AMÉRICA CENTRAL: Triángulo norte en la mira de EEUU

El narcotráfico, las migraciones, la inseguridad ciudadana y hasta una non sancta supuesta presencia iraní conformaron el particular cóctel de preocupación planteado por el subsecretario de Estado de Estados Unidos, John Dimitri Negroponte, en El Salvador, Guatemala y Honduras.

Considerado uno de los "halcones" (ala más belicista del gobierno estadounidense), Negroponte viajó por el llamado Triángulo Norte centroamericano, limítrofe con México, en una ronda de contactos con gobernantes, empresarios y sectores de la sociedad civil.

Estos tres países son un paso en el corredor de la droga de sur a norte de América. Se presume que desde hace un año se desplazan con facilidad por esta zona, entre otros narcotraficantes, el jefe del cartel del norteño estado mexicano de Sinaloa, Joaquín Guzmán, más conocido como "El Chapo Guzmán".

Un informe estadounidense de 2005 señala que El Salvador, Guatemala, Belice, Nicaragua, Honduras, Panamá y Costa Rica se han convertido en la principal zona de tránsito de drogas por vías marítimas, aéreas y terrestres. La situación se agrava, según ese documento, porque en estos países el poder corruptor de las mafias penetra fácilmente sus estructuras estatales.

Uno de los casos que mostró la intervención de Washington en el combate al narcotráfico en la zona fue la captura en mayo en Honduras y posterior extradición a Estados Unidos del guatemalteco Jorge Mario Paredes Córdova, alias "el Gordo Paredes", un jefe mafioso radicado en El Salvador.

El operativo, que estuvo a cargo de los cuerpos antidrogas estadounidenses según la prensa internacional, no fue informado por la policía ni el gobierno de Honduras, como sí lo hizo el fiscal antinarcóticos de Guatemala, Geovanny Castro.

Paredes Córdova es juzgado en una corte estadounidense, acusado de liderar una banda que introdujo toneladas de cocaína a ese país procedente de América Central.

En cada país del Triángulo Norte que visitó a comienzos de este mes, Negroponte abordó también otros asuntos que han marcado la agenda exterior de Washington.

En El Salvador se manifestó preocupación por supuestos nexos entre las insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), la antigua guerrilla hoy convertida en el principal partido de oposición y con perspectivas de ganar las elecciones presidenciales de 2009, según encuestas preliminares.

En declaraciones a la prensa local, el subsecretario de Estado (vicecanciller) de Estados Unidos dijo que las relaciones que señala surgen de las computadoras incautadas por los militares colombianos en su incursión ilegal del 1 de marzo contra un campamento de las FARC en Ecuador, donde fue muerto uno de sus máximos jefes, Raúl Reyes.

El portavoz del FMLN, el diputado Sigfrido Reyes, rechazó esa insinuación de Negroponte, y la atribuye a una estrategia de "guerra sucia" motivada por el temor del gobernante partido derechista Alianza Republicana Nacionalista de perder las elecciones presidenciales salvadoreñas.

Sin embargo, el enviado del gobierno de George Bush no agotó el asunto aquí sino que puso en la coctelera en su paso por El Salvador la cuestión iraní, al indicar que su país estaba "vigilante" ante la presencia de ese país en la región centroamericana.

Irán inauguró su presencia diplomática en América Central en enero de 2007, al instalar una delegación en Nicaragua tras la llegada al gobierno de ese país del izquierdista Daniel Ortega.

Estados Unidos mantendrá "bajo observación" las actividades que el gobierno iraní desarrolle en el hemisferio occidental, advirtió Negroponte, tras acusarlo de ser uno de los principales respaldos de los "grupos islámicos extremistas" en Medio Oriente. Fuentes ligadas a la embajada de Washington en Tegucigalpa indicaron a IPS que, desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, esa delegación ha procedido a dar una "mayor vigilancia" a la colectividad musulmana de Nicaragua y Honduras, en su mayoría relacionada con el ámbito empresarial.

En Guatemala el énfasis estuvo puesto en el llamado Plan Mérida, la iniciativa estadounidense para la lucha antidroga en América Central y México, que contempla recursos por 450 millones de dólares en tres años para equipar las fuerzas de seguridad y mejor la estructura judicial.

También abordó con el presidente Álvaro Colom acciones vinculadas a los tratados de libre comercio y el tema migratorio.

Pero el paso del alto funcionario estadounidense por la región no fue sólo acompañado de encuentros. Las manifestaciones de repudio se sucedieron, en especial en Honduras, donde había dejado un sabor amargo como embajador entre 1981 y 1985 por su implicación en la represión local que concluyó con la desaparición forzada de 187 personas por causas ideológicas.

"La presencia de Negroponte en nuestro país es sinónimo de muerte, y en algo grande andaba porque él no visita estos países porque le caigan bien. Creo que debemos aprestarnos los centroamericanos a ver en los próximos meses resultados de esta visita que se ha manejado con una agenda oculta", declaró a IPS, la activista humanitaria Bertha Oliva.

Se preveía que Negroponte y el presidente de Honduras, Manuel Zelaya, darían una rueda conjunta a la prensa, pero se suspendió a última hora. No obstante, en declaraciones radiales el visitante insinuó la preocupación de su gobierno por la presencia del crimen organizado en el istmo y su penetración en esferas de la política.

A su juicio, los golpes que se están asestando al narcotráfico en México y Colombia hacen que los jefes de los carteles "se muevan hacia esta región, busquen otros campos" y eso es "preocupante". "Hay que poner mayor atención a la gobernabilidad", acotó.

Para el presidente hondureño, la gira de Negroponte por la región se produjo bajo otro contexto, "este país no es el mismo de los años 80, pues hoy hemos aprendido a tener mayor tolerancia a la apertura del sistema democrático".

"Esta Centroamérica que usted visita", dijo Zelaya a Negroponte, "no es la misma de la Guerra Fría, cuando se entrenaron tropas para violar los derechos humanos de las personas por cuestiones ideológicas". Ahora se "apuesta a la paz y a la democracia, ya no es aquella de la doctrina de seguridad nacional", le recordó.

Para el analista político Matías Funes, las frases del gobernante hondureño son ciertas y lógicas, pero "debemos ver que ahora Estados Unidos viene a la región con otra agenda, la del narcotráfico, que puede abrir aristas a otras acciones desconocidas, en el marco ya no de la doctrina de seguridad nacional sino de la gobernabilidad, como le llaman ahora".

Funes comentó a IPS que este interés estadounidense por América Central no debe ser visto con simpleza, pues "algo grande está por venir, y no son necesariamente caramelos". "Hay que poner ojo a las implicaciones del Plan Mérida y el Plan Colombia, antidrogas", acotó.

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