La difusión en un programa de radio en Japón de los últimos segundos de vida de un condenado a muerte, grabados en el patíbulo, reveló detalles de uno de los sistemas de ejecución más herméticos del mundo.
La cadena de radio japonesa NCB emitió durante un programa matutino los sonidos de la muerte en la horca hace 53 años, en una prisión de la ciudad de Osaka, de una persona cuya identidad se ignora.
El micrófono oculto registró las apagadas y ásperas últimas palabras del condenado, el nudo corredizo cerrándose alrededor del cuello y un gong budista que marcó el final.
La grabación, realizada con el propósito de entrenar a los verdugos, fue retirada a hurtadillas de la prisión y entregada a la NCB por activistas contra la pena de muerte. Forma parte de un documental de una hora sobre qué pueden esperar los 106 condenados de Japón, en momentos en que se acelera el ritmo de las ejecuciones.
"La idea es realizar un ahorcamiento prolijo. No se supone que el condenado deba luchar", dice en la grabación un veterano guardiacárceles, quien explica cómo se atan las manos y pies del sentenciado, mientras monjes budistas entonan cánticos.
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En una sala de control separada, entre tres y cinco ejecutores presionan en forma simultánea los botones que abren la trampilla del cadalso, para que ninguno de ellos se sienta culpable por haber accionado el que causó la muerte del condenado.
La grabación incluye fragmentos registrados clandestinamente de una conversación entre el ejecutado y un miembro de su familia. "Estos arrepentido por lo que hice", dice, con la voz quebrada.
Se estima que unas 100.000 personas escucharon la transmisión de la NCB.
En unas pocas horas, la emisora recibió una enorme cantidad de llamados telefónicos y correos electrónicos de oyentes, para expresar su opinión: 60 por ciento fueron críticos hacia la pena de muerte, dijo a IPS un empleado de la radio.
"Lloré cuando escuché la voz del hombre a punto de ser ahorcado. Ahora entiendo lo que sienten esas personas", comentó uno de los oyentes.
Un profesor universitario invitó a todo el equipo de producción de la emisora a hablarles a sus estudiantes. "Es un gran oportunidad para discutir la pena de muerte en Japón, cuando se está a punto de introducir el sistema de jurados para dictar sentencia en los casos en que se contempla este castigo", dijo en su mensaje.
Pero otros acusaron a la radioemisora de ofrecer una visión unilateral, sin informar a los oyentes sobre el delito que había cometido la persona que fue ejecutada.
La mayoría de quienes escucharon el programa, sin embargo, parecieron darle la bienvenida a los detalles que ahora salieron a la luz sobre el hermético sistema de aplicación de la pena capital en Japón.
"Fue interesante escuchar un programa tan inusual como este sobre la pena de muerte", dijo a IPS la empresaria Toshie Komatsu. "Pero no se discutieron los sentimientos de las víctimas, por lo que no llegué a una conclusión sobre este tema."
Kanae Doe, del capítulo japonés de la organización de derechos humanos Human Rights Watch, con sede en Nueva York, aplaudió a los responsables del programa y expresó su esperanza de que estimule el debate sobre la pena de muerte y ayude a lograr su abolición.
El académico Andrew Horvat señaló que quienes que apoyan la pena capital no sólo deberían escuchar una grabación sino, asimismo, ser obligados a ver las imágenes de todas las ejecuciones.
También aseguró que a partir del año próximo, cuando se introduzca el sistema de jurados, todos los que voten a favor de la pena de muerte deben asistir a las ejecuciones. "De otra forma, estarían eludiendo su responsabilidad", agregó.
El director del programa de la NCB, Katsuhiko Shimizu, se negó a revelar cómo había accedido a la grabación, aunque admitió que un fiscal intentó impedir su difusión.
La radio insistió en que se trataba de una cuestión de interés público y las objeciones fueron dejadas de lado. Antes de emitir la grabación se eliminaron todos los nombres o referencias que pudieran llevar a la identificación de quienes aparecían en ella.
"No existe ninguna transparencia en torno de la pena de muerte. Los japoneses no tienen ningún conocimiento, a causa del secreto que la rodea. Es por eso que quisimos informarlos", dijo Shimizu a IPS.
"A los condenados sólo se les comunica la fecha de su ejecución en la mañana del día en que van a ser ahorcados. Sus familiares se enteran cuando les comunican que deben pasar a retirar el cadáver", agregó.
Según las encuestas, más de 80 por ciento de los japoneses están a favor de la pena de muerte. Este año ya se realizaron siete ejecuciones, cuatro de ellas en un mismo día del mes de abril.