Ucrania, que en 1986 sufrió el peor accidente nuclear de la historia mundial, emprendió el costoso e ineficiente camino del desarrollo de la energía atómica, con la esperanza de frenar su dependencia del gas ruso.
Cada vez resuenan más las críticas a la corriente que considera viable y deseable el proyecto de fomento de la energía nuclear formulado en marzo de 2006 por el gobierno ucraniano, tras la guerra por los precios que lo enfrentó con el de Rusia.
Ucrania acusó entonces a Rusia de encarecer el gas como castigo contra su orientación prooccidental. Moscú, por su parte, aseguró no tener motivos para seguir subsidiando el gas exportado al país vecino.
El plan de Kiev incluye el uso de carbón y la construcción de hasta 22 nuevos reactores nucleares para 2030.
Organizaciones ambientalistas de Ucrania cuestionan al gobierno por su omisión de abrir un amplio debate público antes de la aprobación del plan.
[related_articles]
La tragedia en el reactor nuclear de Chernobyl, en la frontera de Ucrania con Belarús y no lejos de Rusia, obligó en 1986 a evacuar a más de 150.000 personas de esa ciudad y otras cercanas. Las estimaciones de muertes oscilan entre 50 y miles de seres humanos.
"La estrategia (del gobierno) fue redactada durante el conflicto del gas. Su único objetivo es reducir la dependencia del gas ruso y dejar de usarlo completamente", dijo a IPS Olexi Pasyuk, experto en energía del Centro Nacional Ecológico de Ucrania.
"Es un plan muy irreal en términos de costo. No fue pensado con criterios de eficiencia económica, sino de mera satisfacción de las necesidades energéticas. Ni siquiera Rusia, que se está volcando hacia la energía nuclear, planea construir tantos reactores", señaló Pasyuk.
El plan implicaría sustituir el gas para la calefacción hogareña por electricidad, lo que requeriría una enorme inversión en infraestructura en un país donde hasta los poblados más pequeños cuentan con cañerías para transportar el fluido.
"Aunque eso funcionara, Ucrania no podría tener un ciclo nuclear completo. Tenemos uranio, pero no se lo puede usar sin apelar a la tecnología rusa. La dependencia se mantendría", opinó Pasyuk.
Ucrania posee los mayores yacimientos de uranio de Europa, pero la posibilidad de enriquecerlo tiene delicadas implicancias políticas porque le daría al país la capacidad de fabricar armas nucleares.
Tampoco existen soluciones para el manejo de desechos a nivel nacional. En su mayor parte son enviados a Rusia para su reprocesamiento. El plan gubernamental también desatiende cuestiones ambientales y de eficiencia energética.
La economía ucraniana es una de las más intensivas del mundo en materia energética. Produce tres veces más desechos que el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que incluye entre sus miembros a las 30 economías más industrializadas del mundo.
Según el plan, para 2030 la eficiencia energética de Ucrania se ubicará en el nivel actual de la vecina Polonia.
De todos modos, desde que Rusia comenzó a aumentar los precios del petróleo, el gas y el uranio para combustible nuclear Ucrania realizó movimientos para elevar la eficiencia energética.
Esta consecuencia positiva de la crisis no es algo que se deba agradecer al gobierno ucraniano. Faltan incentivos financieros y leyes para mejorar la eficiencia y para desarrollar fuentes renovables de energía, advirtió en mayo la no gubernamental red europea Bankwatch sobre desarrollo sustentable.
La estrategia energética de Ucrania también deja al país a mitad de camino del objetivo de la Unión Europea (UE) de llevar la energía de fuentes renovables a 20 por ciento del consumo total para 2020.
Pasyuk tiene esperanzas de que el gobierno deseche sus planes. "Informalmente admite que revisa la estrategia, pero oficialmente todavía lo niega", dijo a IPS.
Bankwatch también acusó al multilateral Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, principal inversor en las repúblicas del otrora bloque comunista, de manipular los planes nucleares de Ucrania invirtiendo en infraestructura que desarrolle el sector.
El Banco Europeo prácticamente no ha brindado apoyo al desarrollo de energías renovables, lo que se contradice con su propia estrategia para Ucrania, en la que reconoció un gran potencial para la producción de energía eólica, hidroeléctrica y de biomasa.
En un intento por la diversificación de proveedores, la empresa de energía nuclear ucraniana Energoatom firmó recientemente un acuerdo con la compañía estadounidense Westinghouse para la importación de combustible radiactivo.
Los críticos alegan que el combustible de Westinghouse es más caro, de menor calidad y menos adecuado a los reactores de diseño soviético que el ruso, lo que aumenta los riesgos.
Las plantas nucleares de Finlandia y República Checa debieron dejar de usar el combustible de Westinghouse en el pasado debido a su incompatibilidad con los reactores soviéticos.
El público ucraniano no ve con entusiasmo a la energía nuclear, desde que en 1986 explotó un reactor de la planta nuclear de Chernobyl (ubicada en suelo ucraniano), causando la mayor catástrofe nuclear civil de la historia.
A pesar de la tragedia de Chernobyl, la industria nuclear mantuvo su estabilidad mientras el país dejaba de ser una república soviética para convertirse en un estado independiente, en 1991.
Entre 1990 y 1993, el parlamento ucraniano impuso una moratoria a la instalación de nuevos reactores, pero la escasez energética luego volvió atractiva la energía nuclear.
Aproximadamente la mitad de la actual producción nacional de electricidad es de fuente nuclear, y esa proporción aumenta sin cesar.
Los problemas técnicos siguen forzando frecuentes cierres de plantas eléctricas ucranianas, pero los partidarios de la energía nuclear dicen que la seguridad mejora continuamente.
En marzo, el Servicio de Seguridad de Ucrania admitió estar intensificando la seguridad en las instalaciones nucleares debido a episodios de negligencia.