Japón liberará al mercado internacional el mes próximo unas 300.000 toneladas de arroz, valuadas en unos 100 millones de dólares, como aporte a paliar la escasez mundial.
El país posee 1,5 millones de toneladas de arroz importado en depósitos acondicionados. Antes de que se estropee, suele usarse para hacer harina, alimentar animales o destinarlo —a pequeña escala— a asistencia humanitaria. Más de la mitad procede de Estados Unidos.
Japón ha despertado al problema de la escasez alimentaria, según el primer ministro Yasuo Fukuda. "Finalmente oímos el grito de la Tierra. Más de 100 millones de personas corren riesgo de padecer hambre", dijo Fukuda en Roma a comienzos de mes.
Unos 1.200 millones de pobres de Asia y el Pacífico, que gastan alrededor de 60 por ciento de sus ingresos en comida, sufren el encarecimiento del arroz. El alimento básico de Asia alcanzó su precio más elevado en tres décadas, según el Banco Asiático de Desarrollo.
"Japón es el mayor importador mundial neto de alimentos, y se comprometerá en todos los esfuerzos posibles por contribuir a la estabilización de la oferta y la demanda de alimentos en el mercado mundial", enfatizó Fukuda.
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Las dificultades para obtener arroz en el mercado internacional lo encarecieron, según el gobernante. Diversos factores eran desconocidos en crisis alimentarias del pasado, como el aumento en los precios del combustible, el cambio climático y la relación entre el mercado financiero y el energético.
Fukuda desafió a otros países a entregar los alimentos que almacenan al mercado internacional para devolver cierto equilibrio al mercado.
El embajador de Estados Unidos en Japón, Thomas Schieffer, aplaudió la iniciativa, a la que consideró "una medida extraordinaria para responder a esta situación crítica única", dijo en Tokio.
La prensa japonesa se preguntan si es necesario un acuerdo con Estados Unidos para que Japón pueda liberar el arroz importado.
Schieffer aseguró que su país comprende las condiciones únicas que afectan al mercado arrocero mundial este año, así como las consecuencias humanitarias y políticas del aumentos de precios y los desastres naturales en Asia, como el ciclón Nargis, que acabó con cientos de miles de vidas y devastó los cultivos de Birmania.
Según el presidente de la Corporación Atlantis de Investigaciones sobre Inversiones, Ed Merner, Estados Unidos no está presionando a Japón.
"Japón tiene un gran reserva. No gana nada con el arroz importado. Además, es una gran campaña de relaciones públicas para Japón, especialmente antes de la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8)" países más poderosos del mundo que se realizará en julio en la septentrional localidad de Toyako, dijo.
El anuncio de Japón presionará a la baja los precios del arroz, según Nobuhiro Suzuki, profesor de agricultura en la Universidad de Tokio.
"Tendrán un impacto a corto y largo plazo. La acción de Japón es importante para ayudar a aliviar la crisis de la escasez arrocera mundial. Si los japoneses siguen volcando arroz al mercado internacional, los precios se reducirán. Esto es importante para países que restringen sus exportaciones arroceras, como India y Vietnam", señaló.
Ante la carestía, los países en desarrollo acumulan arroz para proteger sus reservas, según Suzuki. Los elevados precios del trigo y el maíz no afectan a Asia, porque la mayoría de la población come arroz.
Incluso la población acumula arroz por temor, según Merner. Compran tres bolsas en vez de una, explicó. Los especuladores compran todas las existencias, esperando que el precio suba aun más. Pero con la inminente cosecha, aumentará el suministro y el precio se estabilizará, sostuvo.
"Como todas las burbujas estallará: los precios bajarán, los inversores dejarán de especular y los gobiernos eliminarán o aliviarán las barreras comerciales. Y los acaparadores dejarán de acumular", pronosticó.
Con los nuevos suministros, los gobiernos confiarán en poder satisfacer la demanda y eliminar algunas barreras comerciales.
La mayoría de los consumidores japoneses no comen arroz importado. "Prefiero el arroz japonés porque es más sabroso y menos seco. También va bien con nuestra comida, que no es picante", dijo la peluquera Yuko Okunishi, de Tokio.
Desde mediados de los años 90, Japón accedió a importar arroz, aunque con reticencias y bajo presión de sus socios comerciales. La política es mantener grandes reservas para usar en caso de emergencias como tifones o sequías.
Mientras, cada año, se descargan en el puerto de Tokio 770.000 toneladas de arroz importado, la mayoría de las cuales luego descansan en depósitos de todo Japón, sin alimentar a nadie.