La amenaza del presidente afgano Hamid Karzai de enviar efectivos militares a Pakistán para sofocar a fuerzas pro Talibán desató indignadas protestas en este país.
"La sangre pashtún es derramada de los dos lados", se lamentó Afrasiab Khattak, activista de derechos humanos y presidente del Partido Nacional Awami, gobernante en la pakistaní Provincia de la Frontera Noroccidental, limítrofe con Afganistán.
Khattak se refería a la etnia pashtun (patana), mayoritaria en la frontera y a la que pertenecen buena parte de las milicias Talibán de los dos países. El dirigente culpó de la situación "extremadamente alarmante" a "potencias extranjeras" que convierten la región en campo de batalla.
La violencia escaló en las áreas Pakistán fronterizas con Afganistán desde que Estados Unidos inició su "guerra contra el terrorismo", tras los atentados que el 11 de septiembre de 2001 dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington.
Remanentes de las milicias Talibán se han refugiado en remotas aldeas tribales pakistaníes fronterizas con escasa presencia del Estado. El movimiento islamista gobernó Afganistán entre 1996 y 2001, año en que fue depuesto por una coalición militar internacional encabezada por Estados Unidos.
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Ya hubo protestas contra las declaraciones de Karzai en los intranquilos distritos pakistaníes de Bajaur y Mohmand. Los comercios fueron clausurados y cientos de personas bloquearon las carreteras.
Nisar Ahmed Mohmand, jefe del Movimiento de Resistencia de Mohmand que encabezó las movilizaciones, advirtió que en caso de una guerra morirán pashtunes (patanes) de ambos países.
Khattak, ex presidente de la no gubernamental Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, llamó a la paz y dijo que el derramamiento de sangre no era una opción. Es preciso hallar otros medios de reducir la insurgencia y la violencia, dijo a IPS.
El partido de Khattak, que llegó al poder este año en la Provincia de la Frontera Noroccidental al derrotar en las urnas a una alianza de partidos islamistas, mantiene conversaciones de paz con combatientes pro Talibán.
El 21 de mayo, tras varias rondas de negociaciones, el gobierno provincial logró un acuerdo de paz en Swat y Malakand, en la Provincia de la Frontera Noroccidental, con una facción talibana radical.
La reacción de Karzai responde a que Pakistán no emprende acciones militares contra Talibán, que este mes destruyó con explosivos la puerta principal de una cárcel en la meridional ciudad de Kandahar, la segunda más grande de Afganistán.
Se cree que escaparon más de 900 prisioneros, entre ellos cientos de insurgentes.
"La declaración de Karzai tiene el apoyo de Estados Unidos. Está desesperado por complacer a Estados Unidos y garantizarse la presidencia de este país azotado por la guerra por un segundo periodo", observó Ashraf Ali, investigador de la universidad de la noroccidental ciudad pakistaní de Peshawar y experto en cuestiones de Talibán.
El presidente afgano, que a menudo acusa a Islamabad de no hacer suficiente para expulsar a los insurgentes de sus áreas fronterizas, nunca antes amenazó con una acción militar.
"Hemos albergado a millones de afganos en nuestro suelo. Ellos usaron nuestros recursos durante tres décadas. El propio Karzai vivió 25 años en Pakistán", dijo Israrullah, comerciante de Peshawar.
El gobierno de la Provincia de la Frontera Nororiental ofreció sus buenos oficios para reducir las tensiones entre los dos países.
Kamran Arif, directivo de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, dijo que un acuerdo negociado podría impedir un mayor derramamiento de sangre. "Hay leyes internacionales que deberían aplicarse para resolver problemas", agregó.
"Estoy asombrado de la reticencia de Islamabad a arrestar al líder talibán Baitullah Mahsud, al que acusó de asesinar a Benazir Bhutto", dijo Karzai a periodistas pakistaníes de visita en Kabul el día 16.
Bhutto, primera ministra de Pakistán en los periodos 1989-1990 y 1993-1996, falleció en un atentado en diciembre de 2007.
Karzai también cuestionó los acuerdos de paz entre el grupo pro Talibán liderado por Mahsud, Tehrik-i-Taliban, y el gobierno pakistaní.
El portavoz de Tehrik-i-Taliban, Maulvi Umar, condenó la amenaza de Karzai y advirtió que si fuerzas extranjeras ingresaban a Pakistán, recrudecerían los ataques de Talibán contra la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el ejército afgano.
"El presidente Karzai buscó aun más dificultades al amenazar con enviar tropas aliadas tras los insurgentes. No nos importan las amenazas", dijo Umar a IPS por teléfono, desde una ubicación no revelada.
El presidente afgano primero debería averiguar cuánto del territorio afgano controla antes de proferir amenazas, advirtió.
Según Umar, el gobierno de Karzai teme la creciente influencia del Talibán. Las fuerzas lideradas por Estados Unidos en Afganistán están afrontando una vergonzosa derrota, alertó.
"Miles de seguidores de Talibán defenderán las fronteras del país del ejército afgano", advirtió.
Tanto Kabul como Islamabad han acumulado tropas a cada lado de la frontera de 2.500 kilómetros, pero ninguno fue capaz de controlar a los insurgentes.
"La situación es muy extraña. Antes, los ataques eran clandestinos, pero los líderes del Talibán han salido a la luz. Baitullah Mahsud tiene su gente en cada área problemática de Pakistán", señaló el investigador Ali.