La violencia familiar, extendida en América Latina y en el mundo, vuelve imperativa la recuperación de la ética como valor en el que confluyan prácticas para lograr sociedades equitativas y justas, coincidieron especialistas reunidos en esta ciudad.
La afirmación es una de las conclusiones de la Conferencia Regional – Diálogo Interreligioso por la Superación de la Violencia Intrafamiliar, celebrada en Bogotá entre el lunes y este miércoles, con presencia de delegados de 16 países y 13 confesiones religiosas, e instituciones que trabajan por niños y niñas de América Latina.
"Lo alarmante de la situación muestra cómo, con frecuencia, el ámbito de la protección familiar se convierte en ámbito de riesgo", dijo a IPS el sacerdote católico argentino José Antonio Díaz, secretario ejecutivo del Departamento de Familia y Vida del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).
El drama de la violencia familiar estalló esta semana en las portadas de los periódicos del mundo, con el rostro del austríaco Josef Fritzl, quien violó a su hija, la mantuvo secuestrada por 24 años y engendró con ella seis hijos, tres de los cuales compartieron el encierro con su madre.
La Conferencia, organizada por la Red Global de Religiones a Favor de la Niñez (GNRC, por sus siglas en inglés), contó también con el apoyo de la entidad cristiana humanitaria Visión Mundial el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), y Celam.
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"Nos importan todas las personas, pero de modo especial la salud física, psíquica y espiritual de los niños, el don más precioso que Dios da a las familias y a las sociedades. Un tesoro que hay que cuidar porque la humanidad se fragua en la familia, y compete a las familias, de manera particular, la educación de los hijos", agregó Díaz.
El encuentro se adelantó "en un clima de diálogo, de apertura, de escuchar al otro, elementos que se convierten en los primeros fundamentos para el trabajo futuro", dijo a IPS la ecuatoriana Mercedes Román, católica y coordinadora de la GNRC para América Latina y el Caribe.
Se trata de un trabajo interreligioso, en el que "el avance es notable en estos últimos años, sobre todo en América Latina", dijo el sacerdote Díaz.
"La Iglesia Católica ha cambiado formulaciones y aptitudes, porque nos preocupa una sociedad con mentalidad relativista, encontrando caminos para valorar la trascendencia y la eficacia, y comulgando en ella, desde distintas religiones", agregó.
"Tengo mucha esperanza de que estos diálogos interreligiosas adquieran una mayor cohesión para que nuestros pueblos nos vean interesados en lo fundamental, aportando lo que nos une, y sobre todo, favoreciendo a la población infantil, la más vulnerable", puntualizó.
Román confirmó que en los últimos años la membresía de países y religiones en la GNRC, creada en 2000, se ha ampliado en esta región.
"Esto es especialmente importante si tenemos en cuenta que América Latina es sobre todo cristiana, con hegemonía de la Iglesia Católica. Pero la persistencia ha logrado ampliar el diálogo y siento que vencemos resistencias mutuas, lo que es favorable para la expansión del trabajo centrado en la ética", agregó Román.
El resultado del trabajo de años —fortalecido en la conferencia de Bogotá en 2005, con participación de los países andinos—, se compila en un manual que será presentado en Hiroshima (Japón) entre el 24 y el 26 de mayo.
"Ya el manual está en la imprenta, y su eje, su valor máximo, es la educación ética en la que confluyen principios fundamentales como el respeto, la empatía, la reconciliación y la responsabilidad", dijo Román.
La propuesta de la GNRC es que esos valores se conjuguen con nuevas capacidades, en relación con los contextos en los que se desarrollen.
"En lugares marginales, por ejemplo, es importante trabajar la identidad, la autoestima, para poder llegar al respeto de uno mismo y de los otros", agregó Román.
El contenido del manual se aplica en talleres regionales, subregionales y nacionales. "Capacitamos a adultos y niños, desarrollando una metodología de diálogo intergeneracional que da importancia a la palabra de unos y otros", explicó.
Tras la capacitación, se hace seguimiento y se promueve la multiplicación de contenidos.
Entre los talleres, Román destacó los organizados en la frontera colombo-ecuatoriana, con participación de poblaciones indígenas, pobres y desplazadas por el conflicto interno de Colombia.
"Antes de la crisis (diplomática entre los gobiernos de los dos países, que estalló en marzo), adelantamos talleres cuya importancia fue ratificada durante la difícil situación fronteriza", concluyó.