Pocos en Beijing son conscientes del precio que la capital de China podría llegar a pagar para ser escenario, en agosto, de los primeros Juegos Olímpicos «verdes».
La fabulosa capital de los emperadores, paradigma de la ambiciosa China moderna, es empujada a la extinción a causa de su crónica escasez de agua. Algunos expertos creen que la faena olímpica acelera la lenta desaparición de la ciudad.
"Esta ciudad dejará de existir dentro de una generación", afirmó Dai Qing, la ambientalista más conocida de China.
"Ya no tendremos más a la antigua capital. La horriblemente moderna Beijing también desaparecerá. Desafortunadamente, ni el gobierno ni los habitantes son conscientes de la gravedad de la crisis", agregó.
Cuando se inauguren los Juegos Olímpicos, el 8 de agosto, los visitantes se maravillarán ante las fuentes musicales y los gigantescos paisajes acuáticos diseminados por la capital.
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Los espectadores disfrutarán las competencias de remo en el río Chaobai, que en realidad estaba seco y revivió mediante el desvío de otro río cercano a través de una tubería subterránea de 13 kilómetros de longitud.
Esta exhuberancia acuática en una ciudad de la árida planicie septentrional de China, castigada constantemente por tormentas de arena, fue posible sólo gracias a la ingeniería, que permitió desviar agua desde provincias vecinas e incrementar la extracción de las napas subterráneas.
En las vísperas de los Juegos Olímpicos, las autoridades de Beijing aún construyen lagos artificiales y agregan alrededor de 200 millones de metros cúbicos de agua al consumo normal, un incremento en torno de cinco por ciento.
Las provincias linderas, que deben compartir la carga de la capital para ser anfitriona de los Juegos, hacen oír su protesta. La orden de proveer a Beijing de agua potable priva a los agricultores de Hebei de irrigación y afecta a cientos de industrias.
"Hebei sufre una escasez de varios miles de millones de metros cúbicos por año", dijo el director de la oficina local de recursos hídricos, Feng Qiancheng. "Con una mano le damos agua a Beijing y con la otra se la compramos a la provincia de Shandong", agregó.
Según un informe de la organización no gubernamental Investigación Internacional, con sede en Canadá, los alrededor de 200 ríos y arroyos de Beijing se están secando, y muchos de los reservorios de la ciudad se encuentran prácticamente vacíos.
Más de dos tercios del agua que hoy consume la capital procede de napas subterráneas ubicadas a 1.000 metros o más de profundidad.
La ambientalista Dai Qing, quien se encargó de editar el informe, enfatizó que gran parte de la información sobre la crisis, como el grado de dependencia en las fuentes de agua subterránea, constituyen un secreto máximo.
"En Beijing hay cinco reservorios subterráneos de los que extraer agua, y nada detiene los planes del gobierno local para expandir su uso", dijo al Club de Corresponsales Extranjeros en la presentación del estudio.
Dai Qing es bien conocida por sus batallas contra la obsesión de las autoridades chinas con los grandes proyectos de ingeniería. Y pagó un precio por ello. En una ocasión fue arrestada por criticar la construcción de la represa hidroeléctrica Tres Gargantas, la más grande del mundo.
"Realizar Juegos Olímpicos 'verdes' en una ciudad que sufre tanta escasez de agua significa apoyar el desarrollo sustentable sólo de palabra. Diría que los funcionarios se subieron al tren de los Juegos como pretexto para hacer dinero con gigantescos proyectos", acusó la ambientalista y afamada periodista.
Cuando Beijing se postuló para albergar los Juegos, en 2001, los planificadores de la capital sabían que carecían de los recursos para hacer frente a la demanda de agua adicional, dijo la directora de políticas de Investigación Internacional, Grainne Ryder.
"La crisis no comienza con los Juegos ni termina con ellos. Lo que han hecho es acelerar una estrategia de expansión de la oferta que no es sustentable, es costosa y que sólo llevará al consumo excesivo y al derroche", agregó.
Un ejemplo es la decisión de los planificadores chinos de atender la creciente demanda de la capital invirtiendo en gigantescos proyectos de infraestructura, que desviarán agua de los ríos del sur y el norte a través de un complicado sistema de canales y acueductos.
Uno de los planes más ambiciosos fue originalmente propuesto en 1952 por el máximo líder de la Revolución China, Mao Zedong, quien gobernó desde 1949 hasta su muerte en 1976.
Fue aprobado por el gobierno en 2001 y el objetivo es abastecer a Beijing con 1.000 millones de metros cúbicos de agua por año para 2010, extraída del río Yangtze y transportada por un canal de 1.277 kilómetros.
Si el proyecto se completa tal como fue concebido, 48.000 millones de metros cúbicos de agua serán desviados del curso del Yangtze. El costo estimado de la obra es de 60.000 millones de dólares, más del doble que el de la represa Tres Gargantas, que según las cifras oficiales, fue de 28.000 millones.
El informe de Investigación Internacional señala que los defensores de ese proyecto "hablan de calmar la sed de Beijing con 'excedentes' del Yangtze, como si secar el río más largo de China —y fuente de agua de Shanghai— tuviera pocas consecuencias económicas y ambientales, o ninguna, para los millones habitantes del sur y suroeste del país".
En enero comenzó el desvío de agua del otro gran río de China, el Amarillo, para reforzar el menguante abastecimiento de la capital.
Se proyecta que 150 millones de metros cúbicos fluirán a través de 400 kilómetros hasta el lago Baiyangdian, al sur de Beijing, antes del comienzo de los Juegos. Y se espera que cuatro nuevos reservorios construidos en Hebei aporten 400 millones de metros cúbicos adicionales.
"Aunque todos estos proyectos se concreten, y el agua fluya tal como está previsto, Beijing aún necesitará bombear una excesiva cantidad de las fuentes subterráneas", advirtió Ryder.
La experta pronosticó que la capital china se quedará sin agua dentro de cinco o 10 años y que las autoridades deberán enfrentar la dificultosa opción de trasladarla completamente o cerrar industrias y reubicar a parte de su población.
"Imagino que será un progresivo cierre de su economía, un colapso económico", sugirió.