Los disturbios en Tíbet se han aplacado. Funcionarios de China se entrevistaron con enviados del líder espiritual tibetano, el Dalai Lama, y prometieron que seguirán negociando. Pero no se perciben perspectivas de avance.
El problema de Tíbet, territorio invadido por China en 1950, opaca la imagen del gigante asiático, como tantas otras cuestiones relativas a los derechos humanos en este país hoy en incesante y acelerado ascenso económico.
Mientras representantes de ambas partes se reunían el fin de semana en la meridional ciudad china de Shenzhen, la propaganda oficial desde Beijing mantenía sus ataques habituales contra el Dalai Lama y sus seguidores.
"The China Daily", diario gubernamental impreso en inglés, calificó en su edición del lunes al Dalai Lama de "abogado del terrorismo". También aseguró que las organizaciones independentistas tibetanas solicitaron apoyo de grupos extremistas como el islamista Al Qaeda.
El "Diario del Pueblo", portavoz del Partido Comunista, advirtió que el Dalai Lama tenía como meta real la independencia tibetana, y que, ocultarlo, "juega con las palabras".
Las dos partes están de acuerdo en seguir dialogando, pero la campaña de la prensa china contra la disidencia tibetana continúa, con la pretensión de ganar la guerra de relaciones públicas desatada tras la represión a las protestas pacíficas del 14 de marzo en Lhasa y en las provincias de Qinghai, Gansu y Sichuan.
"Es imposible saber lo que realmente piensa el gobierno chino, dada la opacidad de su sistema político", dijo el académico tibetano Wang Lixiong, residente en Beijing. "Este gobierno no es como el de Mao Zedong, que actuaba por motivaciones ideológicas. Los líderes de ahora son oportunistas y operan de acuerdo con sus intereses."
China esta bajo una intensa presión internacional pocos meses antes de la apertura de los Juegos Olímpicos que se celebrarán desde agosto en Beijing. Se prevé que atletas, políticos y turistas de todo el mundo viajen entonces a la capital.
Pero la represión a las protestas en Tíbet desató un rechazo internacional que se manifestó en Europa, Australia y Asia, en los distintos puntos de pasaje de tradicional la antorcha olímpica hacia Beijing.
Autoridades firmas afirman que 22 personas, la mayoría de la etnia china, murieron en los disturbios de marzo. Mientras, simpatizantes de la causa tibetana aseguran que los muertos de esa nacionalidad superaron el centenar.
Líderes de Occidente y de Japón presionaron a China por la restauración del diálogo con el Dalai Lama. El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, despertó el fantasma del boicot a los Juegos Olímpicos al anunciar que podría no asistir a la apertura del torneo a menos que se reanuden las negociaciones.
Los representantes del Dalai Lama Lodi Gyari —residente en Washington— y Kelsang Gyaltsen —en Zurich— se reunieron a puertas cerradas con Zhu Weiqun y Sitar, altos dirigentes del Departamento de Trabajo del Frente Unido, organismo del gobernante Partido Comunista chino a cargo del vínculo con las minorías nacionales.
Pero hubo seis rondas de negociaciones entre delegados de ambas partes entre 2002 y 2007, sin que se allanara ninguna de las grandes diferencias.
El primer punto de conflicto es de qué Tíbet están hablando. El Dalai Lama dice representar a los siete millones de tibetanos, mientras el gobierno chino cree que habla en nombre de los 2,8 millones radicados en la Región Autónoma de Tíbet.
Esto es así porque la mayoría de los tibetanos viven en las provincias de Sichuan, Yunnan, Gansu y Qinghai como consecuencia de los límites delineados por el régimen chino en los años 50.
El Dalai Lama ya no reclama la plena independencia de Tíbet. Ahora pide una autonomía genuina, y que incluya un mayor respeto por la identidad religiosa y cultural de todos los tibetanos residentes en China.
Pero Beijing sospecha que los seguidores del budismo lamaísta tibetano mantienen en secreto sus ambiciones independentistas, y en el pasado se negaron a dialogar con ellos hasta que su líder espiritual renunciara a la "secesión".
En esta ocasión, reiteraron esa estrategia.
"Esperamos que el Dalai Lama respete su palabra y detenga realmente las actividades separatistas y deje de provocar actividades violentas que perturban los Juegos Olímpicos, para crear así condiciones hacia futuros contactos", dijo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Qin Gang.
Pero el gobierno tibetano en el exilio dijo que, si continúa la represión en áreas tibetanas, será difícil mantener el diálogo en curso.
"Sentimos que será difícil iniciar negociaciones a menos que la crítica situación en Tíbet mejore", sostuvo el "ministro" tibetano Kesang Yangkyi Takla, residente en Bruselas.
La prensa oficial china informó sobre un tiroteo en las afueras del poblado de Dari, en Qinghai, la semana pasada, incidente en que habría muerto un policía y un activista tibetano.
El episodio desató nuevas protestas en el área y la consiguiente represión.