciones como forma de presionar a Irán, siempre y cuando estuvieran acompañadas de claros incentivos para lograr que a Teherán le resulte más sencillo realizar concesiones.
Asimismo, Brzezinski consideró que un ataque a Irán por parte de Israel "no sería una opción estratégica inteligente", mientras que Scowcroft dijo que él le pediría a los israelíes que "se calmaran".