SHIRIN EBADI: Enriquecer la confianza, no el uranio

Estados Unidos y Gran Bretaña insisten en endurecer las sanciones contra Irán. Pero la abogada iraní Shirin Ebadi, premio Nobel de la Paz, advierte que esta táctica no debilitó al gobierno sino a su pueblo.

Crédito: Arash Ashourinia/IPS
Crédito: Arash Ashourinia/IPS
El primer ministro británico Gordon Brown reafirmó ante el presidente estadounidense George W. Bush la intención de la Unión Europea (UE) de considerar nuevas sanciones, en lo que constituye una presión adicional para que Irán deje de enriquecer uranio.

El régimen en Teherán todavía no respondió a la oferta de un paquete de incentivos formulada por el Alto Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad Común, Javier Solana, e ignoró las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que le exigen suspender su programa nuclear.

Ebadi dijo a IPS que Irán debería dejar de enriquecer uranio, acatando las resoluciones de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), con la finalidad de recuperar la confianza de la comunidad internacional.

Además, sostuvo que un eventual ataque militar preventivo de Estados Unidos contra Irán constituiría una violación del derecho internacional.
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IPS: — Irán insiste en enriquecer uranio y Estados Unidos advierte que sólo iniciará negociaciones si deja de hacerlo. ¿Cuáles son las opciones?

SHIRIN EBADI: — Tanto el gobierno de Irán como el de Estados Unidos deberían respetar las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y el derecho internacional, y actuar según esas directivas.

Esto significa que Irán debería prestar atención a las resoluciones del Consejo de Seguridad y suspender el enriquecimiento de uranio para recuperar la confianza de la comunidad internacional.

Estados Unidos también debe ser consciente de que los ataques preventivos violan el derecho internacional. El gobierno de George W. Bush no puede usar ninguna excusa para un ataque, como hizo en Iraq.

Constantemente oímos a funcionarios estadounidenses decir que "todas las opciones, incluido un ataque militar contra Irán, están sobre la mesa", y esto realmente preocupa al pueblo iraní.

— ¿Cuán lejos cree usted que llegará el programa nuclear iraní?

— No le niego a ningún país, incluso a Irán, el derecho al uso pacífico de la tecnología nuclear. Pero la pregunta es si los iraníes podemos levantar un muro alrededor del país y decir que no queremos tener nada que ver con el resto del mundo. La respuesta es no.

Tenemos que cooperar en la arena internacional. Esa cooperación nos obliga a respetar el derecho internacional y aceptar las resoluciones del Consejo de Seguridad. Eso ayudará a Irán a mejorar su vínculo con Estados Unidos y con Europa. Creo que esto eliminará los peligros que perciben aquellos que despiertan los rumores de guerra.

— El presidente Mahmoud Ahmadineyad aborda el desarrollo nuclear iraní como una cuestión de orgullo nacional. Mientras, Occidente lo ve como una amenaza para la seguridad mundial. ¿Cómo puede esta crisis llegar a un final que satisfaga a ambas partes?

— Es el pueblo iraní el que paga el costo de la insistencia con el programa nuclear, no el gobierno. Las sanciones económicas afectaron a los ciudadanos, que están cansados de la presión económica.

Sin ningún deseo de tomar partido en la política de Estados Unidos, me gustaría decir que una guerra y amenazas militares contra Irán no solucionarán la crisis. Sólo se puede llegar a una conclusión racional a través del diálogo y las negociaciones diplomáticas.

— Hasta ahora, los candidatos a la presidencia de Estados Unidos presentan dos opciones: conversaciones directas con el gobierno de Irán y más sanciones económicas. Y si esto falla, un ataque militar. ¿Cuál cree usted que es la opción más realista?

— Yo creo que las negociaciones deben realizarse de modo directo y público, a través de los parlamentos, de la sociedad civil y de los jefes de Estado. La idea es llegar a un acuerdo completo sobre el programa nuclear de Irán y, además, defender los derechos humanos y democráticos.

Estados Unidos está preocupado por su propia seguridad, pues se concentra en las cuestiones nucleares e ignora los retrocesos en materia de derechos humanos registrados en Irán en los últimos años.

— ¿Hasta qué punto las conversaciones directas con líderes iraníes pondrán fin a las preocupaciones de Occidente? ¿O será un esfuerzo irracional e inútil?

— Todo depende de si los líderes de estos países apelan a la razón cuando evalúan si una guerra sería o no la solución de sus problemas. Cuando los líderes emitan recíprocamente señales racionales, encontrarán una solución pacífica.

— ¿Usted percibe hoy señales de pensamiento racional?

— El pensamiento racional se mide en un momento dado. Quiero decir que en un momento todo puede cambiar por completo. Para tomar prestado un concepto futbolístico: la política tiene su minuto 90. Es posible que las cosas cambien a favor de ambas naciones en el minuto 90. Espero que ése sea el caso, pero si las cosas continúan en el mismo camino en que van ahora, no anticipo resultados placenteros.

— Cuando usted habla con la gente, ¿oye que los iraníes quieren una normalización de las relaciones entre Estados Unidos e Irán?

— Ellos creen que eso mejoraría sus medios de sustento. Alrededor de dos millones de iraníes viven en Estados Unidos. Allí se los considera buenos ciudadanos, y constituyen una de las minorías exitosas, tanto en materia educativa como comercial.

Ellos y sus familiares Irán están interesados en normalizar las relaciones entre Irán y Estados Unidos. La relación entre las dos naciones siempre fue pacífica. Podemos olvidar a nuestros gobiernos y continuar nuestra amistad.

— ¿Qué cree usted que ocurrirá si Irán no acepta el paquete de incentivos de los europeos?

— Si el gobierno iraní no obedece las resoluciones del Consejo de Seguridad, deberá que soportar una intensificación de las sanciones económicas internacionales, y eso no beneficia al pueblo de mi país.

— ¿Los iraníes son conscientes del costo político y económico del desarrollo nuclear del país?

— Las decisiones, en la política iraní, se toman a puertas cerradas y lejos del escrutinio público. Por esto digo que desatender la democracia es mucho más peligroso que poseer un arma nuclear.

La severa censura impide a los iraníes conocer las consecuencias de los actos de su gobierno. En las tres décadas pasadas, los iraníes experimentaron una revolución (1979) y una sangrienta guerra de ocho años con Iraq (1980-1988). Están cansados del derramamiento de sangre y de la violencia, y quieren una vida pacífica. Por lo tanto, darán la bienvenida a cualquier medio que los conduzca a una resolución pacífica de los problemas.

— ¿Usted teme expresar libremente sus puntos de vista? ¿Cómo reacciona ante las amenazas telefónicas y la censura?

— Los activistas de derechos humanos estamos expuestos a riesgos en todo el mundo. En muchos países no podemos pertenecer a instituciones o partidos políticos, y debemos dirigirnos a los gobiernos sin gente que nos apoye. Representamos a ciudadanos silenciosos.

Pero tras haber convivido con estos riesgos por tantos años, aprendí a no dejar que esas amenazas me afecten. Diré lo que está en el interés de la gente. Podrán ofenderse o sentirse representados por mis palabras.

— ¿Continúan las amenazas telefónicas?

— Las amenazas de muerte no son nuevas para mí. Comenzaron hace alrededor de 12 años y no soy la única. Muchos intelectuales también las sufren. Pero, como dije, es nuestra responsabilidad decir lo que creemos que beneficiará a nuestro pueblo.

* Omid Memarian es profesor asociado a la Escuela de Posgrado de Periodismo de la Universidad de Berkeley. Recibió muchas distinciones, incluyendo el Premio al Defensor de los Derechos Humanos de Human Rights Watch en 2005 y es colaborador habitual de IPS.

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