En el último año, más de 120.000 personas huyeron de los combates entre insurgentes tamiles y fuerzas del gobierno de Sri Lanka en el oriental distrito de Batticaloa. Tras las inéditas elecciones locales de este mes, los desplazados piden soluciones.
En dos oleadas distintas, a fines de 2006 y principios de 2007, los aterrados habitantes de Batticaloa presenciaron las operaciones del ejército para desalojar de las áreas entonces dominadas por los rebeldes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil.
A medida que el Estado srilankés recuperaba territorio, las autoridades lanzaron un plan para facilitar el retorno masivo a sus hogares de los desplazados, la mayoría pertenecientes a la etnia tamil.
Hasta ahora, regresaron 104.000 desplazados en áreas recuperadas como Vavunathivu y Vakaray, según el Ministerio de Reasentamiento y Servicios de Alivio de Desastres. Aún restan 18.000.
El gobierno del presidente Mahinda Rajapakse reafirmó el control del gobierno sobre todo Batticaloa al convocar las elecciones de autoridades locales del 10 de marzo, aunque fueron boicoteadas por los principales partidos de oposición.
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Ahora, los civiles reubicados reclaman acción de los concejos locales recién electos.
"He escapado toda mi vida, o bien de las balas o bien de los proyectiles. Nunca pude hablar de un futuro", dijo a IPS Sellan Sundaralingam, de 49 años, padre de tres hijas en Vavuniathivu, donde se reasentaron 27.000 personas.
Pese a los regresos masivos, los aldeanos dicen que todavía sufren crónicas carencias de instalaciones básicas, como carreteras adecuadas, electricidad regular, viviendas, escuelas y centros de atención médica.
"Todavía vivo en una casa abandonada", dijo Sundaralingam.
Estropeadas por decenios de conflicto, las áreas recién repobladas, la mayoría al occidente de la famosa laguna de Batticaloa, tienen carreteras llenas de cráteres a causa de los bombardeos. Muchas escuelas quedaron a medio demoler por los ataques.
Kumaradass Nesamalar esperaba reconstruir su casa con los 2.318 dólares que recibió como asistencia tras el tsunami del 26 de diciembre de 2004.
"Mi casa fue destruida por el tsunami, pero no la pude reparar. Ahora el dinero no está, fue gastado en sobrevivir tras los combates", señaló este hombre de 38 años y padre de cinco hijos.
A pesar de la relativa calma que reina desde julio, la mayoría de los recién reubicadas padecen los efectos de haber vivido la mayor parte de sus vidas en la mira.
"Los últimos meses fueron buenos, no hubo guerra ni enfrentamientos y hemos vivido mejor. La cosecha fue buena y también lo es la pesca, pero ¿quién sabe qué ocurrirá mañana", dijo Nesamalar.
Los aldeanos que viven en lugares como Vavunathivu, Vakarai y Karadiyanaru, baluartes de los Tigres hasta hace menos de un año, dicen que la vida cotidiana está regida por el conflicto desde que tienen memoria.
"Huimos de nuestros hogares y regresamos a ellos en tantas ocasiones que ya se había convertido casi en parte de la rutina", relató Sundaralingam.
La economía de la región se ha visto beneficiada, en parte, por el elevado precio del arroz en el mercado srilankés y a que ricos operadores pesqueros han comenzado a fijarse en bancos de peces costeros como Vakarai, desaprovechados durante más de un decenio.
El gobierno de Rajapakse se comprometió a impulsar que proyectos de desarrollo en el distrito luego de las elecciones del gobierno local. A mediados del mes pasado, el presidente asignó 23.000 dólares a cada uno de los nueve concejos locales recién constituidos.
Pero apenas dos semanas después de las elecciones, dos oficiales de policía fueron asesinados y otras cinco personas, entre ellas tres civiles, resultaron heridas en un ataque perpetrado en un área al sur de Vavunanthivu.
Los civiles que escaparon de sus aldeas fueron reasentados luego de un proceso especial de registro y se les emitieron tarjetas de identidad especiales.
Los extranjeros todavía no pueden viajar libremente por la región. La ONU y otras agencias que trabajan en el área tienen su acceso controlado.
Es probable que los proyectos de construcción se demoren, por lo menos hasta que concluyan las elecciones del 10 de mayo para el concejo de la Provincial Oriental que el gobierno está ansioso por realizar.
Como ocurrió con las elecciones locales, esto podría terminar para la coalición gobernante en una victoria por el boicot de la oposición. Batticaloa es uno de los tres distritos de la Provincia Oriental.
Gane quien gane, la población local solamente está interesada en llevar una existencia pacífica y estable, después de todo lo sufrido. Hay muchas esperanzas depositadas en el crecimiento de los niños en estas áreas problemáticas.
Mana Madanaraja, un muchacho de 14 años residente en Vavunathivu que acaba de recuperarse del sarampión, y descubrió que le gusta ir a la escuela todos los días. "Podemos jugar en el patio sin ningún temor", explica.
Sueña con ser ingeniero. "Quiero ayudar a la gente", afirma, mirando hacia la sucia carretera y las casas en ruinas. Pero su escuela carece de elementos básicos, como libros de texto. "Los maestros dijeron que pronto los tendremos", expresó.