Sin llegar a la crisis del rubro de productos industriales, las negociaciones agrícolas en la Organización Mundial del Comercio (OMC) afrontan también dificultades considerables para alcanzar los acuerdos de liberalización apetecidos por la Ronda de Doha.
"Por el momento no preveo que (la suspensión de las negociaciones en productos industriales) ocasione algún cambio en agricultura", dijo a IPS Crawford Falconer, presidente del comité que discute la apertura del comercio agrícola en la ronda convocada por la OMC.
"Sin embargo, veremos en los próximos días si tiene influencia en algunas de las delegaciones", admitió.
Falconer se refería a la decisión esta semana del presidente del comité de negociaciones sobre productos industriales, Don Stephenson, de interrumpir las sesiones de ese grupo a causa del retroceso registrado en las discusiones de los últimos días.
De todos modos, el vuelco en aranceles industriales tendrá efectos en la negociación agrícola pues impedirá, o por lo menos postergará, el desarrollo del "proceso horizontal", como la jerga de la OMC se llama a la fase siguiente, cuando los 152 Estados parte del sistema deberían conciliar un equilibrio entre las concesiones que se otorgarán en esos dos puntos críticos de la ronda.
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A pesar de la parálisis en las negociaciones industriales, las discusiones en agricultura proseguirán la semana venidera luego de haber alcanzado "progresos graduales" en los últimos días, describió Falconer.
"Al proceso de agricultura lo veo bien, desde el punto de vista de las reuniones, del esfuerzo que está haciendo el presidente, del intercambio de información y de la claridad de las posiciones negociadoras", reflexionó Alberto Dumont, jefe de la misión negociadora argentina.
"Empero, lo veo también muy prolongado, como toda la ronda", precisó Dumont. La cuestión principal es saber cuántos temas quedarán pendientes para que los ministros resuelvan en el proceso horizontal, agregó.
Si se presentan a los ministros 25, 30 ó 40 cuestiones todavía insolubles, "esto no se va a resolver nunca", insistió. El negociador argentino estimó que las soluciones de las cuestiones divergentes deben encontrarse en las discusiones que sostienen en Ginebra los jefes de misiones y los demás expertos diplomáticos. De esa manera, únicamente las cuestiones políticas cruciales quedarían luego en manos de los ministros.
Pero desde París, donde este jueves pronunció un discurso ante el Consejo de Ministros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el director general de la OMC, Pascal Lamy, mostró otra vez premura extrema por finalizar el proceso iniciado en Doha, capital de Qatar, en 2001.
Lamy dijo a los representantes de las naciones más ricas del mundo, que confiaba en obtener antes del 1 de julio la aprobación de las modalidades, como se denominan los parámetros que condicionarán la última etapa de la negociación, cuando se fijen porcentajes y volúmenes de las concesiones comerciales.
Para conseguir ese objetivo, Lamy reclamó un compromiso intenso de los representantes de alto rango de los países miembro de la OMC, que deberán permanecer en Ginebra durante las dos próximas semanas.
Sólo en agricultura, esa pretensión se presenta como un esfuerzo mayúsculo pues a pesar de la atmósfera más pura que se respira en el sector, en comparación con la negociación industrial, aún quedan por resolver temas conflictivos que demandarán largas discusiones, dijo a IPS una fuente comercial.
Todavía están lejanos los acuerdos sobre las fórmulas de reducción de los aranceles a la importación y las diferentes formas de subvenciones, dos aspectos críticos de la negociación agrícola, precisó la fuente.
Como derivación de la fórmula arancelaria se presenta el espinoso tema de los productos sensibles, una denominación que exceptuará de la reducción de esos derechos de importación a un porcentaje determinado de productos que ingresan a los países ricos. A cambio, esas naciones reconocerán cierta cuota de importación, libre de aranceles, para esos productos protegidos
Aun más, el comité agrícola debería discutir la semana venidera sobre los productos especiales y los mecanismos de salvaguardias reclamados en particular por el Grupo de los 33 (G-33), conformado de momento por 46 países en desarrollo que reclaman la redacción de un nuevo de acuerdo que atienda sus aspiraciones en los dos asuntos
Tal como los sensibles para los países industriales, los productos especiales representan bienes críticos para el abastecimiento de las naciones en desarrollo, que igualmente necesitan protección. A su vez, las salvaguardias permiten a los países pobres defenderse de altibajos pronunciados en los precios o en los volúmenes de las importaciones.
El G-33 ha hecho saber enfáticamente que el "proceso horizontal" sólo será posible cuando se hayan satisfecho sus demandas en productos especiales y mecanismos de salvaguardias.
Finalmente, siguen en discusión dos cuestiones que atañen específicamente a la Unión Europea: los productos tropicales y la erosión de las preferencias comerciales que benefician a las naciones ex colonias de ese bloque.
Para complicar el panorama, se han sumado dos cuestiones que aparecen durante los debates: la crisis de los precios de los alimentos y la aprobación de la ley agrícola en el Congreso legislativo de Estados Unidos, pendiente aún de sanción del Poder Ejecutivo.
Los delegados utilizan la cuestión de la carestía de los alimentos para sostener sus posiciones, ya sea para demandar flexibilidades que permitan la expansión agrícola en los países en desarrollo o, desde el ángulo opuesto, para cuestionar esas mismas excepciones con el argumento de que perjudican a la agricultura, describió la fuente comercial.
En el caso de la ley agrícola estadounidense, dos grupos de peso en la negociación agrícola, el G-20, integrado por las principales naciones en desarrollo —como Brasil, China e India— y el Grupo de Cairns, de exportadores agrícolas, sostuvieron que esa norma representa un retroceso en la liberalización comercial y demandaron a Estados Unidos que introduzca cortes efectivos en los subsidios que otorga a sus agricultores.
Con todos estos temas y enfoques en el orden del día del comité de agricultura, el presidente Falconer aceptó la posibilidad de redactar un nuevo borrador de acuerdo para incorporar algunas de las pretensiones de las partes.
Un trámite de ese tipo, de preparación del texto y de examen en las capitales, demandaría por lo menos dos semanas, lapso que conspira contra las intenciones del director de la OMC, Lamy, de concluir las modalidades antes de que expire el mes de junio.