El enfrentamiento entre Washington y Teherán tiene su correlato en territorio de Líbano. Jóvenes chiitas, una de las dos ramas principales de la fe musulmana, frecuentemente queman banderas estadounidenses. Pero, paradójicamente, para muchos de ellos Estados Unidos es su segundo hogar.
Libaneses han emigrado a Estados Unidos desde 1849. Miles y miles lo han adoptado como destino durante los últimos 150 años, buscando mejores oportunidades laborales o para escapar de la guerra.
Ahmad, un chiita que tiene la doble nacionalidad estadounidense y libanesa, ahora de vacaciones en Líbano, ha vivido en Estados Unidos durante los últimos 10 años. "Mis tres hermanos también están allí. Estamos felices de vivir en una país donde tiene vigencia el estado de derecho", dijo a IPS.
Su tía Hiba, peluquera, sueña con seguir los pasos de los otros miembros de su familia. "Mi hermana vive confortablemente en Estados Unidos, donde todos gozan de los mismos derechos. Aquí, sólo los ricos pueden pagar para superar sus problemas y vivir felices", argumentó.
Durante la breve guerra entre Israel y la milicia libanesa islamista Hezbolá, en 2006, muchos ciudadanos de este país que viven en Estados Unidos y estaban de visita quedaron atrapados en la línea de fuego. El sitio de Internet del Instituto Árabe Estadounidense todavía ofrece testimonios de quienes sufrieron esa experiencia.
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En ese momento, cuando el sur de Líbano y las zonas chiitas de Beirut estaban bajo el fuego de la aviación israelí, el gobierno de Estados Unidos evacuó a unos 15.000 ciudadanos de ese país.
Las imágenes del éxodo recorrieron el mundo y subrayaron la enorme contradicción experimentada por personas divididas entre su lealtad a su comunidad, representada por Hezbolá, y su país adoptivo.
Abbas, un corredor inmobiliario de poco más de 30 años de edad, vive en el occidental estado de California. De visita en su ciudad natal de Bint Jbeil, expresó su admiración por el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah.
Lo hizo a la vera de la piscina del lujoso hotel Movenpick, mientras degustaba un Bacardi. Se expresaba dificultosamente en árabe y pasaba al inglés cada vez que le resultaba posible.
"Nasrallah es una persona carismática e inteligente. Sin duda tuvo buenas razones para secuestrar a dos soldados israelíes", el acto que desató el conflicto armado en 2006. "Estados Unidos jamás debió apoyar ciegamente la agresión israelí", afirmó.
En el subconsciente colectivo libanés, Israel figura estrechamente asociado, desde su nacimiento como Estado en 1948, con Estados Unidos. Años de ocupación de territorio de Líbano por las fuerzas israelíes, reiteradas agresiones y varias guerras alimentan la desconfianza de los libaneses respecto de esa alianza estratégica entre Tel Aviv y Washington.
Los chiitas que viven en el sur de Líbano son quienes más sufren la ira armada de Israel. La guerra de 2006 causó 1.200 muertes y el desplazamiento forzoso de al menos un millón de personas.
Rana, joven madre de dos hijos, quien vive en Washington, opina que "cuando los jóvenes queman la bandera estadounidense expresan su ira por el apoyo de Estados Unidos a Israel, no contra el país en sí mismo".
Según Nasser Baydoun, presidente de la Cámara de Comercio Árabe Estadounidense, en agosto de 2006, alrededor de 10.000 residentes libaneses en la ciudad estadounidense de Detroit tenían lazos directos con el poblado de Bint Jbeil, escenario de violentos combates entre tropas israelíes y Hezbolá.
Estados Unidos dedicó en los últimos años 230 millones de dólares para asistencia humanitaria y tareas de reconstrucción en Líbano. Esa ayuda, según datos oficiales de Washington, benefició a más de dos millones de personas en alrededor de 500 aldeas libanesas.
Asimismo, muchos emigrantes que trabajan en Estados Unidos han estado ayudando financieramente a sus familias en Líbano a través de las remesas que les envían.
A pesar de las feroces críticas de Hezbolá hacia Washington, aunque los habitantes del sur de Líbano critican la política estadounidense en Medio Oriente, muchos libaneses chiitas están dispuestos a jugar sus cartas para obtener la residencia en Estados Unidos y vivir su propio "sueño Americano".