A pesara de sus suelos hostiles al arado, salinos, poco profundos y pedregosos, este municipio cubano que alberga al mayor y mejor conservado humedal del Caribe, cuenta con más de 140 productores integrados a la agricultura urbana, sector con peso importante en la seguridad alimentaria del país.
"Aquí hay que hacer la tierra y para empezar tuve que traerla de Jaguey Grande, dijo a IPS Nibaldo Ortega, quien se vinculó a ese movimiento hace unos cinco años. Siembra en canteros y entre uno y otro pone aserrín, "para ir creando suelo", explicó.
Sus producciones agrícolas no son muchas. "Cultivo tomate, habichuelas y rábanos, principalmente, Ahora estoy plantando árboles frutales", cuenta. Y es que su fuerte está en la cría de cerdos, conejos, gallinas y otros animales de corral que figuran dentro de los subprogramas pecuarios de la Agricultura Urbana.
Ortega, de 43 años, empezó "criando algunos puerquitos", con un amigo, en una pequeña área algo alejada de la zona más residencial del barrio El Caletón, de Ciénaga de Zapata, el municipio más vasto y menos poblado (unos 10.000 habitantes) de todo el país, perteneciente a la provincia de Matanzas, ubicada al este de La Habana.
La granja tiene hoy más de 100 cerdos, 292 aves ponedoras, unos 30 conejos y patos criollos, entre otros animales. "Soy hijo de campesino y este trabajo me gusta", asegura, sin dejar de atender a una cerda a la cual le soba el vientre para ayudarla a parir.
Como el área inicial se hizo insuficiente, Ortega recibió en usufructo un terreno situado al frente, de alrededor de media hectárea. Lo está preparando y en un plano marcó donde quiere que vaya cada sector. Al fondo, reservó un espacio a la "enfermería", para mayor comodidad del veterinario que atiende a sus animales. "Vinieron inspectores y me dijeron, despreocúpate de lo que vas a ganar. Mientras produzcas alimentos, no hay problemas Antes, eso se miraba con otros ojos, había temor al enriquecimiento personal. Pero ahora hay una mirada distinta hacia lo que se gane con el trabajo. Y aquí si que no hay días de descanso", reflexiona.
Ortega firmó un convenio con el Estado para la cría de porcinos y, según el plan fijado en esa instancia, para lo cual se le entregaron 10 hembras reproductoras, él debe vender la carne producida al acopiador estatal, que paga una parte a precio oficial y otra al de mercado, unas cuatro veces más alto.
"Yo creo que es un buen acuerdo y para uno es negocio, porque como parte del convenio me venden pienso de importación para los puercos casi a precio de costo. Además, es un dinero justificado" (legal), remató. En su opinión, los productores se sienten ahora más estimulados.
Luis Lazo, delegado del Poder Popular en el barrio El Caletón, asegura que antes había que ir siempre a otros lugares a buscar carne de puerco y hortalizas. "Ahora se pueden comprar por acá mismo.
Parte de las producciones de la agricultura urbana aseguran el consumo social, como el de ancianos de escasos recursos", dijo.
A su vez, Alicia Abella, encargada de la agricultura urbana en Ciénaga de Zapata, dijo a medios locales de prensa que este municipio cuenta en la actualidad con 146 productores, algunos dedicados al cultivo de hortalizas y vegetales, granos y viandas (tubérculos) y otros a la crianza de ganado y aves.
Este movimiento agropecuario en espacios urbanos involucra actualmente a unos 300.000 productores y productoras en todo el país, ya sea en establecimientos estatales, en cooperativistas o privados, y descansa en prácticas ecológicas y sustentables de cultivo.
Según datos oficiales, en la última década se han producido en zonas urbanas y periurbanas (de la periferia) más de 15 millones de toneladas de alimentos libres de productos químicos fundamentalmente vegetales, condimentos frescos, frutales y arroz.
En cuanto a los subprogramas pecuarios, los informes disponibles señalan un aporte anual de unas 12.000 toneladas de carne porcina proveniente de criadores "populares" de zonas periurbanas, en tanto la producción de carne ovino-caprina alcanza unas 76.000 toneladas y la de conejo, 3.400 toneladas. Otro aspecto interesante que señalan los expertos es que, como concepto agro-ecológico, los subprogramas de este tipo son interdependientes, de modo que los pecuarios, además de producir alimentos, suministran las materias primas para más de 70 por ciento de los abonos orgánicos que se utilizan en los cultivos agrícolas.
Anualmente se producen 8,5 millones de toneladas de abonos orgánicos, 1,4 millones de ellos humus de lombriz, que permiten mantener la fertilidad de los suelos dedicados a los cultivos citadinos y asegurar, además, los sustratos de organopónicos y huertos intensivos.
Los informes oficiales indican que mediante su transformación en organopónicos y huertos intensivos, en la última década fueron eliminados más de 5. 000 focos de contaminación generados por basureros no autorizados y predios abandonados, en más de 200 ciudades y poblados de Cuba.
Acuciado por el alza de los precios de los alimentos en el mercado internacional, el gobierno cubano decidió en el último año reestructurar su agricultura para elevar su productividad y disminuir las importaciones por ese concepto, que este año se elevarán a 1.900 millones de dólares.
Se prevé que esa reestructuración incluya la entrega de tierras que actualmente están sin cultivar a campesinos interesados y una descentralización organizativa que pondría acento en lo local y según las características de cada territorio. Las autoridades han calificado el problema alimenticio un asunto de seguridad nacional.