El Partido de la Revolución Democrática (PRD), la principal fuerza de izquierda de México, se hundió en un pantano de divisiones, reiteración de tácticas repudiadas por la mayoría de la población y un proceso electoral interno teñido de irregularidades, según admiten algunos de sus propios dirigentes.
"Vivimos un proceso suicida, es nuestra peor crisis, hay que reconocerlo", dijo a IPS Guadalupe Acosta, secretario general del PRD, quien culmina su gestión el próximo lunes, sin que se sepa aún quién lo sucederá.
El apoyo social al PRD, la agrupación que en julio de 2006 estuvo a punto de ganar las elecciones presidenciales, cayó ahora a menos de 15 por ciento de consultados en promedio, siete punto porcentuales menos que el gobernante Partido Acción Nacional (PAN), y nueve que el histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI), según diversas encuestas.
Tales mediciones corresponden a marzo, antes de que los legisladores izquierdistas ocuparan las tribunas de la Cámara de Diputados y del Senado para bloquear el debate de una serie de reformas al sector petrolero propuestas por el gobierno del conservador Felipe Calderón.
Seis de cada 10 mexicanos rechazaron la acción, iniciada el 10 de este mes tras la idea y el apoyo del ex candidato presidencial Andrés López Obrador, indicó una consulta nacional patrocinada y publica por el mismo PRD.
Algunos legisladores duermen en las tribunas desde entonces, mientras otros vestidos con overoles y cascos propios de trabajadores petroleros recorren los pasillos gritando consignas contra el proyecto de reformas, que, a su entender privatizaría el sector de hidrocarburos nacionalizado hace 70 años.
Otros representantes del PRD colocaron cadenas y candados en las puertas de los recintos.
La presidenta de India, Pratibha Devisingh Patil, quien realiza una visita oficial a México, no pudo presentarse el jueves en el parlamento, como estaba programado, a causa del bloque que implica esta estrategia, criticada por propios miembros del PRD, entre ellos su secretario general, además de dirigentes empresariales, jerarcas de la Iglesia Católica local y políticos de otros partidos. "López Obrador y otros compañeros creen que están haciendo lo correcto, pero es una equivocación insistir en estrategias de lucha que nos han alejado de la sociedad, que nos han aislado como nunca", sostuvo Acosta.
Las divisiones dentro de los legisladores de izquierda quedaron en evidencia con la última acción, pues un sector contrario a López Obrador no participó.
Acosta indicó que el próximo fin de semana la plana mayor de ese partido mantendrá reuniones para debatir y definir qué hacer con las irresueltas elecciones de presidente, secretario general y otros cientos de cargos estatales partidarios, realizadas el 16 de marzo.
Es muy probable que surjan noticias de una ruptura formal dentro del PRD, "todo indica que así será", admitió ante IPS un colaborador de ese partido en el parlamento, quien pidió que no se mencione su nombre.
Según reconocen sus dirigentes, el proceso electoral de marzo expresó los problemas internos que vive el PRD. Los comicios, en los que votaron más de un millón de personas, estuvieron plagados de irregularidades, como la compra de votos, quema de urnas y robo de papeletas.
El lunes próximo terminará su gestión de cuatro años la actual dirigencia del PRD y es posible que deba nombrarse un interinato, que se anulen las elecciones o que se convoque a otro proceso.
"Nadie puede decir qué pasará, pero el fantasma de la ruptura está presente, pues un sector está radicalizado y a todos quienes criticamos las estrategias de López Obrador nos acusan de traidores", indicó Acosta.
El senador de ese partido Carlos Navarrete reconoció que en pocos días su agrupación podría sufrir "la escisión y la fractura más grande en la historia de la izquierda mexicana, con el partido más importante que ha construido y esto va a impactar en los gobiernos estaduales, en los ayuntamientos y en los grupos parlamentarios".
Desde el punto de vista del reparto del poder político, la izquierda mexicana vive desde 2006 su mejor momento: gobierna seis de los 32 estados del país, entre ellos el distrito de la capital de México, y tiene el segundo grupo más numeroso de legisladores en la Cámara de Diputados, con 127 de sus 500 miembros, y el tercero del Senado, con 26 de los 128 escaños.
Los conteos preliminares de las elecciones de marzo en el PRD indican que el ex comunista Alejandro Encinas podría haber ganado la presidencia de la agrupación por muy estrecho margen sobre el socialdemócrata Jesús Ortega. El primero está plenamente alineado con López Obrador.
Arturo Núñez, senador del PRD y que actuó como árbitro de la contienda, renunció a su cargo el martes tras señalar que no hay condiciones para terminar con el conteo de votos. Además, acusó a los candidatos de acatar las normas partidistas ni los acuerdos pactados para poder culminar el proceso,
Acosta, que es partidario de Ortega, sostiene que la crisis en el PRD "es de origen, está en nuestro nacimiento y eso se expresó en estas elecciones tan irregulares".
El PRD fue fundado hace 19 años por un sector disidente del entonces gobernante Partido Revolucionario Institucional, que se mantuvo en el poder entre 1929 y 2000, al que se sumaron sectores y corrientes izquierdistas y socialdemócratas opositoras.
En este frente de grupos con tradiciones y orígenes diferentes, las confrontaciones han sido constantes en los últimos años, en algunos casos en forma violenta y con denuncias de corrupción.