El deterioro del patrimonio pedagógico ha disparado la alarma de quienes se ocupan de la enseñanza artística en Cuba, donde, pese al elevado costo de este tipo de instrucción, las escuelas de arte acogen gratuitamente a miles de estudiantes cada año.
La preparación de las futuras figuras de las artes plásticas, la música, el teatro o la danza no ha escapado de los efectos de la crisis económica iniciada a comienzos de la década del 90. A las carencias en la base material de estudio y el desgaste de las instalaciones, se suma el éxodo de personal docente hacia actividades mejor retribuidas, una realidad común al resto del sector educacional.
El llamado "período especial" provocó severos daños materiales al sistema de enseñanza artística, además de "dificultades en la atención metodológica" y, en especial, "pérdidas significativas de su patrimonio pedagógico", aseguró María Córdova, profesora del Instituto Superior de Arte, con sede en La Habana.
Esas pérdidas ocurrieron por "cambios de actividad laboral o salidas del país, motivadas básicamente por razones económicas", señaló Córdova. No pocos profesores prefirieron buscar empleo en el turismo o comenzar una carrera como artistas independientes lejos de las aulas.
El salario básico de un maestro de una escuela elemental o media fluctúa entre 270 y 331 pesos, aunque puede llegar hasta 530 pesos. En los niveles superiores, de acuerdo con la categoría y la antigüedad, esa cifra puede rondar los 800 pesos, casi el doble del sueldo promedio del país.
En el pasado séptimo Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), celebrado del 1 al 4 de abril en La Habana, se reclamó la puesta en marcha de medidas para revertir esta situación, incluidas mejoras salariales, mayor acceso a información especializada y una atención metodológica más sistemática.
El ministro de Cultura, Abel Prieto, reconoció ante los representantes de la intelectualidad la urgencia de encontrar nuevas fórmulas, "que nos permitan estimular de un modo superior a los creadores que estén dispuestos a trabajar con nosotros en el mejoramiento cualitativo de nuestra enseñanza artística".
No obstante, el panorama de hoy parece más alentador que el de hace 10 años, cuando el sistema de escuelas de arte estaba al borde del colapso. Desde mediados de 2000, el gobierno dio luz verde a un plan de inversiones en el sector, valorado en millones de dólares, que se concentraron en la construcción de 15 escuelas de instructores de arte.
Junto a esos centros, existen 48 instalaciones dedicadas a la enseñanza artística en los niveles elemental y medio.
La institución de mayor importancia es el Instituto Superior de Arte (ISA), con dos filiales en las orientales provincias de Camagüey y Holguín, y una unidad docente en Santiago de Cuba, unos 850 kilómetros al este de La Habana.
En los últimos años, las autoridades culturales han estimulado la creación de orquestas sinfónicas, bandas de concierto, compañías de teatro y danza fuera de La Habana, para mejorar la calidad de vida de las provincias en su dimensión espiritual.
Al intervenir en el Congreso de la Uneac, el intelectual cubano Alfredo Guevara cuestionó las "interferencias inadmisibles" en la enseñanza artística, "que contradicen el rigor y los tiempos necesarios en toda formación intelectual de creación o de interpretación, ya que ésta debe ser y tendría que ser igualmente creativa."
"Sugiero preocuparnos porque los recién graduados y particularmente esos talentos, que el profesor detecta, no resulten tratados por algunas autoridades como cosas, preocuparnos de que se respete irrestrictamente la condición de persona, y cuando más joven con mayor razón", subrayó.
"La inversión en recursos que ha hecho el país en la enseñanza artística puede estarse malogrando y perdiendo si no conseguimos que los mejores talentos estén presentes, de un modo u otro, en nuestras escuelas", advirtió Prieto, al tiempo que llamó a los intelectuales a practicar "una estricta y sistemática vigilancia cualitativa" sobre el aprendizaje de las artes.
Guevara fue uno de los más duros críticos del estado actual del sistema de educación general, regido a su juicio "por criterios y prácticas descabelladas e ignorantes de principios pedagógicos, psicológicos elementales, y violadora de derechos familiares".
Menos de un mes después el ministro de Educación, Luis Ignacio Gómez, fue removido de su cargo. El ex presidente Fidel Castro, en una de sus habituales Reflexiones, dijo que Gómez había "perdido energía y conciencia revolucionaria" y no se le tenía "ninguna confianza".
Cuba se ha vanagloriado de sus niveles educativos desde que en 1961 erradicó el analfabetismo con una campaña relámpago. Unos meses después, las autoridades convirtieron un célebre club de la burguesía habanera en la Escuela Nacional de Arte, génesis de un sistema del cual han emergido figuras de renombre mundial.
Pero todo eso podría desvanecerse, a falta de quienes perpetúen ese legado en las aulas, a las que hoy asisten más de 27.000 estudiantes.
Para Córdova se debería considerar "patrimonio vivo de la cultura cubana" a los que ejercen el magisterio en las artes y en la enseñanza en general, por los conocimientos, experiencia, creatividad y valores éticos atesorados, sobre todo durante las cinco décadas de sistema socialista.
"Del patrimonio pedagógico cubano depende en gran medida también el desarrollo del proyecto económico y social del país", que exigirá una alta calificación para enfrentar desafíos presentes y futuros, y "un trabajo mucho más colectivo y consensuado", señaló la coordinadora de la comisión de enseñanza artística del congreso de la Uneac.