Casi un mes después de que el ciclón Nargis arrasó el populoso delta del Irrawaddy en Birmania, lentamente toma forma un esfuerzo regional e internacional para ayudar a los sobrevivientes.
La junta militar que gobierna Birmania anunció el viernes que el vicecanciller Kyaw Thu sería su representante en un grupo tripartito con sede en Rangún, la ex capital, para coordinar el esfuerzo internacional de asistencia con delegados de los países del sudeste asiático y de la ONU.
Esta decisión implica un cambio fundamental en el enfoque de la dictadura birmana, que había puesto obstáculos a cualquier intento extranjero de ayuda en las tres semanas siguientes al ciclón, ocurrido en las primeras horas del día 3.
El grupo tripartito de tareas humanitarias es encabezado por la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), bloque regional de 10 miembros (Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam).
La ONU (Organización de las Naciones Unidas) será la tercera parte de esta iniciativa, acordada en una conferencia internacional para recaudar fondos para las víctimas del ciclón, realizada el día 25 en Rangún.
"Una tarea hercúlea se nos ha encomendado a nosotros, la ONU y la Asean: llevar asistencia humanitaria a las víctimas del ciclón", dijo esta semana el secretario general de la Asean, Surin Pitsuwan, ex canciller de Tailandia.
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"La Asean, la ONU y nuestros socios no les fallarán a las víctimas del ciclón Nargis", aseguró. "Hemos establecido un espacio humanitario, que debe ser sostenido a través de decisiones políticas y de flexibilidad política."
Este bloque regional ha debido soportar numerosos problemas que causaron el ingreso de Birmania, hace una década.
La Asean tuvo que apoyar a su problemático integrante en pro del interés de la solidaridad regional, protegiéndolo de la condena y las sanciones internacionales originadas en la creciente lista de violaciones a los derechos humanos perpetradas por la junta militar.
Pero incluso la política protectora de la Asean, guiada por el principio de "no interferencia" en los asuntos internos de una nación miembro, tuvo a veces sus límites.
En los últimos años, surgieron dentro de la Asean voces categóricas que llegaron a proponer la expulsión de Birmania del bloque, pues entendían que los abusos de la junta sobre la población del país habían llegado demasiado lejos.
La asociación se formó en 1967, en plena Guerra Fría, para frenar la propagación del comunismo en la región y promover el libre mercado. Pero su relevancia en el escenario internacional mermó tras la caída del campo socialista y la crisis financiera desatada en la región en los años 90.
A algunos críticos de la junta en la región les preocupa que el régimen intente abusar de la buena voluntad de la Asean hacia Birmania igual que en el pasado.
"La dictadura es muy consciente de que los líderes de la Asean serán más blandos con ellos que otros gobiernos de la comunidad internacional", dijo Roshan Jason, portavoz del Grupo Interparlamentario de la Asean sobre Myanmar (nombre con que el régimen rebautizó al país).
"La junta ha engañado a la Asean antes, y eso podría ocurrir de nuevo", advirtió Jason, cuyo grupo reúne a parlamentarios de Asia sudoriental que exigen la instauración de la democracia en Birmania.
"La credibilidad de la Asean peligra por el rol que asumió. Las autoridades regionales deben mostrar voluntad política y actuar duramente con el régimen birmano para lograr resultados. No pueden dejar que la junta manipule la situación escudándose tras la política de no interferencia", agregó, entrevistado por teléfono desde Kuala Lumpur.
Por ahora, el secretario general Surin le da al régimen birmano el beneficio, pues considera necesario crear lazos de confianza para que el grupo tripartito humanitario pueda avanzar.
"Hemos detectado una diferencia positiva, y esperamos que se sostenga", dijo.
Un logro significativo al respecto es que la Asean convenció al régimen que la fase de alivio posterior al ciclón está lejos de haber terminado, como aseguraba la dictadura tres semanas después del siniestro.
La junta había sostenido entonces que lo que requería era asistencia financiera, valuada en 10.700 millones de dólares, para la fase de recuperación y rehabilitación.
Según los planes de la Asean, un equipo de evaluación rápida estudiará el área devastada por el peor desastre natural en la historia del país, con el objetivo de facilitar la asistencia a las víctimas. El informe de este equipo está previsto para mediados de junio.
Este esfuerzo revela el abandono que soportaron las víctimas del ciclón, particularmente si se lo compara con la respuesta usual ante desastres naturales en otras partes del mundo.
"Por ahora, debería haber funcionando centros de distribución de elementos de alivio", declaró a IPS John Sparrow, portavoz de la división Asia-Pacífico de la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y la Medialuna Roja.
"Se debería haber distribuido agua limpia. Pero todavía escasea enormemente", añadió.
Es necesario realizar una evaluación adecuada de la situación en el área de desastre poco después de ocurrido, según los expertos de la Cruz Roja.
Tal fue el caso cuando esta institución respondió, por ejemplo, a los damnificados por el tsunami asiático del 26 de diciembre de 2004. En cambio, "todavía hay áreas" afectadas por el ciclón Narguis "a las que no tenemos acceso" en Birmania, señaló Sparrow.
Las cifras brindadas sobre víctimas mortales del ciclón Nargis oscilan entre 130.000 y 300.000. Los afectados requieren alivio en el delta del Irrawaddy son entre 2,5 y cuatro millones.
Los vientos alcanzaron una velocidad de 190 kilómetros por hora y levantaron un "muro" de agua de mar de 3,5 metros de altura.
El desastre afectó una superficie de 82.000 kilómetros cuadrados en una zona que posee la mayor densidad de población del país.