La sorpresiva renuncia de la ministra de Medio Ambiente de Brasil, Marina Silva, vuelve al gobierno «más transparente» en su opción por el crecimiento económico en desmedro de lo ambiental, según Roberto Smeraldi, director de Amigos de la Tierra/Amazonia Brasileña.
"El rey está más desnudo", pues ella representaba un "sello verde" para el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que pierde "una de las ministras más fieles, alineada y siempre dispuesta a dar legitimidad a las decisiones gubernamentales", evaluó el activista para IPS.
Marina Silva entregó en la tarde de este martes su carta de renuncia a Lula, después de comunicar su decisión a sus colaboradores más próximos, a los cuales pidió mantenerse en sus funciones.
La renuncia demostró que el área ambiental no es prioridad y "no tiene espacio en el actual gobierno", reaccionó Denise Hamú, secretaria general de otra organización no gubernamental, la filial brasileña del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Es "una gran pérdida para Brasil", incluso en términos de imagen internacional, por el prestigio de Silva "en el país y afuera", comentó a IPS Liszt Vieira, presidente del Jardín Botánico de Río de Janeiro y uno de sus colaboradores cercanos.
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Sorprendido por la información, que le fue transmitida directamente por Marina Silva en la mañana, Vieira dijo "lamentar su salida del gobierno", que tendrá repercusiones internacionales negativas, en un momento de tensión por el cambio climático y en vísperas de la novena conferencia de las partes de la Convención sobre la Diversidad Biológica, que se celebrará entre el 19 y el 30 de mayo en Alemania.
Las razones de la renuncia, tres días después de presidir la III Conferencia Nacional de Medio Ambiente, que culminó un proceso en el que participaron más de 100.000 personas, no fueron divulgadas hasta ahora.
Hubo motivos "personales", según el senador Sebastião Viana, quien aseguró que Silva seguirá defendiendo al gobierno y en buenas relaciones con Lula.
Viana es senador por el norteño estado amazónico de Acre, tal como la ex ministra, que anunció su intención de volver al Senado. Elegida en 2002, su mandato se prolonga hasta inicios de 2011.
La evaluación general es que el Plan Amazonia Sustentable (PAS), anunciado por el presidente Lula el jueves, fue la gota que rebasó el vaso.
El PAS reúne numerosas acciones y proyectos destinados a promover el desarrollo de la región amazónica, ampliar la infraestructura y proteger el ambiente.
Muchas medidas ya están en marcha, como la renovación del catastro de propiedades en los municipios de mayor deforestación en los últimos tiempos, más crédito para los hacendados que cumplen la legislación forestal y la reconstrucción de algunas carreteras, puertos e hidrovías.
El PAS fue, en todo caso, la "sepultura" de un programa de desarrollo sustentable para la región que el Ministerio de Medio Ambiente venía elaborando desde 2003, con participación de investigadores, organizaciones de la sociedad civil, como Amigos de la Tierra y otras carteras, sostuvo Smeraldi.
El problema fue que, además de ser desfigurado, la coordinación del plan fue entregada a Roberto Mangabeira Unger, titular del Ministerio de Asuntos Estratégicos, creado hace sólo siete meses.
El desarrollo sustentable de la Amazonia era asunto de total prioridad y dedicación para Marina Silva y su cartera, que se vieron súbitamente defraudados en sus esfuerzos.
Pero "no faltan últimas gotas" para la renuncia, como la ausencia de apoyo de otras áreas del gobierno para combatir la deforestación amazónica, cuyo ritmo volvió a crecer el año pasado, o la reanudación de obras para nuevas centrales nucleares, tema de la visita de este miércoles a Brasilia de la jefa de gobierno de Alemania, Angela Merkel, señaló Smeraldi.
Silva, que empezó su vida política en luchas ambientales y sociales en Acre, absorbió muchas derrotas en el gobierno desde que fue investida ministra en enero de 2003, al iniciarse la gestión de Lula.
La aprobación de las siembras de productos transgénicos, la construcción de grandes centrales hidroeléctricas y carreteras en la Amazonia y la reactivación del programa nuclear son algunas de sus frustraciones. Pero fue capaz de defender los proyectos como "miembro solidario del gobierno", incorporándoles pequeñas medidas que reducen los impactos ambientales negativos.
Con su salida, Brasil perderá credibilidad internacional en el área ambiental, pero se trata de restablecer "la imagen verdadera, de lo que el gobierno es verdaderamente", afirmó Smeraldi. La ex ministra, por su prestigio, concedía cierta legitimidad a la administración, pese a sus proyectos dañinos al ambiente, opinó.
Silva se convirtió en una especie de heroína del ambiente y de la Amazonia. Alfabetizada siendo ya una joven, logró graduarse en historia, mientras iniciaba la lucha en favor de los "seringueiros" (recolectores de caucho natural) junto al mártir Chico Mendes, asesinado en 1988.
Se unió al Partido de los Trabajadores (PT, fundado por Lula) en 1985, y algunos años después fue elegida concejal en Rio Branco, capital de Acre, luego diputada estadual y senadora, siempre obteniendo la mayor votación entre todos los candidatos. Con una salud frágil, por haber contraído malaria, hepatitis y contaminación por metales pesados, encanta a la audiencia con sus discursos.
Será difícil, si no imposible, sustituir a Marina Silva por alguien a la altura de su carisma y legitimidad como defensora del ambiente.