AMBIENTE: Indígenas en contra de mercados climáticos

Políticos y diplomáticos enfrentaron feroces críticas de líderes de los 370 millones de indígenas del mundo por apelar a los mercados de carbono como herramienta para mitigar el cambio climático.

Mujeres indígenas venden alimentos a los pasajeros de los autobuses en las afueras de La Paz, Bolivia. Crédito: Diana Cariboni/IPS "Es un nuevo modo de hacer dinero, que no tiene nada que ver con preocupaciones ambientales o con los derechos de los pueblos indígenas", dijo Jihan Gearon, de la Red Ambiental Indígena, con sede en Estados Unidos.

Gearon y muchos delegados que entre el 21 de abril y el 2 de mayo asistieron en Nueva York a la séptima reunión anual del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas, temen que los mercados de carbono no sólo violen sus derechos, sino que también agraven la amenaza del cambio climático.

Los llamados mercados de carbono atienden los aspectos comerciales de la responsabilidad ambiental, que permiten a las empresas reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, como el carbono, o bien comprar el derecho a seguir contaminando.

El Mecanismo de Desarrollo Limpio de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, sugiere la idea de que los mercados de carbono ofrezcan un sistema eficiente que guiará las inversiones hacia la reducción de emisiones.
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Sin embargo, igual que los líderes indígenas, muchos expertos independientes disputan que el enfoque de mercado puede producir mejores resultados que los esfuerzos reales por abatir los gases invernadero.

Un estudio publicado poco antes del Foro por el estadounidense Instituto para los Estudios Políticos, describe el rol del Banco Mundial en los mercados de carbono como "peligrosamente contraproducente" para los esfuerzos internacionales contra el cambio climático.

"Está haciendo dinero con la crisis climática, y luego (…) alega resolverla", sostuvo Janet Redman, principal autora del informe e investigadora del Instituto.

El informe de 79 páginas, titulado "Banco Mundial: especulador climático", sostiene que, en vez de alentar las inversiones en energías limpias, el Banco presta buena parte de su apoyo financiero a la industria de los combustibles fósiles.

"Está jugando a ambos lados de la crisis climática", opinó Redman, observando que sólo en los últimos dos años el Banco Mundial otorgó préstamos por no menos de 1.500 millones de dólares a compañías que invierten en combustibles fósiles.

De su portafolio de finanzas de carbono, de 2.000 millones de dólares, el Banco ha destinado casi 80 por ciento a proyectos que involucran a industrias contaminantes.

En su investigación, Redman también sostiene que las políticas del Banco en materia de créditos de carbono afectan a las comunidades indígenas que no tienen voz ni voto en proyectos de reforestación en zonas que habitan.

Los funcionarios del Banco han reconocido que los pueblos indígenas, que controlan 11 por ciento de los bosques y tierras que cubren 80 por ciento del planeta, generan muy pocas emisiones de carbono y que "su contribución con el calentamiento global es mínima"..

Un documento del Banco que se filtró en enero sugiere que la institución busca expandir aun más su papel en el mercado de carbono con planes multimillonarios para invertir en la "adaptación climática" y la forestación.

En su crítica a la campaña del Banco, algunos líderes indígenas ofrecen una perspectiva diferente.

"El concepto de mercados de carbono está guiado por una visión económica", dijo a Tierramérica el indígena brasileño Marcos Terena.

"La visión indígena de los temas ambientales se basa en un pensamiento espiritual. Los pueblos aborígenes respetan a la Madre Tierra. Son los gobiernos y las corporaciones los responsables de la destrucción", agregó.

Egberto Tabo, líder de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, insistió en este concepto en entrevista con Tierramérica.

"El Banco Mundial y las corporaciones están explotando nuestros bosques tropicales. Los marcos de trabajo del Banco y de los gobiernos sobre cambio climático no tienen en cuenta nuestras preocupaciones", dijo.

El Foro de la ONU enfrenta enormes obstáculos porque los estados no quieren implementar la Declaración Universal de Derechos de los Pueblos Indígenas, adoptada en 2007, agregó.

Pese a la concurrencia de más de 3.000 delegados de casi 500 grupos aborígenes, el Foro indígena no tiene poder para adoptar resoluciones obligatorias.

Los líderes indígenas quieren que gobiernos y corporaciones implementen la declaración en su letra y espíritu.

El Convenio de la ONU sobre la Diversidad Biológica (1992) promueve y protege el derecho de propiedad de los aborígenes sobre su conocimiento tradicional, pero el principio de "consentimiento informado" para el uso de sus tierras no está incluido.

En apoyo a la demanda indígena, el secretario ejecutivo del Convenio, Ahmed Djoghlaf, dijo que querría ver la Declaración traducida en "leyes y acciones nacionales".

La presidenta del Foro, Victoria Tauli-Corpuz, reconoció que no será fácil, porque algunas naciones poderosas, como Estados Unidos y Canadá, son muy reticentes.

Pero algunos países con grandes poblaciones indígenas, como Bolivia y Ecuador, parecen dispuestos a cumplir la Declaración.

Tanto Tabo como Terena consideran estas iniciativas como los primeros logros del movimiento indígena mundial.

"Es tiempo de que la ONU aprenda sobre la visión cósmica de los pueblos aborígenes. Debería saber que la vida no es una materia prima. No se trata sólo de humanos. Va más allá de eso", dijo Terena.

* Este artículo fue publicado originalmente el 3 de mayo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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